Hermoso. Nací allí y he recorrido cientos de veces aquel lugar, pero jamás dejará de maravillarme la tranquilidad, animosidad y hermosura de la Plaza de la República de Braga.Caminar sobre ese piso blancuzco y gris una y otra vez, sabiendo que te ha visto desde tus inicios, es como ver a los ojos de una madre que te cuida.Ya estábamos a mediados de Abril. De hecho, el día lunes 15 de ese mes, Circo me liberó temprano y aproveché para darme un paseo por los estantes de cultura que los artesanos de la región de Minho habían establecido. Fui con la idea de adquirir algún regalo para el equipo de producción, quienes dos de ellos viajaron desde Lisboa para incorporarse al trabajo artístico, formando el grupo de cuatro que éramos.El clima era agradable en pleno medio día. En la plaza había música popular y con sus templetes animaban a todo aquel que caminara por la avenida central hasta cada banca del terreno. Me acerqué al espectáculo, el cual parecía más una buena organización de calle
Maël y yo acordamos vernos todos los fines de semana, por lo que cinco días después de mi encuentro con Fran, agendamos el nuestro. Abril seguía en su apogeo y la obra demandaba mi atención, pero no podía dejar pasar ni un solo sábado de estar allí con él. Así que luego de la normal bienvenida, nos encontrábamos rozando nuestras piernas, acariciándonos, degustando pedazos de cada uno y descubriendo que dicha posición nos encantaba, una de la que estaba empezando a acostumbrarme en apenas un poco más de un mes.Nos recostamos con las cabezas a cada lado del colchón y las piernas echas un nudo. Como un Finger Trap, que entre más halas, más te atrapa.—Me encanta estar así.Él alzó la cabeza y se rió con mí comentario, introduciendo un pie en mi entrepierna.—¿Así? —Acarició con sus dedos mis sensibles partes.Cerré las piernas alrededor de su pie.—Cuidado con lo que haces, niño.Se rió aún más dejando caer la cabeza y colocando sus brazos bajo su nuca.—Niño —susurró—. ¿Te gustan los n
Nos levantamos al mismo tiempo para mirar por la ventana. Maël asomó su nariz entre los barrotes de la única que estaba abierta y quedó estático.—Mierd@… —susurró.Un carro que atravesó el portón eléctrico. —¿Quién es? —pregunté. Giró su rostro para mirarme, sus ojos totalmente explayados—. ¿Quién está abriendo el portón, Maël?—Escóndete en el baño.Mi cara se arrugó.—¿Pero quién es?—Vete al baño, Delu. ¡Rápido! ¡Ya, ya, ya! —demandó, chasqueando sus dedos.Miré alrededor y fui recogiendo mis cosas de la manera más rápida que pude, mientras escuchaba al vehículo entrar, el portón cerrarse y luego el motor apagarse.—Pero dime quién es —insistí, viéndole ponerse su ropa.—Shhhh —me cayó—. ¡Al baño! —susurró fuerte, señalando la puerta del tocador.Corrí, sintiéndome desubicada por estar haciendo aquello y con la clara molestia de no saber de quién diablos me escondía. Cuando alcancé entrar y mientras cerraba la puerta, me dio chance ver a Maël muy apresurado recogiendo el colchón,
Santo Sacramento. Yo… Un resbalón. Por supuesto que yo era tan solo un resbalón.Y… ¿desde cuándo ellos se hablaban así? No hubo respeto en esas palabras, parecían dos enemigos aclarando un asunto de mal gusto. Sentí… lástima y… rabia, rabia por toda la situación. Niñato. Pocos minutos antes me reclamó por haberlo llamado así, ¡niño! Pero en ese momento me convencí de que sí lo era. ¿Esa era la forma tan horrible y altanera cómo lo habían criado? —Sácala y no la traigas más. O no “lo” traigas más, no sé ya ni lo que te gusta.El señor Carlos bajó, pero Maël tardó en hacerlo. No me moví, no respiré, pero sentí una leve presión en la puerta del baño, como si sostuviesen algo pesado en contra de ella y después una sonora exhalación.Pegué mi cuerpo a la madera y cerré los ojos negando una y otra vez con la cabeza.Cuando Maël por fin bajó y el carro de los recién llegados atravesó de nuevo el portón de garaje, abrí la puerta del baño y ya vestida, casi sin fuerzas como un fantasma, me
