4. Necesito ayuda

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POV Julieta

Así que, como dijo Michelle Hawks, pues simplemente me quedé y la vi alejarse para mezclarse con los invitados que de vez en cuando me lanzaban miradas furtivas preguntándose quien era yo. Así era yo, tenía poca fuerza de voluntad cuando de la familia Hawks se trataba.

—¿Qué haces aquí todavía? —pregunta la señora Brigitte en cuanto me ve con desprecio.

—Su hija me dijo que podía quedarme —le respondí sinceramente, sin verla a los ojos porque no le gustaba— así que eso hice.

Ni siquiera tomé una copa de champán porque sabía que eso los enfurecería, la simple asistente no podía tomarse su costoso champán.

—Ay, qué raro, Michelle haciendo caridad —dijo, mirándome como si fuera la cosa más asquerosa que había salido de la alcantarilla.

Me tragué el cúmulo de emociones que tenía en la garganta y seguí parada en una esquina cuando la mamá de Max se fue al ver que no me inmutaba con sus palabras crueles. Solo unos minutos más y me voy, quiero cumplir e irme de este lugar que solo me da escalofríos, traté de ubicar a Maximiliano, pero no pude. No estaba en todo el lugar.

Hasta que simplemente todos comenzaron a aplaudir al ver a Maximiliano Hawks bajando las escaleras con una hermosa dama de su brazo, Liliane Williams. Se veían tan bien juntos, él, todo rubio de ojos marrones, mandíbula cuadrada y labios besables, con un frac a la medida y su pajarita negra. Su cabello rubio oscuro peinado hacia atrás con una estoica mirada observando a todos sus súbditos alrededor, porque así miraba él, como si fuera el rey del lugar. Ella se veía sonriente y orgullosa, y hasta un poco tímida, con un vestido blanco virginal hermoso. Su cabello rubio platinado en un peinado agarrado solo de un lado y sus rizos cayendo en ondas rubias encima de su hombro derecho. Sus labios rosados y maquillaje suave y elegante.

Todos a mi alrededor empezaron a gritar cosas como “¡Que vivan los novios!”, como si se estuvieran casando. Pero eso es imposible, él y yo nos íbamos a casar, ¿verdad?

—Liliane Williams y yo hemos decidió casarnos —el anuncio de Max era tan inexpresivo como si estuviera en una junta, no había emoción en su voz, pero... las dudas se colaban en mi corazón.

Perdí el color de mi rostro cuando Michelle se acercó a Maximiliano y le entregó la caja que yo misma fui a buscar hace unos minutos atrás.

Mi mundo se vio destruido en menos de dos segundos, por los mismos labios que hoy adoraban mi cuerpo, ahora me mataba. Vi cómo todo lo que creí una vez colapsaba antes mí. Sentí que de repente puntos oscuros aparecían frente a mi visión y me sostuve de la pared para no caerme. Obviamente, él no me había visto y, ¿para qué?

¿Serviría de algo que viera el dolor que me causa?

Yo siempre fui invisible cuando salíamos de esa habitación de hotel que visitábamos tres veces a la semana o algunos fines de semana. Eso era yo para él, un sucio secreto.

Lágrimas nublaban la visión, mi corazón se veía arrancado de mi pecho.

—Estoy tan feliz por ellos —escuché decir a mi alrededor.

—Son la pareja perfecta —dijo una chica.

—Ya era hora de que se casara —comenta un hombre gordo junto a mí como si yo no estuviera desangrándome.

—Bueno, luego de cinco años de relación era lógico, tenían que casarse —comenta una anciana con una suave sonrisa.

—No llevan 5 años, ella se fue a triunfar al exterior y lo dejó a él —cuenta a modo de chisme la mujer joven que le acompañaba.

Yo solía podía escuchar con mis piernas bloqueadas, cuando en realidad quería correr

—Pero se notan que se quieren si ahora van a casarse —mete otra una opinión que nadie le pidió.

¿Acaso todos estaban a mi alrededor solo para pisotear mi corazón?

Sus palabras suenan crueles a mis oídos, mientras sentía que metafóricamente me desangraba a sus pies.

Las palabras de los presentes a mi alrededor eran como dagas en la espalda. Cinco años. Me ha mentido siempre, no quería casarse conmigo porque la esperaba a ella.

«Esto tiene que tener una explicación» me dije a mí misma tratando de controlar mi respiración.

Sentí que debía salir de aquí, no podía respirar correctamente. Mis pulmones colapsaban. Salí a trompicones del lugar sintiendo que me asfixiaba.

Cuando tropecé con un par de personas sin poder evitarlo sentí el familiar cosquilleo en mi nuca, sabía que la mirada de Max estaba en mí, pero me negué a verle a los ojos y que me siguiera viendo de manera impersonal.

Desde que conocí a la familia Hawks, siento que la suerte no estaba conmigo. Siempre me pasaban cosas fuera de lugar, ellos siempre me humillaban incluyendo a Maximiliano Hawks, él era el primero en hundirme, solo su abuela era una buena persona y me trataba como lo que soy un ser humano. Sentía que necesitaba a alguien que me ayudara, que me rescatara del fondo del mar en donde había caído. Corrección, a donde me habían empujado y hundido hasta dejarme sin vida.

Marqué un número de teléfono que hacía al menos dos años no marcaba. En menos de tres tonos, ya me había respondido.

—La princesa se acordó de mí —dijo feliz al otro lado de la línea, él nunca me juzgaría.

—Necesito de tu ayuda —fue mi respuesta atragantándome con un sollozo.

«Aun no vas a llorar» me dije apretando las manos en puños, y poniendo la espalda más recta.

—La tienes —dijo sin pensar el hombre que me contestaba la llamada—. ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda médica?

—Necesito volver con los míos. Necesito regresar —decidí sobre la marcha.

—Pásame tu dirección, voy por ti —me dijo de repente muy serio, sin juzgar, sin rabia en su voz y las ganas de llorar se intensificaron.

Escuché tacones a mi espalda, así que colgué mientras me quedaba como una estatua en todas las escaleras de la entrada de la mansión Hawks tratando de recuperar el control de mi cuerpo.

—Te dije que me iba a deshacer de ti —habla la madre de Maximiliano— no perteneces a este lugar, Max será feliz con Lily y tendrán hijos hermosos.

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