CAPÍTULO 72

Me levanté, salí y cerré la puerta con cuidado y me quedé mirando la otra puerta de madera blanca, la del cuarto siguiente. Cerré los ojos pensando en lo que me tocaría vivir, en lo que tendría que decirle a mi hermano, convencida de no conocer bien su reacción por esa locura en la que me había metido. Danilo era tan impredecible…

Me asustó el sonido de la puerta tras de mí, de donde apareció un Maël quien se colocó sus pantalones de pijama y así, despeinado, sin camisa y somnoliento, sentí que mis propias mariposas habían migrado para explorar otras partes de mi cuerpo.

—¿No se ha levantado? —Negué con la cabeza—. Bueno, aún es temprano. Me voy a dar una ducha y a entrenar un poco. Déjale que duerma. Cuando salga del baño prepararé café.

—Si quieres lo preparo yo. ¿Vas a salir hoy?

—Sí, tengo que prepararme para una exposición.

Sonreí y estuve a punto de proponerle que él y sus compañeros de estudios podían estudiar allí, pero recordé todo lo que eso significaría (de nuevo recordé a
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