5 Narrador omnipresente
Julieta trata de ignorarla, pero el ruido de desaprobación de su garganta le hizo contestar. —Que tenga buenas noches, señora Brigitte —habla de manera temblorosa, las primeras lágrimas cayendo por mis mejillas, gracias a Dios le daba la espalda. —Espero que esto te haga razonar y que te largues de una vez por todas de la vida de mi hijo, a mí no me engañas, sé cómo lo vez. Conozco a las de tu clase —me recrimina con desdén—. No perteneces a este lugar. No perteneces a Hawks Holding como tú piensas que lo haces. No seas ilusa, niña. No le llegas ni siquiera al cemento por el que pisa mi hijo. No tiene ni jodida idea de quien soy en verdad, pero está aquí como siempre para pisotearme. —Se equivoca —levanté el mentón con valentía por primera vez en tres años, sin importar mi deplorable estado—. Es su hijo el que no me llega a mí ni a los tacones. Buenas noches, Brigitte Hawks —y con eso me fui. La escuché gritar obscenidades a lo lejos, pero no me importó. Solo quería salir de ese lugar. Estando afuera de la mansión Julieta mandó su ubicación para que me vinieran a recogerla. En un poco menos de diez minutos, él ya lo había hecho. Un carro bastante costoso se estacionó justo a su lado de la carretera y bajó la ventana para ver fuera. —¿A dónde la llevo, señorita Julieta? —preguntan. —Fuera de este infierno, André —le respondió con rabia en la voz. Cuanto se subió al auto, Julieta no se pudo contener más y lloró como si la represa se hubiera roto. Un llanto desgarrado dejo su garganta, llorando como nunca había llorado en años la pobre chica. André, el chofer de confianza simplemente estuvo allí con ella, aguantando estoicamente mientras manejaba por la ciudad. No había palabras que decir. Simplemente el silencio dentro del auto era suficiente para sentir y escuchar cómo mi corazón se resquebrajaba al rememorar una y otra vez lo que había pasado. Julieta se levanta con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar. Mira a su alrededor y pudo ver todas las cosas que había acumulado en estos años y notó que no eran muchas y eso le causa cierta nostalgia y tristeza. Este fue su primer departamento cuando se fue lejos de su familia y le tenía especial cariño, ya hace cinco años de eso. Cuando se dio el ánimo suficiente se levanta de la cama arrastrando los pies con sus pantuflas rosas, un olor a café llegó a sus fosas nasales. Tom estaba en la cocina preparando el desayuno. —Es bueno que me llames cuando me necesitas, pero anoche no me explicaste qué fue lo que pasó —dijo Tom curioso. Vestía un traje a la medida, camisa de botones blanca, la chaqueta de su traje estaba en el respaldo de su sofá mientras él cocinaba el desayuno para los dos en su pequeña cocina, su cuerpo atlético, piel morena y de ojos claros llamaba la atención tanto de las féminas como de los caballeros lo que le encantaba a Tomás que era un amante de la atención, algo muy diferente en su amiga, Julieta. —Que soy una tonta, eso es lo que pasó —respondió con dolor en su voz. Secretamente Julieta esperaba poder hablar con Max y aclarar todo el asunto. —Bueno, cariño, son cosas que pasan. No toda la vida hacemos tomamos decisiones muy inteligentes —le comenta Tom para restarle peso—. Hay decisiones que he tomado que no me gustaron con el tiempo, como, por ejemplo, usar ropa de rayas con lunares. Nunca hagas eso, cari. Tomás era un importante diseñador de modas y su mejor amigo. Él la acompañó en esta travesía loca que se montó hace años y de la cual nunca regresamos. Tomás viaja constantemente entre su trabajo y nueva York cuando debe hacer apariciones, pero su central de modas estaba aquí. —Nunca lo haré —le prometió su amiga. Él odiaba cómo Julieta se vestía estando en nueva York, pero era lo que podía comprar con su salario. Muchas fueron las veces en las que Tom le dijo que quería hacerle toda una colección para ella, pero se negaba una y otra vez. Julieta no quería abusar de su amistad. —Bueno, ahora cuéntame el jugoso chisme. Ya te hice café y unos huevitos revueltos con pan tostado sin gluten —me cuenta señalando el plato. —Eres un sol de primavera —le dije en broma—. Deberíamos de casarnos. —Ay, cariño, si no batiéramos para el mismo lado, la primera con la que quisiera casarme es contigo, lo sabes, ¿no? —le explica medio en broma medio en serio. —Lo sé, Tom, Tom —le dije alegre. Luego suspira y se queda viendo a su café durante un buen rato—. Se va a casar. —¿Quién se