249. No hay tiempo

249

Un timbre despertó a Julieta. Aturdida por el sueño y confundida, respondió con voz entrecortada:

—¿Bueno…?

—¡Julieta! Lo siento, sé que es muy tarde, pero… es… es Tomás.

Esas palabras hicieron que Julieta se despertara de golpe, su mente aún nublada por el sueño, pero el pánico en su voz la alertó inmediatamente.

—¿Qué sucede con Tomás? —preguntó, ahora más alerta, sin poder ocultar la ansiedad en su tono—. ¿Sigue molesto o es su mamá de nuevo?

La respuesta, sin embargo, fue aún más alarmante.

—Creo… creo que fue secuestrado, y no sé qué hacer —la voz de la otra persona se quebró—. ¿Qué hago si no me devuelven a mi Tomás sano y salvo, Julie?

Julieta sintió como si el aire se le escapara de los pulmones. Un nudo se formó en su estómago, y sus pensamientos se atropellaron unos con otros, sin encontrar salida. El miedo la envolvió por completo.

—Voy a resolver esto… lo prometo —dijo Julieta apurada—. Lo haré —dije apresurada— en media hora estoy en tu casa, no te muevas, cie
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