El matrimonio es una unión consensuada entre dos personas que tiene como base, fundamentalmente, la confianza, el respeto y el amor. ¿Qué ocurre cuando los cónyuges son incapaces de lidiar con las diferentes situaciones que se presenta en su vida diaria? La Doctora Nicole Jonson será el ángel de tu relación, te enseñará a poner a prueba tu capacidad de tolerancia, tus límites y particularmente tus sentimientos.
Leer másExiste una errónea concepción de la segundas oportunidades. Creemos que es una manera adecuada de enfrentar un problema en el matrimonio, exigiéndola cuando hemos cometido un error, prometiendo que, esta vez, será diferente. En mis años como terapista de pareja he presenciado toda una gama de formas de pedir perdón y suplicar por una segunda oportunidad, pero lo cierto es, que las estadísticas muestran, el % bajo del perdón. Cada día la persona es menos manipulable y menos dada a recomenzar aquellas relaciones que, por cualquier motivo, habían sido fallidas desde el inicio. Los signos son claros para detectar estas clases de uniones tóxicas. La cara de culpabilidad y arrepentimiento de uno de los miembros de la pareja y la rabia creciente del otro. Casi siempre esos matrimonios estaban irremediablemente rotos y no habían técnicas o conversaciones que pudieran revivir una llama que se había apagado. Por eso, en cuanto los vi, pude reconocer cuál era el problema de la pareja que tenía
En aquel espacio cerrado, en mi pequeña oficina, contemplo con algo de curiosidad a la pareja homosexual que tengo frente a mí. Miro los apuntes que Isabel ha dejado encima de mi escritorio y detallo el nombre de ambos. Samuel e Indira Solano. Los dos tienen la misma edad, 26 años. Llevan apenas 18 meses de casados. Miro el vestuario, totalmente femenino, del joven rubio y deparo en su nombre. Comprendo que ha hecho un total cambio de sexo y activo mis alertas, teniendo en cuenta que, en muchas ocasiones, esas personas, poseen trastornos psicológicos. Finalmente el moreno, que intuyo se llama Samuel, decide romper el hielo y comenzar a hablar. - Doctora - comienza el discurso - como habrá podido apreciar ella es una chica trans. Asiento con un movimiento despreocupado, indicando que estoy alejada de los prejuicios, pues, en mi profesión, solo me concentro en el bienestar del paciente, sin importar color, edad o preferencias sexuales. Mi misión como psicóloga es ayudar, no juzg
Abro la puerta de mi departamento, abrumada y cansada. Siento un ferviente deseo de dejarme caer en la cama y no reaccionar hasta el día siguiente, pero la necesidad de ser mimada me asalta de inmediato. De repente, el sonido de mi teléfono celular interrumpe mis pensamientos y, al mirar la pantalla del móvil, no puedo evitar el esbozo de una sonrisa. - ¿Mi amor? - pregunta Max anhelante. - Ya te extrañaba - digo un tono coqueto. - Yo también - expresa con cautela. Creo percibir una creciente preocupación en su voz, la paranoia y mis inseguridades comienzan a dominar mis pensamientos. - ¿Pasa algo? - pregunto después de haber analizado durante algunos minutos la situación. - Tenemos que hablar - me dice con su voz quebrada - voy enseguida para allá. El miedo comienza a guiar mis emociones. ¡Estaba raro! Exclamo en voz alta, con un ligero temblor recorriendo mis miembros. El pánico asoma a mis ojos y, mientras espero a Max, me dejo caer en el sillón del recibidor. Me
Me relajé aproximadamente 10 minutos con mi secretaria y aproveché la oportunidad para deleitarme con una taza de café, el líquido me brindó una paz que no sentía desde las primeras horas de la mañana. - ¿Difícil la consulta? - preguntó Isabel con su imperturbable tono relajado. - La complejidad propia de los seres humanos - respondí evadiendo el tema, pues no podía faltar a la ética, exponiendo la intimidad de la pareja. Caminé con determinación hacia la oficina donde debía realizar el cierre adecuado al problema que enfrentaba la pareja. Penetré en el recinto. El silencio ensordecedor me recibió, brindándome una noción de lo que me esperaba. - Ahora sí - dije con curiosidad - quiero que me expliques por qué estás desesperado. - Voy a ser padre - expresó de golpe, sin maquillajes ni preámbulos. - ¿Qué? - interrogó Albert desconcertado - ¿Cómo...? - Fue un error... una noche de locura. - ¿Un error? - interrogó dolido y visiblemente molesto - ¿Cuándo? - En mi últim
