Tenía la frente pegada al vidrio y mordía mis uñas. El paisaje me era indiferente. Mi cuerpo sufrió una descarga luego de subirme al vehículo. Las palmas de mis manos eran testigo de ello tras clavar mis uñas en ellas mientras lloraba. Así de mal me encontraba por lo de Nikko, y era su primo Maël quien me llevaba de vuelta a Braga.No deseaba llegar a casa, así que le dije que me llevara a cualquier sitio menos al hogar de mis padres.Llegamos a Braga en menos de 45 minutos sin decirnos una sola palabra. Él estaba tenso, pero no nervioso. Yo solo quería olvidar, dormir, calmar mi angustia. Además, pese a mi malestar, estar junto a Maël me puso sobre aviso como siempre sucedía; esa vez no sería la excepción.Rompimos el silencio cuando entramos por el garaje de lo que parecía ser una casa. Me extrañé muchísimo y aquello fue suficiente para espabilarme.—¿Dónde estamos?—En una casa de mi padre. ¿Sí sabías de este sitio? Carlos la compró hace unos años —explicó, mientras se cerraba el p
MAËL 2.Año 2020, Braga.Recordar fue la razón por la cual le pedí a Joao que me diera un chance antes de encontrarme con él. Le exigí calma en la espera para poder venirme a las oficinas de mi padre.Me senté en el sofá más grande de la sala de espera, en la parte superior. Tomé una botella de cerveza de mi Six Pack y la destapé, dándole un buen trago a la bebida.Las oficinas de la casa por fin fueron alquiladas, y si Carlos no hubiese metido las narices en el espacio, de igual manera nos hubiésemos quedado sin sitio para vernos.Recordar, quería recordar una y otra vez todo, cada cosa, como si darle a la llaga fuese el mejor remedio para mi dolor.Observé lo que me rodeaba. De noche, estos consultorios cerraban sus puertas, pero gracias a la amistad que mi padre tenía con el doctor Peñera, podía entrar cuántas veces quisiera.El silencio sepulcral me ayudaba a pensar en mis próximos pasos y en ella, por supuesto, en Delu. Mi rabia era tan descomunal, tan asquerosa… ¿Cómo pude permi
—Tú no eres de las que engañan —Maël exhaló, con una risa que no tenía nada de gracia—, no se lo harías a mi primo, ni a nadie. Además, no pienso participar en algo así.Sentía rabia porque me dijera todo eso, y reto de aceptar quedarme allí con él. La garganta me dolía muchísimo.Me miraba como un hombre que cazaba a su presa con inteligencia. Él solo quería que yo decidiera, ¿quién le enseñó a ser así?Luché mucho por no llorar. Mis palmas sobre su pecho, quería alejarlo un poco de mí.—No sé qué te hace pensar que volveré con Nikko.Me giré para alejarme, pero agarró mis muñecas, robando mi respiración.—Suéltame —pedí suavemente.Mi exigencia lo hizo cambiar de repente. Lo vi tragar, apretar los dientes y creo que hasta gruñir antes de enterrar sus dedos en la parte delantera de mi camiseta y arrugar la tela como si yo fuese un tío a punto de ser amenazado. Pegué un respingo por aquel agarre y me sostuve fuerte en sus brazos, mirándolo totalmente asustada y exaltada. Aquello se s
Lo que acabábamos de vivir no fue un asunto baladí. Sentirlo dentro fue la cosa más impresionante que jamás pensé que experimentaría. Y la resaca emocional que pudiese aflorar posterior a acostarnos, él la desplumó con unas cuantas palabras que directas, pusieron mi cabeza de revés.—¿Te sientes bien? —primero preguntó. Yo asentí sin ganas de hablar—. Ok. —Salió de mí y me miró con una interrogante en el rostro.Al principio no entendí. Si no hablaba, ¿cómo diablos iba a saber lo que quería preguntar? Presionó su miembro, enseñándomelo y comprendí su necesidad de saber una cosa.—Sí, tomo la píldora.Asintió y se dirigió al baño.Colocándome de lado, observé su cuerpo desnudo atravesando el piso de madera sin podérmelo creer. ¿Me acababa de acostar con él?Busqué la sábana y me arropé. No, más bien me acurruqué como niña. Salió del baño y lo seguí con la mirada. Si no usó condón, ¿para qué se levantó? ¿Por qué no se quedaba conmigo acurrucado también? Me reí internamente. Estaba tan a
