Solo éramos un grupo de cinco personas, mi hermano junto a tres compañeros más de estudio. Nuestro equipo se conformaba por dos mujeres y tres hombres: el guapo y de piel morena, Albert. La linda muchacha de cabellos castaños, buena figura y sincera sonrisa, Rosa. El chiquilín de ojos azules y bastante aduladores, Ramiro. Danilo y yo. Y pensé que me sentiría incómoda al ser la mayor entre todos, pero no fue así. Partimos a Viana temprano en la mañana en el carro de mamá, aprovechando que mis padres aún se encontraban en Porto.La tripulación me hizo olvidar de mis males y de todo el estrés post proyecto, me dejé llevar con sus cantos a viva voz, me reí a carcajadas de sus chistes. En un poco más de una hora fui parte de aquella juventud que sin darme cuenta extrañaba. Tenía mis secretos, las obras de teatro, las asesorías online, las salidas con Sandra, Mafalaia…, aun así sentía en ocasiones que mi vida era aburrida. Ni siquiera me motivaba el mudarme algún día de casa. ¿Para qué? Si
«Respira, Delu, respira».La tienda de Catalina se iluminó en mi camino como un obstáculo de juego y pasé frente a ella como alma que lleva el diablo.«Aquí estoy. Tienes menos de 20 minutos».La casa de Nikko estaba abierta de par en par, como siempre. En cambio la casa del frente estaba completamente cerrada, parecía no haber nadie. « ¿Maël estará aquí en Viana?»Parada bajo el umbral de la puerta principal de la casa de Nikko, el sonido de los Móviles colgantes rellenó mis oídos con dulces melodías y un súbito halo de recuerdos me golpeó. Un dolorcito acarició mi garganta.Toqué varias veces la madera del marco.—Buenas… —Entré despacio, mirando para todos lados.—¿Quién es? —Una de las tías de Nikko me recibió en la cocina, esbozando una asombrada sonrisa—. ¡Pero, válgame Dios, Delu Vaz, qué sorpresa! Y llegaste a buena hora. Estamos todos atrás, ven, ven, ayúdame con esto...Exceptuando por su cara de asombro, la señora me recibió como si yo nunca me hubiese ido de aquella famili
Nos encontramos con los demás en el estacionamiento. Rosa y Albert conversaban y Ramiro utilizaba su móvil.—¿Destapo el vino? —preguntó el chiquitín alzando la botella.Brindamos, colocamos un pop animado, encendí un cigarro, bailamos. Fue la primera vez en todo el día que pude sentirme tranquila y fue fantástico, pero no todo dura. Una gran camioneta negra con los vidrios abajo vino a romper nuestra paz con un tema musical a todo volumen que opacó nuestra humilde fiesta. Reconocí la canción a leguas: las notas apabullantes de Sente de la agrupación portuguesa de música electrónica Buraka Som Sistema derramaron un ácido dorado en mi interior.Me fascinaba la canción y todo lo que tenía que ver con Buraka, pero el ruido me hizo encoger a medida que la camioneta se estacionaba justo al lado nuestro.Cuando mis ojos se adaptaron poco a poco a la visión del piloto, mi estómago hizo su explosión, la garganta se secó, el corazón batalló… Quien manejaba, cargaba una camiseta negra pegada a
El silbido de mi hermano hizo que mis ojos se cerraran. Sentí por un momento que Danilo estaba enterado de todo mi drama, pero era tan solo otro inocente que pensaba que mi futura conversación con Maël trataría de planificar el ver a Nikko.Le solté a mi hermanito una risa de caballo, de esas que muestran solo los dientes de arriba. Carraspeé mi garganta, me puse derechita, suspiré y fui rodeando la camioneta dirigiéndome al asiento del copiloto.Mientras lo hacía, escuché que dentro del vehículo el susodicho encendió de nuevo su estéreo con el bendito himno nacional de la electrónica, ahora camuflado por las ventanas cerradas. No había llegado a mi destino cuando escuché a Danilo contarle a su amigo Albert con lujos de detalles quien era Maël: pues, ¡el primo de mi ex! Y añadió que yo lo convencería para que nos invitara a su fiesta.Ya frente a la puerta respiré profundo, coloqué mis dedos en la manilla, abrí y me monté. Maël se había quitado los lentes de sol y miraba al frente. El
