Tras la muerte de Ethan Hudson y al descubrir que Adrián (El joven que la visitaba en sueños es real) Victoria Montesinos parte de regreso a su país para superar el dolor de su pérdida y descubrir quien es en realidad. Ella se dirige inadvertidamente hacia un destino incierto que la llevará a enfrentarse a nuevos miembros del clan Palacios, entre ellos el tercero anunciado en sus sueños, Tristán Palacios, quien la hará cuestionar sus sentimientos y le hará descubrir que siempre volvemos a amar. A pesar de que la familia Palacios no es desconocida para ella, la curiosidad que la joven mujer siente por las vidas de cada uno de los miembros de esta familia, que habitan la hacienda «El Renacer» antiguo castillo oculto en las montañas, la motivan a entrar más en los secretos de estas extrañas personas. Sin embargo, pronto descubre que los miembros de la familia aristocrática la han estado esperando desde épocas inmemoriales. A pesar de su elegancia, gran belleza y singularidad, un secreto familiar y un oscuro halo de misterio recae sobre ellos, especialmente en Victoria Montesinos, cuyos descubrimientos la dejarán sin aliento.
Leer másAlbertoEl trabajo me había consumido por completo en los últimos días, hasta el punto de no dejarme espacio para pensar en mi vida personal… ni en la mujer que últimamente se había instalado en mi mente sin permiso.—Cuando morimos, no nos llevamos nada material, solo lo vivido… —reflexioné en voz baja mientras me asomaba por la ventana.Aquella noche se sentía distinta. No sabría explicar por qué, pero algo en el aire había cambiado. Incluso el viento parecía soplar con una cadencia diferente.—Debe ser el estrés… —me dije, intentando racionalizar la sensación.Suspiré y dejé que mi mente viajara a un pensamiento más placentero.—Rebeca…Su nombre escapó de mis labios como un susurro. Me dirigí a la mesa de licores, serví un vaso de whisky y me acomodé en el sofá de la biblioteca. Me descalcé, desabotoné un poco la camisa y, con el control en mano, encendí el reproductor de música. Las suaves melodías clásicas llenaron la habitación, envolviéndome en una burbuja de tranquilidad. Por
Sentí cómo la mirada se me escarchaba con cada palabra de Tristán, mientras mi alma temblaba bajo el peso de su dolor. No quería marcarlo con mi cruz negra, pero ya era demasiado tarde para lamentaciones. Él percibió mi pesar y, en su infinita nobleza, intentó aliviar mi carga.—No te sientas mal —dijo suavemente—. Lo he visto en ti muchas veces, lo esperaba… pero jamás imaginé que dolería tanto. Tú y Adrián finalmente se han encontrado; tu espera ha terminado. Sin embargo, no puedo evitar que este reencuentro me llene de amargura. Aunque me veas bromeando siempre, esta es la verdad.—Lo sé —murmuré en un hilo de voz.Tristán esbozó una sonrisa triste antes de soltar un suspiro pesado.—Qué ironía la mía al creer que… tú serías para mí.—Tristán, por favor, detente —rogué, sintiendo cómo mi propia voz se quebraba—. Estoy rota por dentro… y lo último que deseo es romper a otros en el camino.Él se levantó con un gesto brusco y comenzó a caminar por la habitación, perdido en sus pensami
No me podía quedar de manos cruzadas. Leo sonrió y luego me ignoró. Entendí que iba por Tristán, entonces sentí bajo mis manos un tronco; lo agarré y se lo partí en la espalda, él giró a verme sonriendo, mostrando los colmillos y su perturbadora faz. —¿Quieres pelea?… —No le dejé terminar la oración y permití que mi adrenalina respondiera su pregunta. Me fui contra él con fuerza, mis rabihats se volvieron a encender y mordí su cuello arrancando un tajo de su repugnante piel y la escupí echándola a un lado. Leo gritó. —¡Maldita, voy a darte una buena golpiza por esto! —Tristán volvió a levantarse y nuevamente se abalanzó sobre él. —Vas a tener que extinguirme, Leo, y no te lo voy a poner fácil. ¡Tú no tocas a Victoria! —¡Entonces que vayan ardiendo las piras! Porque luego de dejarte seco y desmembrarte, pienso quemarte —en acto seguido enfundo a Tristán con una velocidad increíble, neutralizándolo, quedando su cuello a merced de aquella bestia. No pude más, y me ace
—¡Victoria, corre! ¡Los buitres ya vienen! Han estado acechando, esperando el momento en que bajemos la guardia. Tenías razón… No habrá piedad. Ha llegado la hora de pagar.—¿Y crees que voy a huir y dejarte aquí solo? ¡Estás delirando!—¡Vete! Yo sé cómo enfrentar esto.—¡Cállate, Tristán! —le grité, aferrándome con fuerza a su pecho. En ese instante, la lluvia comenzó a caer con furia, y el paisaje, antes sereno, se tornó hostil y amenazante.—Si perdemos la confianza en nosotros, entonces si estaremos perdidos… —susurré, mis labios apenas rozando los suyos.—No tienes idea de lo que nos espera… No sé si podré soportarlo. Pero hay algo de lo que sí estoy seguro: vale la pena… Por ti, todo, Victoria. —Su voz tembló por un instante, y luego su expresión cambió. Sus ojos reflejaron algo oscuro, un rastro de temor que no había visto antes. Algo lo alteraba. El mal estaba cerca.—Se están acercando… Nos quieren a los dos, puedo sentir sus garras. ¡Debes huir ahora!—¡No lo haré! ¿Qué par
