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POV Julieta Me tuve que quedar hoy viernes hasta tarde para hacer unos pendientes que se retrasaron por nuestra escapada al hotel y la videoconferencia de Shanghái, él se había ido hace mucho rato. Eran las nueve de la noche cuando salí de la oficina y estaba totalmente solitario y oscuro, los demás se habían ido y me fui caminando sola hasta llegar a la estación del metro, que quedaba al menos unas ocho cuadras de Hawks Holdings. Sin embargo, era mi rutina diaria y mi único ejercicio, no importaba qué tan tarde saliera me gustaba tomar transporte público me hacía sentir menos sola. Cuando llegué a mi casa sintiendo mi alma apesumbrada, sola, vi a mi alrededor. Solo tenía alumbrada la cocina; todo lo demás estaba a oscuras. Nadie me esperaba, nadie me abrazaba. Tenía al menos cinco años sin ver a mi familia simplemente porque no quería regresar. —Que sola me veo en el futuro —solo el eco era mi compañía. Ni siquiera me atrevía a tener una mascota porque a Max no le gustaba el pelo de animal en la ropa. Estaba haciendo unas pasantías en Hawks Holdings cuando reconocí a Maximiliano. Su porte, su cuerpo y su rostro me enamoraron de nuevo de él. Fue su inteligencia lo que terminó de atraparme para siempre en sus manos, así que luché por quedarme en este puesto de asistente poco después de terminar mi pasantía. Pero momentos como ahora me hacían sentir sola, terriblemente sola. Tenía tres años sin vacaciones porque me negaba a dejarlo solo. Él no podría funcionar sin mí. Yo era una de las piezas más importantes en su empresa, puesto que estaba pendiente de todo aquello que él necesitara sin importar la hora, aunque eso él jamás lo admitiría. Fue una llamada lo que me sacó de mis cavilaciones y contesté sin pensar, porque el único que llamaba a esta hora siempre era Maximiliano. Pero esta vez me equivoqué, no era mi jefe para nada. —Necesito que recojas una caja con una joya exclusiva en la joyería de siempre —dijo Michelle, la hermana de Maximiliano— y más te vale que tengas cuidado con eso, que tu miserable sueldo no va alcanzar para pagar si lo pierdes, loser. —Sí, señorita Hawks —respondí, como se supone que debería responder, cuando solo quería colgarle el teléfono. Las palabras frías de la señorita Michelle no me dolían tanto como cuando venían de su hermano, a veces he pensado que es mejor irme. Él no parece quererme o que le importe un poco, pero luego lo veo y se me quita toda duda que pueda albergar mi mente cuando mi corazón lo ama como lo hace. ¿Es patético? Puede ser, no me arrepiento de amarlo con todo lo que soy. Aun no. —Y muévete, que es urgente —dijo ella con una frialdad de piedra. No dije nada más, colgó con un resoplido. Simplemente tomé mi abrigo y esta vez sí tomé un taxi y me apresuré a llegar a una de las boutiques de joyas más exclusivas que hay en la ciudad. —¿Usted es la señorita Julieta Persson? —me preguntó el encargado. Me cambié el nombre par estudiar en esta ciudad y ya era tarde para cambiarlo por mi verdadero apellido, de todas formas, es mejor así. —Sí, soy yo. Me mandó la señorita Michelle Hawks a buscar alguna joya —contesté con una sonrisa cansada. Yo suponía que la joya debía ser algún regalo para la madre de Michelle y Max. Normalmente, el señor Hawks siempre se acordaba de llevarle algún obsequio ha exigencias de ella, pero hoy no me dijo que comprara nada. Yo era la encargada de esas cosas. —La señora Hawks me dijo que no podía ser abierto por nadie, así que por favor tenga mucho cuidado con él —dijo entregándome una cajita pequeña como de anillo aretes. Al principio no lo entendí del todo, pensé que era un regalo para la señora Hawks, pero el encargado me dejó claro que fue ella quien le dijo que lo retirara. La verdad es que no entiendo muy bien, pero, sin embargo, no es mi trabajo pensar en esas cosas. Me regreso de nuevo al taxi que me está esperando y le doy la dirección de la mansión de los Hawks. En cuanto llegué, había varios carros en la entrada y pensé que tal vez era una fiesta de cumpleaños para alguien de la familia y por eso me mandaron a buscar el regalo, pero si es así ¿Por qué no lo compraron ellas hoy? El taxista se detuvo justo en la entrada y le pagué, bajándome del auto. Cargaba la misma ropa formal de la oficina así que sabía que me iba a sentir fuera de lugar, no me dio ni siquiera tiempo de cenar. Saliendo de aquí, compraría cualquier sándwich de pavo y queso fundido, cuando llegara a casa me tomaría una copa de vino, me relajaría en mi pequeña bañera durante horas. Después de todo, hoy comenzaba el fin de semana y normalmente no vería al señor Hawks. Entré buscando a Michelle, que fue quien me había mandado a buscar el regalo, o al menos a la señora Brigitte, para que recibieran el regalo y poder irme a mi casa de una vez por todas. Había al