250Dimitri se inclinó hacia atrás en su silla de cuero, con el teléfono móvil pegado a su oído y el ceño fruncido de frustración. La luz tenue de su oficina proyectaba sombras largas en las paredes, haciéndolo parecer aún más siniestro.—¿Y? ¿Ya habló? —preguntó, su tono cortante reflejando su impaciencia.Al otro lado de la línea, uno de sus hombres dudó antes de responder. Sabía que Dimitri no toleraba la incompetencia.—Aún no dice nada, jefe. El tipo insiste en que no sabe nada… Pero podríamos pasar a cortar, ¿no? —La sugerencia del matón estaba cargada de sadismo, y su risa áspera resonó al otro lado de la línea.Dimitri apretó los dientes, considerando la propuesta. Había invertido mucho tiempo y dinero en retrasar el juicio, pero no había logrado poner sus manos en la evidencia que buscaba. El amigo de Julieta era su única pista, y eliminarlo ahora sería desperdiciar una oportunidad valiosa.—No. Espera un momento. —Su voz salió fría, calculadora—. Déjalo allí, sin agua n
251El rugido de los motores se había apagado hace unos minutos, pero todavía no se movían de la carretera desierta. Marcelo estaba mirando al frente, su mirada fija y decidida mientras Julieta, estaba a su lado esperando, sostenía el dispositivo con el rastreador que indicaba la ubicación exacta de Tomás. Cada segundo contaba, y ambos lo sabían.—Estamos cerca de recuperarlo —dijo Julieta, revisando el mapa en la pantalla—. El GPS marca una bodega abandonada al final de la calle —señaló hacia el lugar.Marcelo asintió y apretó los puños. Atrás, dos camionetas llenas de hombres entrenados seguían esperando instrucciones, las otras dos ya estaban en posiciones. Julieta había movilizado todo lo que tenía a su disposición para rescatar a su mejor amigo.La bodega se alzaba frente a ellos, oscura y silenciosa, como un animal agazapado esperando atacar. Marcelo apagó las luces del auto y señaló a los hombres que se prepararan.—Julieta, quédate aquí —ordenó Marcelo, su tono firme pero prot
252—Ya voy al límite, Julieta —respondió Marcelo con la mandíbula apretada—. No te preocupes, lo llevaremos a tiempo.Tomás murmuró algo inaudible y se movió ligeramente, lo que hizo que Julieta se inclinara más cerca de él.—Estoy aquí, Tomás. No te preocupes. Vamos al hospital —le dijo, acariciando suavemente su cabello.—Duele… todo duele —murmuró él con voz apenas audible y los ojos cerrados.—Lo sé, lo sé —respondió Julieta, con lágrimas en los ojos—. Pero estarás bien. No voy a dejar que te pase nada. ¡Tiene fiebre!Cuando llegaron al hospital, ya había personal médico esperando. Marcelo había llamado de camino para informarles que llevaban a un paciente en estado crítico.—¡Rápido, necesitamos una camilla! —gritó Julieta al bajarse de la camioneta.Dos paramédicos llegaron corriendo con una camilla. Marcelo y uno de los hombres ayudaron a levantar a Tomás con cuidado, mientras los médicos les pedían espacio.—¿Qué le pasó? —preguntó uno de los médicos.—Fue… golpeado
253No Me Iré Sin EllaDimitri respiraba con dificultad, sus ojos brillando con una furia que parecía consumirlo desde dentro. El vaso que había lanzado al fuego crepitaba entre las llamas, mientras los restos de su escritorio yacían desperdigados por toda la habitación. Papeles rotos, una lámpara caída, y un par de plumas destrozadas completaban el caos.—¡Todo este maldito plan arruinado! —gruñó Dimitri, golpeando con el puño la madera astillada del escritorio.Fernando, sentado en una silla cercana, trataba de mantenerse calmado, pero el sudor en su frente lo traicionaba. Las palabras de Dimitri eran cada vez más erráticas, y la sombra de Ignati, el hombre al que ambos temían, parecía crecer en cada rincón de la habitación.—Es solo una mujer, Dimitri —intentó calmarlo Fernando, limpiándose el sudor con un pañuelo arrugado—. Max está en la cárcel, sí, pero Julieta no es una amenaza real. Solo es astuta porque sabe aprovechar los recursos a su disposición.Dimitri lo fulminó co