casa, cari? ¿Tenemos boda? —indaga Tomás confundido por el cambio repentino de tema. —Max se casa —murmura Julieta con tristeza. —¿Tu jefe? ¿Ese jefe? —me dice él con los ojos abiertos en toda su extensión—. ¿Estás hablando en serio? ¿Ese jefe que te martillea tres veces por semana, cari? —¡No seas tan grosero! —exclama Julieta con las mejillas rojas—. Siempre dices cosas tan soeces y vulgares para ser quién eres. —Ay, cari, por favor —me pone los ojos en blanco—. Bueno, bueno, el hombre que le encanta disfrutar de tu cuerpo tres veces por semana. ¿Así suena mejor? —cuestiona su amigo indignado—. La verdad se ha dicho, el hombre tiene sexo contigo tres veces por semana. —Sí, el mismo. Ya deja el tema —comenta exasperada para que se calle. —¿Y tú? —le pregunta él sin hacerle caso—. ¿Qué va a hacer de ti? Necesitaba que su amiga reaccionara de una buena vez. Las preguntas de Tom se clavaron en el pecho de Julieta. —No lo sé. No le dije nada. Solo me fui de allí —baja la mirada a su plato, perdiendo el apetito.6. Omnipresente—Bueno, cari, lo primero es lo primero, y lo primero es que comas. Luego te des un baño con agua fría para bajar esa inflamación de los ojos. Y como sabía que la cosa podía ser grave, te traje tres vestidos espectaculares para que uses hoy.Normalmente Julieta no usaba vestidos, sino faldas de tubo o pantalones y camisas de seda con una chaqueta. Le parecía más profesional para cualquier evento. Julieta no quería llamar la atención de personas indeseadas ni mucho menos que pensaran que ella solo quería coquetear con los hombres de la oficina como hacían otras mujeres. Ella solo quería trabajar y estar cerca de Max.—No sé si un vestido me arregle mi ánimo —hizo una mueca dudosa.—Cari, eso es porque no has usado mis vestidos en cuatro años. Es demasiado tiempo, cariño —suspiró dramáticamente su mejor amigo —tienes que volver a casa regia y empoderada.No me sentía así, pero tal vez sea bueno fingirlo.—Si me llama, hablaré con él hoy y, si todo fue un malentendid
7Ella se gira rápidamente para verlo con el dolor reflejado en su rostro, en cierto modo era cierto. Ella se alejó de todo y de todos por él y él se lo pagaba casándose con otra mujer, pero eso solamente era su culpa, ella se provocó esto así misma al quererlo de esa manera tan entregada.—Solía tenerlos —dijo lentamente mirando de nuevo por la ventana— es un error que no volveré a cometer.—¿Qué quieres decir con eso? —Max pregunta un poco nervioso.Ella no es así… ¿Tanto le molestó el tonto compromiso?El silencio fue la única respuesta que recibió de parte de ella, solo se quedó viendo el paisaje, ya no iba a insistir en donde claramente no la aprecian. Un regalo no cambiará eso.Luego de varias horas de camino llegaron al pintoresco de Maryland, ella veía todo con ojos soñadores y sus hombros se relajaron al ver a las personas caminar tranquilamente por sus calles, era más tranquilo que la frenética ciudad de Nueva York.Por fin Max había visto un cambio positivo en ella y logró c
8—Tú la pasas bien —le recrimina ella con desdén— te dije que quería casarme, tener hijos. Me dijiste que sí, que te diera tiempo y lo hice; te di 3 años de mi tiempo. Ahora te casaras, pero no conmigo, Maximiliano Hawks, y eso está bien —se encogió de hombros. Por eso me voy.Él la mira sorprendido, nunca le había dicho su nombre completo de esa manera tan dura y desprovista de emociones.—No soy el único que se la pasa bien aquí, ahora no me salgas con que abuso de ti. Estabas muy de acuerdo con este trato cuando lo propuse —le reprende Maximiliano enojado.—Sí, con la condición de que nuestra relación fuera pública en algún momento —le discute ella sin quedarse callada esta vez— prefieres a otra para ser tu esposa, así que es tiempo de irme.«Ya no bajaría la cabeza ante él nunca más» piensa ella.—Bueno, los planes cambiaron. Debes esperar un poco más, en unos años me divorciaré de ella —le habla como si fuera una niña de cinco años y él el papá que la reprende— Liliane regr
