CAPÍTULO 46

Nos encontramos con los demás en el estacionamiento. Rosa y Albert conversaban y Ramiro utilizaba su móvil.

—¿Destapo el vino? —preguntó el chiquitín alzando la botella.

Brindamos, colocamos un pop animado, encendí un cigarro, bailamos. Fue la primera vez en todo el día que pude sentirme tranquila y fue fantástico, pero no todo dura.

Una gran camioneta negra con los vidrios abajo vino a romper nuestra paz con un tema musical a todo volumen que opacó nuestra humilde fiesta. Reconocí la canción a leguas: las notas apabullantes de Sente de la agrupación portuguesa de música electrónica Buraka Som Sistema derramaron un ácido dorado en mi interior.

Me fascinaba la canción y todo lo que tenía que ver con Buraka, pero el ruido me hizo encoger a medida que la camioneta se estacionaba justo al lado nuestro.

Cuando mis ojos se adaptaron poco a poco a la visión del piloto, mi estómago hizo su explosión, la garganta se secó, el corazón batalló… Quien manejaba, cargaba una camiseta negra pegada a
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