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POV Julieta Mi respiración estaba atascada en mi garganta mientras él bombeaba sin descanso dentro de mí, una explosión se acumulaba en mi vientre bajo ya familiar para mí. Miré sus hermosos ojos de azules que me devolvían la mirada de manera cálida. Era el único momento que teníamos donde no era como el hombre de las nieves, frío y distante. Siempre era tan frío en el trabajo, que me siento privilegiada cuando la calidez entra en su mirada y solo es para mí, compaginando con su cuerpo caliente. Sus musculosos brazos sostenían todo su peso me besaba de manera ardorosa mordiendo mis labios casi con saña. Me entrego sin vergüenza al único hombre que he amado siempre. Llegamos a nuestro clímax casi al mismo tiempo y me siento en las nubes. Como cada vez. Aún mi sudor no se había secado cuando él ya estaba levantándose de la cama y metiéndose al baño. Suspiré un poco triste, pero ya acostumbrada porque nunca fue el tipo de hombre que se acurruca y se queda horas hablando o simplemente abrazándome. Me tapé con la sábana, sintiéndome de repente expuesta con un agujero en el estómago, pero en los últimos años era algo normal. Lo escuché ducharse mientras revisaba el trabajo en mi celular para tener todo al día. Siendo la asistente de Maximiliano Hawks no me puedo dar el lujo de perder detalles importantes. Escuché la llave cerrarse y poco después él salió con una toalla envolviendo sus caderas. Mis mejillas aún se ponían rojas cuando lo veía desnudo, con las gotas de agua recorriendo sus pectorales y abdominales bien trabajados. Muchas entenderían por qué acepté este trato con mi jefe. —¿No te vas a bañar? —me preguntó fríamente levantando una ceja en mi dirección—. Nos vamos en unos minutos, arréglate —me mira con algo de fastidio y deseo al mismo tiempo por mi cuerpo cubierto con una sábana blanca. Nadie sabría cómo actuaría el señor Hawks. —Sí —respondí levantándome rápidamente—. No sabía que ya nos íbamos —dije pasando por su lado. —¿Quedaste insatisfecha? —me preguntó con burla, tomando mis caderas cuando pasé junto a él— a veces eres muy golosa. Mis mejillas se pusieron coloradas de solo sentir sus brazos a mi alrededor. Él siempre afectaba mi razonamiento; mi corazón se aceleraba y mis pupilas se dilataban y mi cuerpo reaccionaba. —No, no es eso… no importa —le contesté tímidamente, no quería decirle que solo quería pasar tiempo con él. Las mujeres necesitan hacer conexión con la persona con la que están y él no era así, al principio lo respeté, pero luego me enamoré como nunca y empecé a desear más. Es solo que ya dejé de pedirlo, pero no de anhelarlo. —Nadie va a estar diciendo que dejo a mis mujeres insatisfechas, Julieta —dijo de manera fría como un ególatra, me tomó de las caderas y me levantó como si nada, lanzándome a la cama. —Max… por favor —hablé débilmente, pero mi cuerpo traicionándome como siempre hace desde que lo conocí— espera. Fueron sus últimas palabras lo que me sorprendieron aún más al poner en plural lo de “mis mujeres”, lo que me dejó en shock. ¿Tenía él otras mujeres?, me pregunté a mí misma. No me dio tiempo de protestar. Me dolían mis partes sensibles por los primeros dos asaltos, no estaba segura de querer un tercero. Solo bastaron sus labios en mi piel y sus dedos tocando expertamente mis puntos más débiles y delicados para que mi cuerpo se ablandara. Él era un hombre fogoso e insaciable, a veces no le gustaba las negativas. —¿Tienes a otro hombre que te satisface? —me reprocha una tarde en la oficina con su glaciar mirada oscura encima de mí— ¿Ya me vas a dejar para irte a abrir de piernas con alguien más? —me vociferó luego de una negativa que tuve hace dos años atrás. —¡No! Por supuesto que no —le negué enseguida. Me sentí