VI Propuesta indecente

Una conciencia sucia solía ser causa de insomnio en las gentes de buen vivir y moral férrea, y eso creía ser Úrsula, pero luego de un día sometida a tanto estrés y presión, los ojos se le cerraron en cuanto se acurrucó sobre la colchoneta que hacía las veces de cama. Pronto recuperaría su cama.

Sus ojos, cansados y enrojecidos, se abrieron de par en par cuando recibió un mensaje. Era su jefe de mentiritas.

¡Santo Dios! La había descubierto. Se levantó de un brinco y corrió a la ventana. Ningún contingente policíaco rodeaba la casa, el vecindario seguía en silencio. Bill había dicho que robar secretos empresariales no era delito, pero evidentemente podía mentir, si era él quien le pagaba para hacerlo.

¡¿Cómo no se le ocurrió antes?! Tendría que informarse al respecto.

Volvió a la colchoneta y cogió el teléfono como si fuera radiactivo.

A. Kamus: Hola, Daniela. ¿Podemos hablar? Espero no haberte despertado.

Daniela asistente: Acababa de meterme a la cama. ¿Qué ocurre, señor Kamus?

Él
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