CAPÍTULO 48

—Todavía no me has dicho qué diablos haces buscándome. ¡Dime! No, no, no, no. No mires para ningún otro lado que no sea a mí. —Tomó mi barbilla y la giró hacia él—. Respóndeme eso y deja de retarme con todo lo demás, porque no me vas a mentir diciendo ahora que te la pasaste muy bien escondiéndole tus sentimientos a Nikko.

Zafé mi cara de sus odiosos dedos y lo miré fijo. Podía sentir molestia por su forma de hablarme, creyéndose mayor de lo que era, pero las macabras ganas de llorar pesaban más. ¡Maël era ambivalencia pura! Sinceridad, juventud y verdad. ¡Cero filtro! Luché y luché con mis ganas de llorar sin éxito: mi cara comenzó a mojarse mientras intentaba mirarle.

Pero cuando pensé que lo anterior fue lo peor, noté que sus ojos ya estaban acuosos y eso me robó el aliento.

Aparté la cara un poco antes de poder hablar.

—Por supuesto que sufrí con eso, Maël —exhalé con voz baja—. Joder, Maël, pensé que me volvería loca porque no dejaba de pensar en ti. Amé y odié en partes iguales
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