menos unas 15 personas dentro del salón de fiestas de la familia Hawks y todos vestidos de manera elegante como si de una gala se tratara y creí ver algunos reporteros tomando fotos, así que sí, me sentía fuera de lugar. Estando en aquí podía entender que eran una de las familias más ricas y antiguas del país, pero no se comparaban con otras familias en el exterior que tenían tres veces más de lo que ellos tenían. Más, sin embargo, se comportaban como esos que tenían más adquisiciones, poder y dinero que ellos. —Al fin llegas, ¿cuánto pensabas tardar?, siempre tan inútil —dijo Michelle a mi lado, llegando como un fantasma a mi lado. No me inmuté y simplemente le extendí la mano con la bolsa de regalo que me había dado el encargado de la joyería, y dentro estaba la caja. —Que tenga buenas noches, señorita Michelle —le dije con un poco de rabia en mi voz, tratando de enmascararla lo más que pude con educación. No quería problemas con Maximiliano, me giré para irme. —Muchacha tonta, deberías quedarte, la fiesta apenas comienza —sus palabras e detuvieron, la cara de satisfacción no me gustó para nada— nunca tendrás oportunidad de asistir a un evento así, quédate. —No se preocupe, señorita, muchas gracias por la invitación, pero yo debo retirarme —dije cortésmente apretando las manos en puños. Michelle creía siempre que yo era inferior a ella y eso estaba comenzando a hartarme. —Si yo digo que te quedas, tú te quedas, mugrosa secretaria —me reclama con rabia y entre dientes para que los invitados no la oigan— si te mueves hago que mi hermano te despida. No me iba a despedir, pero tal vez me regañaría y no quería eso, este año culminaba nuestros contratos, el de trabajo… y el personal. No sé si se renovará, tal vez él ya no esté interesado en mí luego de tres años.4 POV Julieta Así que, como dijo Michelle Hawks, pues simplemente me quedé y la vi alejarse para mezclarse con los invitados que de vez en cuando me lanzaban miradas furtivas preguntándose quien era yo. Así era yo, tenía poca fuerza de voluntad cuando de la familia Hawks se trataba. —¿Qué haces aquí todavía? —pregunta la señora Brigitte en cuanto me ve con desprecio. —Su hija me dijo que podía quedarme —le respondí sinceramente, sin verla a los ojos porque no le gustaba— así que eso hice. Ni siquiera tomé una copa de champán porque sabía que eso los enfurecería, la simple asistente no podía tomarse su costoso champán. —Ay, qué raro, Michelle haciendo caridad —dijo, mirándome como si fuera la cosa más asquerosa que había salido de la alcantarilla. Me tragué el cúmulo de emociones que tenía en la garganta y seguí parada en una esquina cuando la mamá de Max se fue al ver que no me inmutaba con sus palabras crueles. Solo unos minutos más y me voy, quiero cumplir e irme de es
5 Narrador omnipresenteJulieta trata de ignorarla, pero el ruido de desaprobación de su garganta le hizo contestar.—Que tenga buenas noches, señora Brigitte —habla de manera temblorosa, las primeras lágrimas cayendo por mis mejillas, gracias a Dios le daba la espalda.—Espero que esto te haga razonar y que te largues de una vez por todas de la vida de mi hijo, a mí no me engañas, sé cómo lo vez. Conozco a las de tu clase —me recrimina con desdén—. No perteneces a este lugar. No perteneces a Hawks Holding como tú piensas que lo haces. No seas ilusa, niña. No le llegas ni siquiera al cemento por el que pisa mi hijo.No tiene ni jodida idea de quien soy en verdad, pero está aquí como siempre para pisotearme.—Se equivoca —levanté el mentón con valentía por primera vez en tres años, sin importar mi deplorable estado—. Es su hijo el que no me llega a mí ni a los tacones. Buenas noches, Brigitte Hawks —y con eso me fui.La escuché gritar obscenidades a lo lejos, pero no me importó. S
6. Omnipresente—Bueno, cari, lo primero es lo primero, y lo primero es que comas. Luego te des un baño con agua fría para bajar esa inflamación de los ojos. Y como sabía que la cosa podía ser grave, te traje tres vestidos espectaculares para que uses hoy.Normalmente Julieta no usaba vestidos, sino faldas de tubo o pantalones y camisas de seda con una chaqueta. Le parecía más profesional para cualquier evento. Julieta no quería llamar la atención de personas indeseadas ni mucho menos que pensaran que ella solo quería coquetear con los hombres de la oficina como hacían otras mujeres. Ella solo quería trabajar y estar cerca de Max.—No sé si un vestido me arregle mi ánimo —hizo una mueca dudosa.—Cari, eso es porque no has usado mis vestidos en cuatro años. Es demasiado tiempo, cariño —suspiró dramáticamente su mejor amigo —tienes que volver a casa regia y empoderada.No me sentía así, pero tal vez sea bueno fingirlo.—Si me llama, hablaré con él hoy y, si todo fue un malentendid
