La música de piano se oyó varios segundos después y su padre la tomó de la mano, avanzaron despacio por el camino de pétalos que había en el suelo. Suspiró notoriamente nerviosa y miró hacia el frente, su mirada cayó en la de Colin, él se veía tan nervioso como ella, pero también la miró con mucho amor y algo más. Al llegar frente a ellos, Lorie soltó el brazo de su hijo y fue Gema quien tomó su mano, la cual estaba muy sudorosa, por cierto. Giraron hacia el notario que ya se encontraba detrás de aquella mesa ancha y con algunos papeles sobre ella, los cuales enfriaron de inmediato el romanticismo en la ceremonia. Enseguida empezó con los saludos pertinentes y continuó leyendo tantos artículos, tantos que perdió la cuenta…
Luego de algunos quince minutos de pie y escuchando la palabrería del notario, a Gema empezó a darle comezón en las piernas. Colin miró al techo y sonrió con gracia, paciente.
Cuando volvió a la oficina, vio una apuesta silueta muy conocida sobre su escritorio.—Buenas tardes, linda… —La sonrisa de Matthew se esfumó cuando bajó la mirada hacia el vientre femenino, pero luego volvió a sonreír un tanto sorprendido.—Buenos tardes, Matt. —Le dio un beso en la mejilla—. ¿Y ese milagro que vienes a visitarme? Tenía meses sin verte.—Pasaba por aquí y me pregunté si mi hermosa amiga se alegraría de verme —sonrió ampliamente.—¡Pero claro que sí! ¿Cómo estás?, ¿qué tal va todo con la agencia? Por ahí me enteré de...
Londres-Dos años más tarde... —¡Señora Blackwell! ¡Espere! —gritó su asistente, intentando alcanzarla. —Camina más rápido, no tenemos mucho tiempo… —respondió sin prestarle mucha atención al jovencito que corría detrás de ella. —No sé cómo puede caminar tan rápido con esos tacones… —susurró. Abrió las puertas de la oficina y se acomodó en un mullido sofá que estaba en la esquina. La periodista ya se encontraba sentada en un sillón y el camarógrafo listo en su sitio. Revisó una última vez el vestido negro con mangas largas que llevaba puesto y acomodó su cabello largo y tinturado de rubio. —Comenzamos en cinco, cuatro, tres, dos, uno… —La voz del camarógrafo se escuchó fuer
»A partir de ahí se dedicó a tratar de derrumbarme y querer asesinarme para apoderarse de las zonas que me habían hecho ganar fama y dinero. Desea que el prestigio de la corporación decaiga y justo ahí entrará él para hacerse con todo lo mío cuando mi mamá y tú no puedan más con las riendas. Me siento tan tonto al no haberme dado cuenta de sus intenciones, el que estuvo detrás de los atentados siempre fue el maldito mequetrefe ese. —Apretó el volante y negó con la cabeza, lamentándose. Gema no lograba entender cómo otra persona podía arruinar la vida de otra así, con tal perversidad. —Tu madre y yo hemos estado a punto de vender y subastar, pero no lo hemos hecho porque teníamos la esperanza de verte otra vez. Es tan difícil llevar el manejo de mis tiendas y a la vez la corporación, se necesitan de muchos conocimientos y gente de fiar. —Lo tomó
Era el inicio de la primavera en la bella ciudad de Londres, el tibio clima dejaba a un lado los días fríos y lluviosos del invierno pasado. Sin embargo, el magnate lidiaba con un millonario y sorpresivo robo en su mansión.Ella, con sus atributos físicos y rostro angelical, esperaba lograr eludir las acusaciones. No obstante, nada imaginaba, ni siquiera se le cruzaba por la cabeza prever las artimañas de su perverso jefe.—¿Ocurre algo? —Se le borró la sonrisa pícara al notar la mirada severa de Colin Blackwell, su jefe no parecía estar de buenas esa mañana—. ¿Señor… ? —preguntó de nuevo, sintiéndose casi descubierta.—¿Señor...? —La imitó con un tono de v
Tres meses más tarde... Gema tarareaba una canción sintiendo la fresca brisa acariciar su rostro, mientras iba de camino a su trabajo en su adorada bicicleta. No era una amante de los deportes, pero vaya que le encantaba pedalear cada vez que podía. Su vida era como hacer malabares, iba de aquí para allá casi todo el día y compararse con una hormiguita arriera le quedaba pequeño. Siempre había querido una vida mejor para ella y sobre todo para sus padres casi ancianos, por eso trabajaba en un restaurante de comida variada que se encontraba a dos calles de la plaza de Covent Garden y cerca de la Royal Opera House. Tanto la plaza como sus alrededores hacían del lugar algo atractivo para los turistas y ciudadanos. —¡Buenos días! —Abrió la puerta y el tintineo de la campanilla se oyó en la entrada. Entró al restaur
La voz de su madre la sacó de sus pensamientos y ella dio un respingo. —Gema... ¿Dónde tienes esa pequeña cabecita? —La miró con ojos tristes. —En ningún lugar mamá, solo pensaba. El médico dijo que tomando sus medicamentos y guardando reposo, vivirá muchísimos años más... —Intentó animarla. Giselle negó, sabía que no podrían permitirse todos esos gastos. —¿Y con qué dinero vamos a comprar los medicamentos? —El semblante se le ensombreció. —Los medicamentos los cubre el hospital, mamá, ¿lo habías olvidado? —Le mintió. Ya buscaría una forma para juntar el dinero. —¿De verdad? No recordaba. Bueno, si es así me quedo más tranquila... —El rostro de Giselle se iluminó y sonrió. S