No salí de allí con la cabeza fresca, ni erradicando culpas. Lo que sucedió conmigo fue la muestra de un comienzo equívoco. Llegué a la casa de mis padres y entré a mi habitación pensando en mis futuros rechazos, y que éstos serían la insistencia de un muchacho ansioso; que de alejarlo, él se aferraría más a mí. No era tonta, pero eso no significaba que lo supiera todo. Más bien, yo era nueva en esto, era sencillo retractarme en las palabras y deseos. Mi cuerpo guardaba una emoción tan grande que cubría todo tipo de dolores. A pesar de lo divino que la pasamos esa noche, de todas las circunstancias y todo su discurso, de que por fin habíamos sucumbido al deseo, seguía sintiendo surcar el error por mis venas.Nikko me escribió otras veinte veces más, desde mensajes de texto hasta correos electrónicos. Viajó a Braga buscándome en Mafalaia, en Circo, en todos lados. Mi madre me contó que estuvo conversando con ellos un buen rato y que no notaron nada raro en él. Sin embargo, me armé de
El día 02 de Marzo llegué de nuevo al mismo sitio de nuestro primer encuentro con la dirección anotada en mi móvil, y por primera vez pude detallar el camino. Era un sitio tranquilo, sus alrededores encerraban mucho lujo y misterio.Noté que las casas vecinas parecían iguales unas a otras, lo que me daba una idea de cómo quedaría la reforma de la que me recibía. Maël me había contado el plan final: todo aquello sería convertido en oficinas comerciales y médicas, pero el recinto seguiría pareciendo un hogar. Quitando la zona de escaleras, me encantaba ese destino. Y créanme, entraba en el Palacio del Error, era mejor que me gustara.Maël había dejado el portón abierto, así que lo atravesé. Encontré el escondite de la llave de la puerta principal que él me indicó por mensajes, y entré. El mismo olor a cemento y pintura me atacó pero logré defender mi nariz. Subí de inmediato al piso del anterior encuentro y vi que el colchón estaba mejor acomodado que la última vez. No pasó desapercibid
Mi expresión se congeló, pero luego sonreí por inercia. Nikko le contó algo de nuestro encuentro, eso estaba claro, ¿pero por qué Maël hablaba de mentiras? —Me gustaría saber qué te dijo para que pienses que te miente.La mirada de Maël cambió y me hizo sospechar que lo que Nikko le había dicho no me iba a gustar.—Me contó que ustedes volvieron —explicó por fin y así lo corroboré, acertando: no me gustó nada la información. Seguí escuchándolo con un sabor amargo en la lengua—. No le creo, Delu. Sin embargo…—Deseas que yo te lo confirme. O que lo desmienta, mejor dicho. Su mandíbula se movió y asintió, sin sacar sus retinas de las mías.—Mira, Maël. —Suspiré—. Por mi parte, Nikko y yo ni cerca estamos de volver.—No le creo que volvieron, pero sí que se besaron. Hoy me contó que ayer te dejó en su casa. Apenas ayer.Exhalé de nuevo. Su forma de hablar en ocasiones (muchas) me parecía tan altanera… Me removí, retirándome de nuestra pega corporal y crucé las piernas en flor. Lo que n
Hermoso. Nací allí y he recorrido cientos de veces aquel lugar, pero jamás dejará de maravillarme la tranquilidad, animosidad y hermosura de la Plaza de la República de Braga.Caminar sobre ese piso blancuzco y gris una y otra vez, sabiendo que te ha visto desde tus inicios, es como ver a los ojos de una madre que te cuida.Ya estábamos a mediados de Abril. De hecho, el día lunes 15 de ese mes, Circo me liberó temprano y aproveché para darme un paseo por los estantes de cultura que los artesanos de la región de Minho habían establecido. Fui con la idea de adquirir algún regalo para el equipo de producción, quienes dos de ellos viajaron desde Lisboa para incorporarse al trabajo artístico, formando el grupo de cuatro que éramos.El clima era agradable en pleno medio día. En la plaza había música popular y con sus templetes animaban a todo aquel que caminara por la avenida central hasta cada banca del terreno. Me acerqué al espectáculo, el cual parecía más una buena organización de calle