7Ella se gira rápidamente para verlo con el dolor reflejado en su rostro, en cierto modo era cierto. Ella se alejó de todo y de todos por él y él se lo pagaba casándose con otra mujer, pero eso solamente era su culpa, ella se provocó esto así misma al quererlo de esa manera tan entregada.—Solía tenerlos —dijo lentamente mirando de nuevo por la ventana— es un error que no volveré a cometer.—¿Qué quieres decir con eso? —Max pregunta un poco nervioso.Ella no es así… ¿Tanto le molestó el tonto compromiso?El silencio fue la única respuesta que recibió de parte de ella, solo se quedó viendo el paisaje, ya no iba a insistir en donde claramente no la aprecian. Un regalo no cambiará eso.Luego de varias horas de camino llegaron al pintoresco de Maryland, ella veía todo con ojos soñadores y sus hombros se relajaron al ver a las personas caminar tranquilamente por sus calles, era más tranquilo que la frenética ciudad de Nueva York.Por fin Max había visto un cambio positivo en ella y logró c
8—Tú la pasas bien —le recrimina ella con desdén— te dije que quería casarme, tener hijos. Me dijiste que sí, que te diera tiempo y lo hice; te di 3 años de mi tiempo. Ahora te casaras, pero no conmigo, Maximiliano Hawks, y eso está bien —se encogió de hombros. Por eso me voy.Él la mira sorprendido, nunca le había dicho su nombre completo de esa manera tan dura y desprovista de emociones.—No soy el único que se la pasa bien aquí, ahora no me salgas con que abuso de ti. Estabas muy de acuerdo con este trato cuando lo propuse —le reprende Maximiliano enojado.—Sí, con la condición de que nuestra relación fuera pública en algún momento —le discute ella sin quedarse callada esta vez— prefieres a otra para ser tu esposa, así que es tiempo de irme.«Ya no bajaría la cabeza ante él nunca más» piensa ella.—Bueno, los planes cambiaron. Debes esperar un poco más, en unos años me divorciaré de ella —le habla como si fuera una niña de cinco años y él el papá que la reprende— Liliane regr
9POV MaxSeguí enojado todo el viaje de regreso a la ciudad y solo porque Julieta estaba malcriada hoy. No era como esperaba pasar el día, cuando llegó a la casa y me encontré con Liliane sentada en la sala hecha una mar de lágrimas y su madre consolándola. Casi puse los ojos en blanco, casi.—Al fin llegas, Max —dijo mi madre con dramatismo incluido, lo que solo me ponía de peor humor.—Sí —me senté en el sofá viendo atentamente a Liliane llorar.¿Esta era la chica que conocí de niño?Debo admitir que hace unos ocho años que no la veo, ha cambiado mucho. Es hermosa, pero todas esas lágrimas solo lo dañan todo.—Debes hablar con ella y aclararle que tú no tienes nada con ninguna mujer —ordena mi madre— en especial con esa secretaria decrepita.—Ya le expliqué lo que pasó por teléfono —respondí sin inmutarme —déjanos a sola, mamá.No estoy acostumbrado a darle explicaciones a nadie y no iba a comenzar ahora. Le mentí y le dije que me había manchado de vino y solo quería darme una duch
10POV Max—¿Capitulaciones? —cuestiona uniendo sus cejas en confusión.—Sí, un acuerdo prenupcial, un contrato antes de casarnos —le explico, como si fuera lerda.—Sé lo que son —murmura y levanta la cabeza para poder mirarme a los ojos con mirada ofendida— no pensé que firmaríamos nada de eso, mi familia es tan acaudalada como la tuya en todo USA.Ella cree que no voy a cuidar el patrimonio de mis abuelos y mis padres… si de verdad pensó eso está loca.—Firmarás esas capitulaciones o no hay boda, Liliane —dije encogiéndose de hombros sin cambiar de decisión— quiero cumplir con mi palabra, ayúdame a hacerlo —suspiré tratando de ser más suave con ella, pero era realmente difícil.No me sale ser una persona sensible y con paciencia cuando claramente carezco de eso.No quería casarme, pero ahora que tengo que hacerlo cuidaré de mi empresa y mi dinero. Era por eso que tenía la misma amante durante tres años, es antihigiénico y molesto tener que buscar mujeres constantemente para s
11 Omnipresente A la mamá de Max le agradaba Liliane Williams para su hijo, era una mujer con dinero y clase, casi de la misma situación económica que ellos. Era perfecta para que le diera nietos, pero el terco de su hijo se lo ponía muy difícil y era estresante para ella.—Mejor me voy —dijo la dulce voz de Liliane levantándose de la mesa.A Liliane le costaba mantener la compostura y su cara afligida cuando solo quería gritar como una loca y despotricar sobre lo grosero que siempre es el presidente Hawks con ella y lo seco e impersonal que es Maximiliano, pero ella quería formar parte de esta familia. Lo necesitaba y no pensaba darse por vencida tan fácilmente.—Te acompaño a la puerta —contesta Brigitte, levantándose de la mesa y siguiendo a la chica que se veía temblorosa y algo pálida— deberías seguirlo y ver a donde va en verdad —aconseja la futura suegra mirándola a los ojos.—¿Qué cosa dice? —pregunta fingiendo estar asombrada— no creo que sea correcto, señora Brigitte.