—Lo intento, pero no puedo… Victoria, aunque no lo creas, no soy de piedra. A veces las emociones, muchas de ellas oscuras, me arrastran. Cuando te veo, lo primero que percibo es tu amor por el centinela, aunque sé que para estar juntos les espera un largo camino.—No vine aquí para hablar de él… Entre Adrián y yo no puede haber nada.—Eso no te lo crees ni tú misma. Puedo sentir el fuego que llevas dentro; te consume. Adrián, te quema, aunque no lo admitas.—¡Si vas a seguir con eso, será mejor que regresemos!—No te enojes. A mí me gusta que sientas amor; es lo que te mantiene arraigada a la humanidad. Siempre me preocuparé por aquello que intente apagarte.—Aun así, te pido que no lo menciones más.—Solo intento distinguir qué es borroso y qué es claro.—Tristán, ya no busques el dolor en mí.Esta vez fui yo quien acarició su rostro. Su piel, cálida y suave bajo mis dedos, parecía contradecir la fuerza que emanaba de él. Pero, mientras lo hacía, las imágenes de Kalia y Romina irrum
Me quedé observando a ambas con una sonrisa amplia, sorprendida por cómo mi sangre no solo había hecho psíquica a Abby, sino que además le había permitido dominar el español con tanta rapidez y fluidez. Abby tomó la iniciativa tras las palabras de Alexandra y comenzó a arreglar un morral con ropa suficiente para una noche.—Voy encendiendo el carro —anunció Alexandra, dejándome a solas con Abby.Abby apenas esperó a que Alexandra saliera para girarse hacia mí con expresión seria.—Ni se te ocurra —dijo, con un tono que no admitía discusión.—¿Ni se me ocurra qué, Abby?—Darle más sangre a Tristán.La intensidad de sus palabras me dejó helada.—¿Por qué dices eso? —pregunté, desconcertada.—Porque puedo ver cosas que tú no —respondió, como si fuera lo más evidente del mundo—. Y sé que, aunque te lo diga, vas a ignorarme y lo harás de todos modos.—Abby, el sol empieza a dañarlo. No puedo quedarme sin hacer nada.—Lo entiendo —respondió con un suspiro, pero su voz no perdió firmeza—. Aun
Fuimos al patio trasero, que era bastante amplio y aislado; ahí no llegaban los curiosos. —¿Lista? —Eso opino… —Agnes sonrío y me guiño el ojo. —Sé que algunos del bando contrario ya te han dado un introductorio, pero en defensa yo quiero que te concentres y resaltes los dones que posees —puso en marcha su clase. La expresión de Agnes fue cambiando repentinamente y la tenses borró de golpe la sonrisa que adornaba su cara. Se levantó del suelo con la rapidez de un leopardo. Comencé a mirar furtivamente por todo el patio, mi padre aún estaba internado en el despacho, y ni siquiera se veían rastros de Alexandra y Abby. —¿Qué sucede Agnes? —le pregunté rápidamente. —Estoy sintiendo la presencia de un hijo de la noche, ¡de un asqueroso hereje! —declaró. Los ojos experimentaron una alteración, evidenciando una actitud perspicaz. —No te ofusques, bájale; no siento que sea maligno —le aseguré, sabiendo dentro de mí que se trataba de Tristán, pero mis palabras, aunque
Victoria.Días después. Mi abuela me brindó ayuda para comprender mi nueva naturaleza y me prohibió ir al Renacer para enfrentarme a Kalia. Esta petición me costó obedecerla, pero Tristán estaba desaparecido y me aturdía. Parecía que Arantxa había llegado a un paréntesis de tranquilidad en el que se había asignado la tarea de escabullirse. Abby me indicaba que la tranquilidad aparente se originó en la revelación de Alyan en la noche en la que nos rescató de Luthzer. Asimismo, me indicó que era fundamental que me alejara de los bandos y luchar por alejarme, aunque sea un poco mi afecto hacia Adrián, con el propósito de comprender los designios. En ese momento, mi pregunta era… ¿Sería capaz de comprender los designios? ¿De qué manera lo conseguía? Salí de casa y me senté en la grama del enorme patio trasero, absorbiendo el olor de los preparados de mi abuela que me tocaban desde lejos. Me fui recostando hasta que mi vista quedó fija en el cielo azul. Dentro de mis pensamientos s
Todos los perros comenzaron a aullar de manera desgarradora, Abby empezó a murmurar unas palabras en arameo, logrando que Luthzer se le crispara el rostro pálido. Vi sus intenciones, la iba a lastimar. Me interpuse y me abalancé sobre él, cayendo los dos lejos de Abby. Luthzer me agarró del cuello y me lanzó contra el suelo fácilmente. —¿Crees que dispone de la capacidad para enfrentarme? —La ten… tendré —dije con dificultad. Luthzer me acercó a él y me tomó por los cabellos como si me fuera a arrancar el cuero cabelludo. —No la tendrás —me aseguró—. En aquel momento coloqué mis palmas en su pecho y permití que mi naturaleza recién adquirida hiciera lo suyo, quemándole la piel lechosa