252. Estoy aquí

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—Ya voy al límite, Julieta —respondió Marcelo con la mandíbula apretada—. No te preocupes, lo llevaremos a tiempo.

Tomás murmuró algo inaudible y se movió ligeramente, lo que hizo que Julieta se inclinara más cerca de él.

—Estoy aquí, Tomás. No te preocupes. Vamos al hospital —le dijo, acariciando suavemente su cabello.

—Duele… todo duele —murmuró él con voz apenas audible y los ojos cerrados.

—Lo sé, lo sé —respondió Julieta, con lágrimas en los ojos—. Pero estarás bien. No voy a dejar que te pase nada. ¡Tiene fiebre!

Cuando llegaron al hospital, ya había personal médico esperando. Marcelo había llamado de camino para informarles que llevaban a un paciente en estado crítico.

—¡Rápido, necesitamos una camilla! —gritó Julieta al bajarse de la camioneta.

Dos paramédicos llegaron corriendo con una camilla. Marcelo y uno de los hombres ayudaron a levantar a Tomás con cuidado, mientras los médicos les pedían espacio.

—¿Qué le pasó? —preguntó uno de los médicos.

—Fue… golpeado
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