9POV MaxSeguí enojado todo el viaje de regreso a la ciudad y solo porque Julieta estaba malcriada hoy. No era como esperaba pasar el día, cuando llegó a la casa y me encontré con Liliane sentada en la sala hecha una mar de lágrimas y su madre consolándola. Casi puse los ojos en blanco, casi.—Al fin llegas, Max —dijo mi madre con dramatismo incluido, lo que solo me ponía de peor humor.—Sí —me senté en el sofá viendo atentamente a Liliane llorar.¿Esta era la chica que conocí de niño?Debo admitir que hace unos ocho años que no la veo, ha cambiado mucho. Es hermosa, pero todas esas lágrimas solo lo dañan todo.—Debes hablar con ella y aclararle que tú no tienes nada con ninguna mujer —ordena mi madre— en especial con esa secretaria decrepita.—Ya le expliqué lo que pasó por teléfono —respondí sin inmutarme —déjanos a sola, mamá.No estoy acostumbrado a darle explicaciones a nadie y no iba a comenzar ahora. Le mentí y le dije que me había manchado de vino y solo quería darme una duch
10POV Max—¿Capitulaciones? —cuestiona uniendo sus cejas en confusión.—Sí, un acuerdo prenupcial, un contrato antes de casarnos —le explico, como si fuera lerda.—Sé lo que son —murmura y levanta la cabeza para poder mirarme a los ojos con mirada ofendida— no pensé que firmaríamos nada de eso, mi familia es tan acaudalada como la tuya en todo USA.Ella cree que no voy a cuidar el patrimonio de mis abuelos y mis padres… si de verdad pensó eso está loca.—Firmarás esas capitulaciones o no hay boda, Liliane —dije encogiéndose de hombros sin cambiar de decisión— quiero cumplir con mi palabra, ayúdame a hacerlo —suspiré tratando de ser más suave con ella, pero era realmente difícil.No me sale ser una persona sensible y con paciencia cuando claramente carezco de eso.No quería casarme, pero ahora que tengo que hacerlo cuidaré de mi empresa y mi dinero. Era por eso que tenía la misma amante durante tres años, es antihigiénico y molesto tener que buscar mujeres constantemente para s
11 Omnipresente A la mamá de Max le agradaba Liliane Williams para su hijo, era una mujer con dinero y clase, casi de la misma situación económica que ellos. Era perfecta para que le diera nietos, pero el terco de su hijo se lo ponía muy difícil y era estresante para ella.—Mejor me voy —dijo la dulce voz de Liliane levantándose de la mesa.A Liliane le costaba mantener la compostura y su cara afligida cuando solo quería gritar como una loca y despotricar sobre lo grosero que siempre es el presidente Hawks con ella y lo seco e impersonal que es Maximiliano, pero ella quería formar parte de esta familia. Lo necesitaba y no pensaba darse por vencida tan fácilmente.—Te acompaño a la puerta —contesta Brigitte, levantándose de la mesa y siguiendo a la chica que se veía temblorosa y algo pálida— deberías seguirlo y ver a donde va en verdad —aconseja la futura suegra mirándola a los ojos.—¿Qué cosa dice? —pregunta fingiendo estar asombrada— no creo que sea correcto, señora Brigitte.
12 Julieta desde que llegó al club no había dejado de bailar y beber cócteles juntos con su amigo.Cuando llegó Tomás le presentó a Benjamín Trunks, su socio. Alguien bastante respetuoso, pero mirada triste y tormentosa. Así que Julieta no se acercó demasiado a él, pero si se enfocó en bailar con su amigo.—Tu socio se ve melancólico —dijo ella cuando llevaba dos copas encima y entraba en confianza.—Esta pasando por un momento difícil en su matrimonio. Lo saqué a ver si se divertía —se encoge de hombros Tom.—Espero todo se solucioné —dijo con un puchero.Tomás admiraba eso de su amiga, a pesar de que su vida no era lo mejor ella siempre pensaba en los demás y se entristecía por ellos. La sacó a bailar nuevamente porque ella también tenía que olvidar sus problemas.—Mira cuantos hombres puedes tener a tus pies —dijo Tomás en su oído, como si le estuviera diciendo cosas calientes mientras se restregaba en su cuerpo al ritmo de la canción.Julieta recostó en el hombro de su me
13—Ya estoy perdiendo la cabeza —murmura para sí misma la pelinegra— ¡Chupitos de vodka! —le pide al bartender que hacia cosas fantástico con sus vasos.El chico asintió y luego de servir un par de tragos de manera artística le sirvió una hilera de 8 vasos de vodka puro guiñándole un ojo coqueteando con ella. Julieta se bebió uno de golpe y arrugó la cara, hacía mucho que no bebía porque a Max no le gustaba el olor y ella trataba de complacerlo en todo… y hablando del diablo.Lo vio al otro lado de la barra con un vaso con líquido ambarino en sus manos, me levantó la mano en un falso brindis y yo puse los ojos en blanco y me bebí otro trago más. Pensó que tal vez se iría.—Linda, me dejaste botado en la pista —dijo Tomás poniendo una mano en mi espalda alertando su presencia.Julieta se gira y le sonríe radiantemente tratando de ocultar el malestar de ver a Max al otro lado de la barra sin quitarle la vista de encima, en menos de unos segundos ya estaba rodeado de todo tipo de mu