Gema gana un puesto de trabajo un tanto peculiar y comienza a trabajar para un magnate engreído, tan peligroso como hermoso y frío como el hielo. Ella desea acabar con sus problemas y Colin Blackwell solo quiere una sirviente personal. Él un jefe insoportable. Ella una mujer paciente. Él un insolente. Ella un diamante en bruto. ¿Se rendirá ante las pretensiones y el amor de su jefe? ¿Se rendirá él ante tanta dulzura y carácter? La disputa comienza. Novela perteneciente a la saga EL AMOR DEL JEFE que consta de dos historias más que son: ATADA A ÉL y SEÑORITA JACKSON. No es necesario leer en orden, son historias independientes cada una.
Leer más»A partir de ahí se dedicó a tratar de derrumbarme y querer asesinarme para apoderarse de las zonas que me habían hecho ganar fama y dinero. Desea que el prestigio de la corporación decaiga y justo ahí entrará él para hacerse con todo lo mío cuando mi mamá y tú no puedan más con las riendas. Me siento tan tonto al no haberme dado cuenta de sus intenciones, el que estuvo detrás de los atentados siempre fue el maldito mequetrefe ese. —Apretó el volante y negó con la cabeza, lamentándose. Gema no lograba entender cómo otra persona podía arruinar la vida de otra así, con tal perversidad. —Tu madre y yo hemos estado a punto de vender y subastar, pero no lo hemos hecho porque teníamos la esperanza de verte otra vez. Es tan difícil llevar el manejo de mis tiendas y a la vez la corporación, se necesitan de muchos conocimientos y gente de fiar. —Lo tomó
Londres-Dos años más tarde... —¡Señora Blackwell! ¡Espere! —gritó su asistente, intentando alcanzarla. —Camina más rápido, no tenemos mucho tiempo… —respondió sin prestarle mucha atención al jovencito que corría detrás de ella. —No sé cómo puede caminar tan rápido con esos tacones… —susurró. Abrió las puertas de la oficina y se acomodó en un mullido sofá que estaba en la esquina. La periodista ya se encontraba sentada en un sillón y el camarógrafo listo en su sitio. Revisó una última vez el vestido negro con mangas largas que llevaba puesto y acomodó su cabello largo y tinturado de rubio. —Comenzamos en cinco, cuatro, tres, dos, uno… —La voz del camarógrafo se escuchó fuer
Cuando volvió a la oficina, vio una apuesta silueta muy conocida sobre su escritorio.—Buenas tardes, linda… —La sonrisa de Matthew se esfumó cuando bajó la mirada hacia el vientre femenino, pero luego volvió a sonreír un tanto sorprendido.—Buenos tardes, Matt. —Le dio un beso en la mejilla—. ¿Y ese milagro que vienes a visitarme? Tenía meses sin verte.—Pasaba por aquí y me pregunté si mi hermosa amiga se alegraría de verme —sonrió ampliamente.—¡Pero claro que sí! ¿Cómo estás?, ¿qué tal va todo con la agencia? Por ahí me enteré de... La música de piano se oyó varios segundos después y su padre la tomó de la mano, avanzaron despacio por el camino de pétalos que había en el suelo. Suspiró notoriamente nerviosa y miró hacia el frente, su mirada cayó en la de Colin, él se veía tan nervioso como ella, pero también la miró con mucho amor y algo más. Al llegar frente a ellos, Lorie soltó el brazo de su hijo y fue Gema quien tomó su mano, la cual estaba muy sudorosa, por cierto. Giraron hacia el notario que ya se encontraba detrás de aquella mesa ancha y con algunos papeles sobre ella, los cuales enfriaron de inmediato el romanticismo en la ceremonia. Enseguida empezó con los saludos pertinentes y continuó leyendo tantos artículos, tantos que perdió la cuenta… Luego de algunos quince minutos de pie y escuchando la palabrería del notario, a Gema empezó a darle comezón en las piernas. Colin miró al techo y sonrió con gracia, paciente.CAPÍTULO 37
Un sollozo desgarrador salió de su garganta, no pudo contener el llanto, nunca imaginó verlo morir así. Nadie tenía por qué morir así, ni siquiera el más malo.—¿Papá…? —Lo sacudió un poco, pero ya no reaccionó. Se levantó conmocionada y le dio una bofetada a Katherine. —¡Eres una maldita perra loca! ¡Te odio! ¡Te odio! —gritó desconsolada.La rubia le devolvió el golpe el doble de fuerte y la pelirroja se fue de bruces contra el piso.—¡No la toques! —Colin reaccionó violento y empujó a Karol, por lo que el revólver trastabilló hasta llegar cerca del brazo de Gema y ella lo agarró sin pensarlo dos veces.
Ya estaba anocheciendo y no veía a Colin desde el mediodía, ya que se encontraba en una reunión amical junto a algunos socios chinos. Le envió un mensaje al móvil, diciéndole que se iba enseguida porque tenía algo importante que hacer. Agarró el bolso y salió de la oficina rápidamente. Media hora después, se detuvo frente a la puerta y tocó el timbre. Su tía Helen abrió con emoción y la guió hacia la habitación de Katherine, para que Gema acomodara la caja de regalo sobre la cama, haciéndolo ver como una gran sorpresa. —¡Ya vuelvo, se me van a quemar las galletas! —La señora salió corriendo hacia la cocina. No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero comenzó a buscar lo que fuera en los cajones: revisó el closet, el cual tenía almacenada una caja en el fondo, la tomó con prisa y quitó la tapa; había hojas y tod
Se paró de la mesa y corrió hacia él, llenó toda su cara de besos y le repitió tantas veces que lo amaba. Él se encontró sonriendo con ternura y viéndola con adoración.—¿¡Qué!? ¿Bromeas? ¡Ese es el restaurante del famoso Samuel Village!—Te va a encantar apenas lleguemos.—Cuando estemos ahí, tómame fuerte para no caer.Tomó asiento sobre sus piernas y lo llenó de besos otra vez.—Lo haré, mi preciosa… —rió a carcajadas.La noche llegó, así que eligió ponerse un vestido ajustado de color
Suspiró al llegar a una casa bastante peculiar. Era un poco modesta por fuera, pero por dentro se notaban los lujos. Tocó el timbre y su tía abrió la puerta, al ver a Gema sonrió espléndidamente. Helen era la hermana menor de Giselle.—¡Sobrina! ¡Qué bien que has venido a visitarnos!—¡Hola tía! ¿Cómo estás?—Estoy muy bien, ¿y tú? Pero pasa, pasa… —La llevó hacia la sala de estar.Tomaron asiento en el gran sofá blanco.—Estoy bien, tía. Y, ¿Katherine dónde está? La última vez que la vi me pareció que andaba alterada.
Vieron la majestuosa puesta de sol y fue simplemente mágico. Quisieron que esa fuera la primera de muchas veces más estando juntos y siendo tan felices. —Ya que el sol se ha ido, ¿te parece bien ir a cenar? —Observó a Colin muy concentrado en el agua, y como no le prestó atención de nuevo movió su brazo. —Está bien linda, vamos a cenar, pequeña tragona —susurró juguetón. —¡Oye! —gritó indignada y se lanzó sobre su ancha espalda. —Tan pequeña... —Acarició su cabeza desde lo alto, ya que era un gigante delante de ella. Refunfuñó algo molesta. No lo vio venir, cuando reaccionó Colin ya la había levantado y puesto sobre su hombro cual costal de papas. Suspiró rendida y cerró los ojos dejándose llevar.