CAPÍTULO 34

—Tú no eres de las que engañan —Maël exhaló, con una risa que no tenía nada de gracia—, no se lo harías a mi primo, ni a nadie. Además, no pienso participar en algo así.

Sentía rabia porque me dijera todo eso, y reto de aceptar quedarme allí con él. La garganta me dolía muchísimo.

Me miraba como un hombre que cazaba a su presa con inteligencia. Él solo quería que yo decidiera, ¿quién le enseñó a ser así?

Luché mucho por no llorar. Mis palmas sobre su pecho, quería alejarlo un poco de mí.

—No sé qué te hace pensar que volveré con Nikko.

Me giré para alejarme, pero agarró mis muñecas, robando mi respiración.

—Suéltame —pedí suavemente.

Mi exigencia lo hizo cambiar de repente. Lo vi tragar, apretar los dientes y creo que hasta gruñir antes de enterrar sus dedos en la parte delantera de mi camiseta y arrugar la tela como si yo fuese un tío a punto de ser amenazado.

Pegué un respingo por aquel agarre y me sostuve fuerte en sus brazos, mirándolo totalmente asustada y exaltada. Aquello se s
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