CAPÍTULO 32

Tenía la frente pegada al vidrio y mordía mis uñas. El paisaje me era indiferente. Mi cuerpo sufrió una descarga luego de subirme al vehículo. Las palmas de mis manos eran testigo de ello tras clavar mis uñas en ellas mientras lloraba. Así de mal me encontraba por lo de Nikko, y era su primo Maël quien me llevaba de vuelta a Braga.

No deseaba llegar a casa, así que le dije que me llevara a cualquier sitio menos al hogar de mis padres.

Llegamos a Braga en menos de 45 minutos sin decirnos una sola palabra. Él estaba tenso, pero no nervioso. Yo solo quería olvidar, dormir, calmar mi angustia. Además, pese a mi malestar, estar junto a Maël me puso sobre aviso como siempre sucedía; esa vez no sería la excepción.

Rompimos el silencio cuando entramos por el garaje de lo que parecía ser una casa. Me extrañé muchísimo y aquello fue suficiente para espabilarme.

—¿Dónde estamos?

—En una casa de mi padre. ¿Sí sabías de este sitio? Carlos la compró hace unos años —explicó, mientras se cerraba el p
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