dolida, ¿Cómo puede pensar eso de mí? Ya estando ambos vestidos luego de su arrebato, su habitual frialdad toma posesión de sus hermosos rasgos. Maximiliano Hawks era de una belleza dura y fría, como si un dios nórdico lo hubiera hecho a su imagen y semejanza. Sin decirnos nada más, salí primero para esperarlo en el auto y que él fuera después… era parte del acuerdo que firmamos hace tres años. Tal vez era demasiado tiempo siendo la amante secreta de mi jefe, pero en cuanto lo vi supe que quería que me viera. No solo me vio, también me prometió casarnos y hacer pública nuestra relación. Es solo que eso aún no llega. Cada vez que me trata solo como su asistente fuera de las puertas de la habitación de hotel, mi corazón se resquebraja un poco más. Pero soy paciente, puedo esperar un poco más. Cuando llegamos a Hawks Holdings y subimos al oído donde estaba nuestras oficinas, su familia ya lo estaba esperando en la recepción. Tragué grueso y bajé la mirada, a ellas no les gustaba que las mirara a la cara como si fuéramos iguales. No le caía muy bien a su hermana Michelle o a… básicamente nadie de esa familia. —Al fin llegas, Max —dijo su madre poniéndose de pie—. ¿Cómo es que vengo a almorzar con mi hijo y este no está? ¿Dónde estabas? ¿Cómo es que nadie sabe decirme dónde está mi hijo? Su madre, Brigitte Hawks, es una mujer rubia de mediana edad, muy elegante y con clase. Su cabello recogido en un elegante moño apretado, un vestido exclusivo y a la medida como le gusta presumir. Se levanta y le da dos besos al aire cerca de las mejillas de mi jefe, el señor Hawks. —Eso es porque trabajo, madre —dijo mi jefe sin inmutarse por los arrebatos de su madre. Yo supongo que debe estar acostumbrado a eso, yo por mi parte trato de minimizar me cada vez que ella esta cerca. La mujer era como los tiburones olían el miedo y la sangre. —Traje a Liliane Williams para que vayamos todos juntos a comer, querido ¿Recuerdas cómo solían decir que se iban a casar antes de que ella viajará al exterior? —dijo la madre sin desistir en su empeño en hacer lo que ella quería como casi siempre que se sale con la suya— acaba de llegar del exterior y quería darle una bienvenida. Mi corazón se tambalea al escuchar el nombre de la mujer en boca de la mamá de Max y admitir que salían juntos, me giró rápidamente para verla y allí estaba ella, su cabello rubio platinado suelto y enmarcando su rostro con hondas que parecen naturales, pero que de seguro es hecho en una peluquería, su vestido púrpura que llegaba a la rodilla resaltaba su esbelto cuerpo, era tan diferente a mí que resaltaba como un pulgar dolorido. No debería compararme con ella, también soy hermosa, solo que no del modo tradicional y gentil como ella. Soy más exuberante y hasta podría decir que con un buen cuerpo si me fijo en lo que dicen los hombres de mí. —¿Viste quien llegó? —dijeron en la oficina, las voces con los chismes corriéndose rápidamente. —Escuché hace una semana que regresó de Londres —dijo una chica. No pude reconocer esas voces, eran solo ruido sordo para mí— el jefe debe estar encantado en tenerla tan cerca de nuevo. La señora Brigitte amaba a Liliane, siempre contaba cosas de ellos dos juntos cuando yo estaba cerca y afirmaba que ella volvería a recuperar su lugar como lo que es, la novia de su hijo y que por eso su hijo no se casaba aún… porque la estaba esperando. ¿Es cierto? ¿La está esperando?2POV JulietaLos murmullos en la oficina empezaron a crecer en toda la oficina, sus compañeros de trabajo eran bastantes chismosos y amaban regarlo en los demás pisos de la compañía.—Pensé que salía con Julieta, juraba que era su amante —dijo un hombre al que la misma Julieta había rechazado con educación en varias ocasiones.