«¡¿QUÉ?!»Llevé de inmediato las manos a mi boca.Atónita, vi como el famoso cantante portugués con su vestimenta relajada de siempre, sus tatuajes vistosos en los brazos y su cabello algo largo y suelto, se acercó con una sonrisa y guitarra en mano, arrimó una silla y se acomodó allí. Gregorio apareció de nuevo para bajar el nivel del micrófono y colocar otro frente a su instrumento.Miré a Maël.—Lo volviste a hacer.Él sonrió con un brillo especial en sus ojos.—Te lo mereces —susurró en mi oído. Tomó ligeramente mi nuca y unió sus labios con los míos.—Felicidades a los novios —dijo el cantante—. Me alegra muchísimo poder estar acá compartiendo este momento especial de sus vidas. Esto se llama “Tu e eu”, a petición de mi amigo Maël.Puse mis ojos como platos más asombrada que nunca y sentí la sequedad de mi lengua por mantener la boca abierta. Negué sonriendo y agarré la mano de mi prometido, apretándola fuerte y llevándola a mi pecho.Se o amor nos deixar… Cerré los ojos un cortís
Febrero 01, año 2020, Braga. Quinta da Mafalaia.Sandra pensaba que yo era mentirosa. O que, en esta estricta ocasión, todo lo que le estaba contando era una vil mentira.—Podrías decir algo —expresé, después del silencio que se generó entre nosotras.Sentadas bajo aquel árbol frondoso que tanto amaba, sombra hermosa del restaurante Quinta da Mafalaia, observé su rostro ovalado de piel morena clara y suave. Ella miraba con asombro y quizás con algo que me reprobaba.—Sería bueno que opinaras, Sandra, porque me había jurado que no le contaría esto a nadie —le dije—. Aunque ya existen personas que lo saben. —Bajé la cara un poco avergonzada por esa última información.La vi tragar grueso. Y es que la historia era algo que a muchos les podía suceder, pero no a mí. Estas cosas no debían ocurrirle a una simple mortal como yo, quien solía sentirse entera ante la vida. Contar algo así no era fácil, yo sabía que no.—Bueno —comenzó a decir—. Yo… Yo no… —Sí, ella se había quedado sin palabras—.
La familia de Nikko, mi novio, era bastante grande y vivían todos en un mismo complejo habitacional. Sus abuelos habían luchado día y noche para construir una urbanización entera donde los Saravias pudiesen vivir.Cuando aquello que tanto me ha costado contar comenzó, esa explosión en mente ajena, Nikko había convencido a sus padres para que yo pudiera quedarme a dormir allí, en su casa. Estábamos felices y excitados por esa novedad.Conocí a sus progenitores: Adelaida y Nicolás, también pude conocer a su hermano, Estéfano y a varios de sus primos: Eusebio y Harry, quienes eran hermanos y un solo año menores que mi novio. Conocí a Catalina, prima de todos ellos y un tanto contemporánea con Nikko, y a Marcelino, un chico de rostro dulce aunque físico imponente, quien era menor que todos nosotros.Mis nervios me atacaban con el pasar de las horas, y más cuando hicieron que me instalara en el cuarto de Nikko. Él era mayor no solo en edad, sino en… experiencia. Yo solo me había dado unos c
Año 2016.—¿Qué hacen los fantasmas merodeando por aquí?Las palabras de Maël hicieron que mi cara se arrugara y me girara hacia él. Por primera vez escuchaba la voz crecida del “niño”.Cuando pequeño, era juguetón y hasta tremendo con los mayores, pero conmigo se desvanecía, perdía la capacidad de hablar.Sabía que por alguna razón, o varias, los primos le molestaban, a veces eran crueles. A pesar de su comportamiento, siempre me pareció un niño muy inteligente.Pero esas burlas quedaron siete años atrás, cuando dejé de verlo por motivo de su viaje a la capital. Su regreso a Viana fue más que suficiente para recordar de sopetón aquella carita tersa y linda para que ahora, a comienzos del año 2016, mis ojos pudieran ver que ya no se trataba de un infante cualquiera, sino de un adolescente de quien ya más nunca nadie se burlaba.En esa actualidad pude sentir cómo se forma el carácter de un sujeto cuando crece demasiado pronto.Siempre me pregunté ¿qué sintió él cuando me vio después de
