V ¿Perros o gatos?

—¿En qué tanto piensas, amor? Has estado muy callado —dijo Ana María.

—En nada, es sólo que... Es increíble que haya personas capaces de abandonar a estos cachorritos tan bonitos.

Todos los sábados, Mad acompañaba a su novia a hacer sus obras de caridad. Era algo que los apasionaba y unía como pareja. En esta ocasión visitaban un refugio de animales rescatados de las calles.

—Eso es porque no han dejado entrar a Dios a sus corazones. Si lo hicieran, sus vidas serían más felices y las de quienes los rodean también.

—Amén —dijo Mad.

Donar dinero al refugio era sencillo, sobre todo considerando que, pese a tener una deuda con él, Antonio le pagaba por sus servicios. Y luego de los últimos eventos gracias a la información proporcionada por Amalia, se había ganado una buena suma.

Ana María reía jugando con los cachorritos. Mad fue a sentarse a un rincón donde un perro grande y viejo miraba con serenidad. No buscaba llamar la atención de los visitantes con sus monerías, ya sabía que esa
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