254—¿De verdad? ¿El señor Santori te dijo algo? —preguntó, la emoción vibrando en cada palabra.—Me apoya… siempre y cuando no toquemos a Ignati. Solo a Dimitri —aclaró Alejandro, mientras le daba un ligero pellizco en el trasero— Dimitri está en malos termino con el Pakhan es por eso que Gio consideró que podíamos ir en su contra, y si tengo un respaldo es mucho mejor, no queremos a Frejya encima de nosotros.Ya Alejandro le había explicado sobre eso, la Reina del inframundo no era alguien que podías jugar y ella no se metía con las organizaciones a menos que el orden se viera afectado. Decían que era la Reina del inframundo, pero la verdad era que dominaba el mundo con su dedo meñique, a Liliane siempre gustó ser así de poderosa que esa mujer.—¡Ay! —protestó ella, sobresaltada, pero no podía ocultar la sonrisa traviesa que se formó en sus labios y lo besó sensualmente pidiendo otra ronda.—Vístete, conejita. Tenemos que salir —ordenó Alejandro, con su tono decidido y una mirada qu
1 POV Julieta Mi respiración estaba atascada en mi garganta mientras él bombeaba sin descanso dentro de mí, una explosión se acumulaba en mi vientre bajo ya familiar para mí. Miré sus hermosos ojos de azules que me devolvían la mirada de manera cálida. Era el único momento que teníamos donde no era como el hombre de las nieves, frío y distante. Siempre era tan frío en el trabajo, que me siento privilegiada cuando la calidez entra en su mirada y solo es para mí, compaginando con su cuerpo caliente. Sus musculosos brazos sostenían todo su peso me besaba de manera ardorosa mordiendo mis labios casi con saña. Me entrego sin vergüenza al único hombre que he amado siempre. Llegamos a nuestro clímax casi al mismo tiempo y me siento en las nubes. Como cada vez. Aún mi sudor no se había secado cuando él ya estaba levantándose de la cama y metiéndose al baño. Suspiré un poco triste, pero ya acostumbrada porque nunca fue el tipo de hombre que se acurruca y se queda horas hablando o simpl
2POV JulietaLos murmullos en la oficina empezaron a crecer en toda la oficina, sus compañeros de trabajo eran bastantes chismosos y amaban regarlo en los demás pisos de la compañía.—Pensé que salía con Julieta, juraba que era su amante —dijo un hombre al que la misma Julieta había rechazado con educación en varias ocasiones.—Liliane es más bonita, mírala —dijo alguien más— toda la clase y la belleza que tiene la chica, no como ella que se cree la gran cosa.—Liliane siempre ha hecho gran pareja con el señor Maximiliano, no sé porque no se casaron hace cinco años —dijo una mujer cerca de Julieta.La madre de Max la favorecía frente a su hijo y de mí misma siempre que podía, para que él no se olvide de ella. No sé por qué Max no admite que tenemos una relación, así su madre lo dejaría en paz, sería lo más fácil.—Lamento tener que decepcionarlas —dijo Max Hawks sin pizca de arrepentimiento en su voz o su rostro—. Tengo una videoconferencia…—En cinco minutos con la gente de S
3POV JulietaMe tuve que quedar hoy viernes hasta tarde para hacer unos pendientes que se retrasaron por nuestra escapada al hotel y la videoconferencia de Shanghái, él se había ido hace mucho rato.Eran las nueve de la noche cuando salí de la oficina y estaba totalmente solitario y oscuro, los demás se habían ido y me fui caminando sola hasta llegar a la estación del metro, que quedaba al menos unas ocho cuadras de Hawks Holdings. Sin embargo, era mi rutina diaria y mi único ejercicio, no importaba qué tan tarde saliera me gustaba tomar transporte público me hacía sentir menos sola.Cuando llegué a mi casa sintiendo mi alma apesumbrada, sola, vi a mi alrededor. Solo tenía alumbrada la cocina; todo lo demás estaba a oscuras. Nadie me esperaba, nadie me abrazaba. Tenía al menos cinco años sin ver a mi familia simplemente porque no quería regresar.—Que sola me veo en el futuro —solo el eco era mi compañía. Ni siquiera me atrevía a tener una mascota porque a Max no le gustaba el p