CAPÍTULO 41

Nos levantamos al mismo tiempo para mirar por la ventana. Maël asomó su nariz entre los barrotes de la única que estaba abierta y quedó estático.

—Mierd@… —susurró.

Un carro que atravesó el portón eléctrico.

—¿Quién es? —pregunté. Giró su rostro para mirarme, sus ojos totalmente explayados—. ¿Quién está abriendo el portón, Maël?

—Escóndete en el baño.

Mi cara se arrugó.

—¿Pero quién es?

—Vete al baño, Delu. ¡Rápido! ¡Ya, ya, ya! —demandó, chasqueando sus dedos.

Miré alrededor y fui recogiendo mis cosas de la manera más rápida que pude, mientras escuchaba al vehículo entrar, el portón cerrarse y luego el motor apagarse.

—Pero dime quién es —insistí, viéndole ponerse su ropa.

—Shhhh —me cayó—. ¡Al baño! —susurró fuerte, señalando la puerta del tocador.

Corrí, sintiéndome desubicada por estar haciendo aquello y con la clara molestia de no saber de quién diablos me escondía. Cuando alcancé entrar y mientras cerraba la puerta, me dio chance ver a Maël muy apresurado recogiendo el colchón,
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