—Todavía no me has dicho qué diablos haces buscándome. ¡Dime! No, no, no, no. No mires para ningún otro lado que no sea a mí. —Tomó mi barbilla y la giró hacia él—. Respóndeme eso y deja de retarme con todo lo demás, porque no me vas a mentir diciendo ahora que te la pasaste muy bien escondiéndole tus sentimientos a Nikko.Zafé mi cara de sus odiosos dedos y lo miré fijo. Podía sentir molestia por su forma de hablarme, creyéndose mayor de lo que era, pero las macabras ganas de llorar pesaban más. ¡Maël era ambivalencia pura! Sinceridad, juventud y verdad. ¡Cero filtro! Luché y luché con mis ganas de llorar sin éxito: mi cara comenzó a mojarse mientras intentaba mirarle.Pero cuando pensé que lo anterior fue lo peor, noté que sus ojos ya estaban acuosos y eso me robó el aliento.Aparté la cara un poco antes de poder hablar.—Por supuesto que sufrí con eso, Maël —exhalé con voz baja—. Joder, Maël, pensé que me volvería loca porque no dejaba de pensar en ti. Amé y odié en partes iguales
Varias cabañas con paredes de piedra, cemento y barro en tonos grises y techos de madera, perfectas para lps inviernos del norte, eran las posadas en las que nos hospedamos: una línea no tan larga de casitas muy cerca de Afife.Maël se disculpó con el grupo, debía retirarse por unas horas para llevar las cosas que dejó el hijo de Catalina olvidadas en la playa. Casualidad mundial que el propio Maël se ofreciera a buscarlas. La divina providencia esparció su extraña bendición sobre nosotros.Ahora, el inframundo y sus misterios, o quizás un oscuro cielo, responsable de encontrarme allí, ansiosa por lo que nos deparaba la noche.El tan esperado chicuelo llegó a la posada a eso de las 22:00 horas. Trajo consigo seis sixpack de cervezas, una para cada quien; exagerando, claro está.Maël nos acompañó por un buen rato, conversando con Danilo y escuchándole hablar sobre sus experiencias universitarias, chicas lindas en la facultad, sobre música… Los demás uniéndose a la conversación, arrojan
Pasamos sin ningún protocolo, no había guardias jurados en la entrada ya que era con pase libre. Caminamos entre cuerpos sudorosos, drogados, bebidos, enérgicos e inquietos. Nos entretuvimos por un momento para observar un performance que un grupo de personas con aros de colores fluorescentes en el cuello, pies y manos, batían al ritmo de la ecléctica melodía de fondo.—¡Quiero presentarte a mis amigos! —gritó por encima de la música.Asentí, intentando disipar la tensión acumulada en mi espalda, mirando alrededor, buscando algún rostro conocido que pudiera reconocernos. La paranoia debía tener un fin.—¡Nuestros asientos están allá! —informó señalando el otro lado del escenario—. ¡Pero vamos por aquí!Lo seguí hasta llegar justo al medio de la tarima, solo que en la parte trasera de la misma. En ese punto, el backing creado con pantallas gigantes camuflaba un poco el fuerte sonido permitiendo que pudiésemos hablar mejor. Maël me arrastró hasta un grupo de jóvenes frente a unas portá
El mismo asistente que me llevó la cerveza nos interrumpió para traerle una a Maël. Se dieron un choque de puños y se retiró.—Préstame atención. Deja de jugar. ¿Joao lo sabe sí o no?Le dio un trago a su cerveza.—Por supuesto que sí.Abrí mi boca.—¿Y no…?Maël plantó un beso en mis abiertísimos labios que sin tanta música, hubiesen sonado bastante extraño.—Relájate. Él es mi amigo, no dirá nada.—También es amigo de Fran.Maël cambió la expresión.—¿Y eso qué?—Por Dios de Cielo. ¡Él conoce a Nikko! Lo saludó en el teatro, se conocen…— Delu, Delu, Delu. ¡Hey! —Colocó la cerveza sobre la mesa baja y tomó mi cara entre sus manos—. Baby, estamos aquí para disfrutar, ¿ok? —Plantó otro beso en mi boca quedándose esta vez pegado allí durante unos segundos—. Gerald y su equipo están por subir al escenario y te traje para que los viéramos juntos. ¿Me prometes que te calmarás y que disfrutarás?—¿Me prometes que no pasará nada malo? —hice mi retórica enterrándome en sus retinas, quedándom