Un poco agotada por la mañana movidita que acababa de tener tomo unos minutos y le pido a Isabel una taza de café. El divino néctar de los dioses tiene el poder de calmarme y brindarme las energías para continuar mi día. De repente, mi secretaria, atiende el llamado de la puerta principal y me doy cuenta que acaban de llegar los próximos pacientes. - Buenos días - saludo cuando los percibo entrar a mi oficina. - Buenos días - responden al unísono los dos miembros de la pareja. Ambos son hombres, comprendo, de inmediato, que estoy frente a una relación homosexual, pero, a pesar de la complejidad de este tipo de matrimonio, percibo una conexión bonita entre los dos. Reviso los papeles con sus datos personales que mi secretaria ha dejado encima de mi escritorio. Albert y Robert Morrison, con apenas 5 meses de relación, 32 y 36 años respectivamente. Los detallo con detenimiento antes de comenzar con mi discurso de bienvenida, agradecimiento y presentación. - Soy la Doctora Nic
Sentada en mi oficina, mirando a los dos jóvenes que tenía frente a mí y que, tímidamente, pasaban sus ojos Inquietos por el lugar, sin atreverse a balbucear la más mínima sílaba, sentía que mi paciencia abandonaba mi cuerpo. Miré con detenimiento los papeles que Isabel había dejado, para mí, encima del escritorio, con los datos personales de los jóvenes: Patricia y Arnaldo Menéndez, 28 y 30 años de edad respectivamente y siete de matrimonio, sin hijos. No había percibido la más mínima conexión entre ellos y, a pesar de haber leído, por segunda vez, los apuntes, no lograba asimilar el tiempo que llevaban juntos. - Patricia - dije al fin - ¿ Por qué han venido a mi consultorio? - He engañado a mi esposo, Doctora - respondió con dolor y vergüenza - y ahora no sé qué hacer para salvar mi matrimonio. - Éramos una pareja linda - dijo él - estaba trabajando mucho últimamente, pero lo hacía para garantizarnos un futuro, pero ella lo entendió todo mal. - Yo... - balbuceó ella - solo fue
El perdón es completamente relativo. En ocasiones, nuestra boca puede emitir un perdón, pero el corazón, que es realmente importante, guarda resentimientos. En mi caso, ya estaba cansada de las constantes llamadas de Saúl, de sus súplicas vacías y de todo lo que implicaba su presencia en mi vida. Estaba dispuesta a dejarlo atrás, a retomar mi vida con Max, quien realmente me valoraba y comprendía cada una de mis luchas y tormentos, pero mi ex marido aparecía en mi departamento a cualquier hora y la impotencia y la frustración me mantenían lamentándome de haberme casado con él. Aquella tarde decidí enfrentarlo, no quería que Max se sintiera incómodo con esos extraños encuentros y, al verlo, mientras salía de mi consultorio, detuve el paso y lo encaré seriamente. - ¿Qué quieres realmente Saúl? - pregunté con molestia. - Solo hablarte, explicar... - La traición no tiene explicación y más cuando te he visto. Además... - dije con reticencia - ya eso no me importa, estoy tratan
- Buenos días - saludo mirando al nuevo matrimonio que se encuentra frente a mí. Detallan el lugar, buscando quizás una señal de opulencia, pero, a lo largo de los años, he intentado mantener la calidez y la sencillez en la estancia, porque solo busco crear un ambiente agradable, no exótico ni sofisticado. Los invito a sentarse con un ligero gesto de las manos y, acomodándome frente a ellos, comienzo mi discurso. - Soy la Doctora Nicole Jonson, psicóloga, sexóloga y especialista en terapias de pareja. Quiero agradecerles, porque escogieron mi consultorio para resolver los problemas que están afectando a su relación, por lo que, si están aquí, es porque quieren salvar su unión, ahora los invito a que sean sinceros, hablen sin reservas y me digan por qué necesitan de ayuda especializada para lidiar con las dificultades que hoy los afectan. Miro los papeles que Isabel ha dejado encima de mi escritorio, con los datos personales de ambos cónyuges, Amanda y Evelio Miranda, 26 y 28 a
Regreso, como cada tarde, a la casa, ansiosa por descansar. A veces escuchar, durante todo el día, los problemas ajenos agobian y más si intentas buscar un balance, en tu mundo, que te permita retomar tu vida, partiendo de tus potencialidades y carencias. Max viene a mi mente como mi tabla de salvación, el puerto seguro donde no existe peligros de naufragio y tomo el teléfono, buscando la forma de calmarme con su voz. - ¿Nicole? - pregunta extrañado. - Te extraño - susurro - necesitaba escuchar tu voz. - Yo también te extraño, hoy no trabajo. ¿Puedo ir a verte? - interroga con cautela. - Me encantaría - digo tratando de controlar la emoción. El joven se está volviendo imprescindible para mí, mientras besa mis labios con ternura, no puedo dejar de pensar en todo lo que me hace sentir con su sola presencia. - Llego en 30 minutos - dice con determinación. Lo recibo con alegría y el deseo apremiante de ser suya una vez más. - Te amo - dice mientras disfrutamos del moment