—Liliane es más bonita, mírala —dijo alguien más— toda la clase y la belleza que tiene la chica, no como ella que se cree la gran cosa.—Liliane siempre ha hecho gran pareja con el señor Maximiliano, no sé porque no se casaron hace cinco años —dijo una mujer cerca de Julieta.La madre de Max la favorecía frente a su hijo y de mí misma siempre que podía, para que él no se olvide de ella. No sé por qué Max no admite que tenemos una relación, así su madre lo dejaría en paz, sería lo más fácil.—Lamento tener que decepcionarlas —dijo Max Hawks sin pizca de arrepentimiento en su voz o su rostro—. Tengo una videoconferencia…—En cinco minutos con la gente de S
3POV JulietaMe tuve que quedar hoy viernes hasta tarde para hacer unos pendientes que se retrasaron por nuestra escapada al hotel y la videoconferencia de Shanghái, él se había ido hace mucho rato.Eran las nueve de la noche cuando salí de la oficina y estaba totalmente solitario y oscuro, los demás se habían ido y me fui caminando sola hasta llegar a la estación del metro, que quedaba al menos unas ocho cuadras de Hawks Holdings. Sin embargo, era mi rutina diaria y mi único ejercicio, no importaba qué tan tarde saliera me gustaba tomar transporte público me hacía sentir menos sola.Cuando llegué a mi casa sintiendo mi alma apesumbrada, sola, vi a mi alrededor. Solo tenía alumbrada la cocina; todo lo demás estaba a oscuras. Nadie me esperaba, nadie me abrazaba. Tenía al menos cinco años sin ver a mi familia simplemente porque no quería regresar.—Que sola me veo en el futuro —solo el eco era mi compañía. Ni siquiera me atrevía a tener una mascota porque a Max no le gustaba el p
4 POV Julieta Así que, como dijo Michelle Hawks, pues simplemente me quedé y la vi alejarse para mezclarse con los invitados que de vez en cuando me lanzaban miradas furtivas preguntándose quien era yo. Así era yo, tenía poca fuerza de voluntad cuando de la familia Hawks se trataba. —¿Qué haces aquí todavía? —pregunta la señora Brigitte en cuanto me ve con desprecio. —Su hija me dijo que podía quedarme —le respondí sinceramente, sin verla a los ojos porque no le gustaba— así que eso hice. Ni siquiera tomé una copa de champán porque sabía que eso los enfurecería, la simple asistente no podía tomarse su costoso champán. —Ay, qué raro, Michelle haciendo caridad —dijo, mirándome como si fuera la cosa más asquerosa que había salido de la alcantarilla. Me tragué el cúmulo de emociones que tenía en la garganta y seguí parada en una esquina cuando la mamá de Max se fue al ver que no me inmutaba con sus palabras crueles. Solo unos minutos más y me voy, quiero cumplir e irme de es
5 Narrador omnipresenteJulieta trata de ignorarla, pero el ruido de desaprobación de su garganta le hizo contestar.—Que tenga buenas noches, señora Brigitte —habla de manera temblorosa, las primeras lágrimas cayendo por mis mejillas, gracias a Dios le daba la espalda.—Espero que esto te haga razonar y que te largues de una vez por todas de la vida de mi hijo, a mí no me engañas, sé cómo lo vez. Conozco a las de tu clase —me recrimina con desdén—. No perteneces a este lugar. No perteneces a Hawks Holding como tú piensas que lo haces. No seas ilusa, niña. No le llegas ni siquiera al cemento por el que pisa mi hijo.No tiene ni jodida idea de quien soy en verdad, pero está aquí como siempre para pisotearme.—Se equivoca —levanté el mentón con valentía por primera vez en tres años, sin importar mi deplorable estado—. Es su hijo el que no me llega a mí ni a los tacones. Buenas noches, Brigitte Hawks —y con eso me fui.La escuché gritar obscenidades a lo lejos, pero no me importó. S
