CAPÍTULO 64

Me despertó un beso en la espalda y el picor subió por mi columna.

—Mmmm —gemí complacida—. ¿Estás bien?

—Discúlpame por lo de antes. —Me plantó un beso en la mejilla—. Sé que te preocupas por mí, pero todo está genial.

Me giré hasta colocarme de lado y sobé su cara de forma lenta y tierna.

—Estás disculpado. —Dejé un beso en sus labios y lo miré por un largo rato, mientras él enrulaba un mechón de mi cabello con uno de sus dedos—. Eres hermoso, ¿ya te lo había dicho? Te miro aquí y no me lo creo.

Sonrió como me encantaba que lo hiciera, embelesado, y acercó sus labios a los míos para regalarme su buen estado de ánimo.

—Tengo hambre, ¿quieres comer algo? —me preguntó.

—Mmm, no sé. ¿Qué vas a preparar?

—Tampoco sé. Tenemos cereal, huevos, pasta... —Se rascó la cabeza y lanzó una mueca circunstancial. Se le veía tan bello, su emoción era preciosa—. ¿Unos panes, tal vez?

Me eché a reír mientras se levantaba.

—¿Todo eso junto?

—¿Qué? No me presiones, no soy mamá. Una sola cosa, elige.

Me
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