Año 2018.El primer indicio de lo que sucedía lo noté dos años después, en una de las reuniones infantiles que organizaba la familia de Nikko. Llegué a principios del mes de junio a un saloncito de fiesta que antiguamente los abuelos Saravia construyeron para el disfrute familiar, y pude notar que Maël había llegado temprano para ayudar con la colocación de las mesas y manteles y toda la preparación para aquel cumpleaños. Se celebraban los cinco añitos del hijo de la prima Catalina.Usando un vestido sencillo y cómodo vestido, colaboré en las tareas.En el momento en el que todo estuvo listo, aproveché la buena señal de Internet que ofrecía el salón y me senté en una de las primeras mesas para ir revisando mis correos y redes sociales mientras llegaban los invitados.Allí estaba Maël y no tenía por qué ser así, era una fiesta infantil. Sí, era su pequeño primito, pero igual él desencajaba. O eso era lo que yo sentía.Joder, no quería estar cerca de él. Maël me ponía de los nervios.Lo
Luego de nueve años juntos, las cosas entre Nikko y yo habían llegado a un punto difícil. Él era un hombre que amaba su libertad y tomaba decisiones arbitrarias, sin consultar con nadie lo que haría a continuación. Allí radicaban nuestras discusiones.Su padre era abogado de una firma pequeña en Viana y antes de que su hijo mayor se graduara, logró introducirlo en su nómina. El trabajo, la ocupación y nuestros horarios, más la condición de vivir en distritos diferentes, le hizo acostumbrarse a no incluirme en casi ninguno de sus planes. Sin embargo, seguíamos juntos, porque el poco tiempo reunidos era bueno.Catalina, la prima de Nikko, quien era dueña de una tienda de zapatos en Castelo, nos recibía de vez en cuando allí. Ella era una de las primas con las que mejor me llevaba, congeniábamos, e incluso ella conocía a mi amiga Sandra y solíamos reunirnos en Braga cuando Cata viajaba.Dos días después del cumpleaños de su hijo, Nikko y yo entramos a su tienda con la idea de saludar y v
El martes 10 de julio del 2018, ya con mi maletín listo para irme a casa, escuché una bulla provenir de la sala.Salí d la habitación de Nikko y me di cuenta de la llegada de muchos jóvenes, acompañados algunos con sus novias, todos bien vestidos con latas de Corales, Sagres y Súper Bock bajo el brazo.—¿Qué sucede allá afuera? —le pregunté a mi novio tras devolverme a su habitación.—Mierda, se me olvidó informarte —dijo Nikko colocando sus manos en la cabeza de forma exagerada.Luego se echó a reír y puse mi cara de aburrimiento.—Muy gracioso. Ajá, dime, ¿qué se te olvidó?—Hoy es el cumpleaños de Maël y se lo van a celebrar aquí.Arrugué el rostro.—¿Y por qué aquí? ¿Por qué no en su casa?Él suspiró e irguió su cuerpo un poco sobre el colchón de la cama.—Desde que su familia está en Lisboa, mamá le ofreció la casa para la celebración.—¿Y por qué están en Lisboa, no es el cumpleaños de su hijo? ¿No deberían estar aquí con él, o él con ellos?—No sé, Delu, tú sabes que mis tíos v
Confirmé después de que efectivamente, aquella muestra de buena voluntad de Maël para conmigo no era más que un falso manto rosa. Además, corrió el rumor en la familia de que su novia terminó con él.Escuché por boca de las tías de Nikko que la dulce Katty lo dejó una semana después del cumpleaños, por un maltrato que el chico le hizo a ella, o un engaño, cosas de jóvenes, no supe bien los detalles. Pero sí me enteré de que algo grave había pasado entre ellos y fue en esos días que vi en él algo tan distinto, una de sus molestias por la vida dio un salto gigante.Sentada junto al primo Harry y Nikko en un área de la casa que adoraba: un juego de sillones que mi suegra ubicó cerca del jardín, yo leía un guión que un amigo me envió a casa por correo local.Cada uno con lo suyo, hasta que los chicos comenzaron a reírse de algo que veían juntos en la laptop de Harry.Tosí un poco para que se callaran.—Delu, si te molesta tanto que estemos aquí, vete a leer en el cuarto —dijo mi novio.—N