6. Omnipresente—Bueno, cari, lo primero es lo primero, y lo primero es que comas. Luego te des un baño con agua fría para bajar esa inflamación de los ojos. Y como sabía que la cosa podía ser grave, te traje tres vestidos espectaculares para que uses hoy.Normalmente Julieta no usaba vestidos, sino faldas de tubo o pantalones y camisas de seda con una chaqueta. Le parecía más profesional para cualquier evento. Julieta no quería llamar la atención de personas indeseadas ni mucho menos que pensaran que ella solo quería coquetear con los hombres de la oficina como hacían otras mujeres. Ella solo quería trabajar y estar cerca de Max.—No sé si un vestido me arregle mi ánimo —hizo una mueca dudosa.—Cari, eso es porque no has usado mis vestidos en cuatro años. Es demasiado tiempo, cariño —suspiró dramáticamente su mejor amigo —tienes que volver a casa regia y empoderada.No me sentía así, pero tal vez sea bueno fingirlo.—Si me llama, hablaré con él hoy y, si todo fue un malentendid
7Ella se gira rápidamente para verlo con el dolor reflejado en su rostro, en cierto modo era cierto. Ella se alejó de todo y de todos por él y él se lo pagaba casándose con otra mujer, pero eso solamente era su culpa, ella se provocó esto así misma al quererlo de esa manera tan entregada.—Solía tenerlos —dijo lentamente mirando de nuevo por la ventana— es un error que no volveré a cometer.—¿Qué quieres decir con eso? —Max pregunta un poco nervioso.Ella no es así… ¿Tanto le molestó el tonto compromiso?El silencio fue la única respuesta que recibió de parte de ella, solo se quedó viendo el paisaje, ya no iba a insistir en donde claramente no la aprecian. Un regalo no cambiará eso.Luego de varias horas de camino llegaron al pintoresco de Maryland, ella veía todo con ojos soñadores y sus hombros se relajaron al ver a las personas caminar tranquilamente por sus calles, era más tranquilo que la frenética ciudad de Nueva York.Por fin Max había visto un cambio positivo en ella y logró c
8—Tú la pasas bien —le recrimina ella con desdén— te dije que quería casarme, tener hijos. Me dijiste que sí, que te diera tiempo y lo hice; te di 3 años de mi tiempo. Ahora te casaras, pero no conmigo, Maximiliano Hawks, y eso está bien —se encogió de hombros. Por eso me voy.Él la mira sorprendido, nunca le había dicho su nombre completo de esa manera tan dura y desprovista de emociones.—No soy el único que se la pasa bien aquí, ahora no me salgas con que abuso de ti. Estabas muy de acuerdo con este trato cuando lo propuse —le reprende Maximiliano enojado.—Sí, con la condición de que nuestra relación fuera pública en algún momento —le discute ella sin quedarse callada esta vez— prefieres a otra para ser tu esposa, así que es tiempo de irme.«Ya no bajaría la cabeza ante él nunca más» piensa ella.—Bueno, los planes cambiaron. Debes esperar un poco más, en unos años me divorciaré de ella —le habla como si fuera una niña de cinco años y él el papá que la reprende— Liliane regr
9POV MaxSeguí enojado todo el viaje de regreso a la ciudad y solo porque Julieta estaba malcriada hoy. No era como esperaba pasar el día, cuando llegó a la casa y me encontré con Liliane sentada en la sala hecha una mar de lágrimas y su madre consolándola. Casi puse los ojos en blanco, casi.—Al fin llegas, Max —dijo mi madre con dramatismo incluido, lo que solo me ponía de peor humor.—Sí —me senté en el sofá viendo atentamente a Liliane llorar.¿Esta era la chica que conocí de niño?Debo admitir que hace unos ocho años que no la veo, ha cambiado mucho. Es hermosa, pero todas esas lágrimas solo lo dañan todo.—Debes hablar con ella y aclararle que tú no tienes nada con ninguna mujer —ordena mi madre— en especial con esa secretaria decrepita.—Ya le expliqué lo que pasó por teléfono —respondí sin inmutarme —déjanos a sola, mamá.No estoy acostumbrado a darle explicaciones a nadie y no iba a comenzar ahora. Le mentí y le dije que me había manchado de vino y solo quería darme una duch