Al día siguiente debía asistir a Circo, la obra estaba en su mejor apogeo. Llamé a Fran para que me diera una dirección a donde enviarle las entradas. Intentó que nos encontráramos en persona, pero no tenía ganas de adulaciones, así que me negué a su oferta y le envié a su trabajo tres pases para el evento, el cual se desarrollaría exactamente un mes después.Me sentía tan diferente con respecto a esta especie de ruptura, totalmente distinta a la de Nikko, quien por cierto no estaba del todo desaparecido. De vez en cuando tenía una de sus visitas sorpresa en casa para dar en el clavo familiar, con miras de conseguir algo conmigo. O tenía en mi bandeja algún mensaje o una foto de nosotros, recordando cosas de las que yo me había olvidado. Su aspecto era cada vez mejor, debo admitir, pero no sentía mayor cosa, por no decir que nada cuando lo veía. Lo único que él me hacía sentir eran ganas de estar con su primo.Maël también llenaba parte de mi móvil con llamadas que no contesté, mensaj
Solo éramos un grupo de cinco personas, mi hermano junto a tres compañeros más de estudio. Nuestro equipo se conformaba por dos mujeres y tres hombres: el guapo y de piel morena, Albert. La linda muchacha de cabellos castaños, buena figura y sincera sonrisa, Rosa. El chiquilín de ojos azules y bastante aduladores, Ramiro. Danilo y yo. Y pensé que me sentiría incómoda al ser la mayor entre todos, pero no fue así. Partimos a Viana temprano en la mañana en el carro de mamá, aprovechando que mis padres aún se encontraban en Porto.La tripulación me hizo olvidar de mis males y de todo el estrés post proyecto, me dejé llevar con sus cantos a viva voz, me reí a carcajadas de sus chistes. En un poco más de una hora fui parte de aquella juventud que sin darme cuenta extrañaba. Tenía mis secretos, las obras de teatro, las asesorías online, las salidas con Sandra, Mafalaia…, aun así sentía en ocasiones que mi vida era aburrida. Ni siquiera me motivaba el mudarme algún día de casa. ¿Para qué? Si
«Respira, Delu, respira».La tienda de Catalina se iluminó en mi camino como un obstáculo de juego y pasé frente a ella como alma que lleva el diablo.«Aquí estoy. Tienes menos de 20 minutos».La casa de Nikko estaba abierta de par en par, como siempre. En cambio la casa del frente estaba completamente cerrada, parecía no haber nadie. « ¿Maël estará aquí en Viana?»Parada bajo el umbral de la puerta principal de la casa de Nikko, el sonido de los Móviles colgantes rellenó mis oídos con dulces melodías y un súbito halo de recuerdos me golpeó. Un dolorcito acarició mi garganta.Toqué varias veces la madera del marco.—Buenas… —Entré despacio, mirando para todos lados.—¿Quién es? —Una de las tías de Nikko me recibió en la cocina, esbozando una asombrada sonrisa—. ¡Pero, válgame Dios, Delu Vaz, qué sorpresa! Y llegaste a buena hora. Estamos todos atrás, ven, ven, ayúdame con esto...Exceptuando por su cara de asombro, la señora me recibió como si yo nunca me hubiese ido de aquella famili
Nos encontramos con los demás en el estacionamiento. Rosa y Albert conversaban y Ramiro utilizaba su móvil.—¿Destapo el vino? —preguntó el chiquitín alzando la botella.Brindamos, colocamos un pop animado, encendí un cigarro, bailamos. Fue la primera vez en todo el día que pude sentirme tranquila y fue fantástico, pero no todo dura. Una gran camioneta negra con los vidrios abajo vino a romper nuestra paz con un tema musical a todo volumen que opacó nuestra humilde fiesta. Reconocí la canción a leguas: las notas apabullantes de Sente de la agrupación portuguesa de música electrónica Buraka Som Sistema derramaron un ácido dorado en mi interior.Me fascinaba la canción y todo lo que tenía que ver con Buraka, pero el ruido me hizo encoger a medida que la camioneta se estacionaba justo al lado nuestro.Cuando mis ojos se adaptaron poco a poco a la visión del piloto, mi estómago hizo su explosión, la garganta se secó, el corazón batalló… Quien manejaba, cargaba una camiseta negra pegada a