Ecos del pasado

Pasaron algunas semanas y, a pesar de mis intentos por mantener el secreto, mi cuerpo comenzó a traicionarme. La barriguita que tanto me esforzaba en ocultar empezaba a notarse poco a poco. El rumor, como sucede siempre en la manada, no tardó en propagarse. No podía pasar mucho tiempo sin que los demás notaran mi creciente figura, y como la hermana del actual alfa, mi vida siempre había estado bajo la atenta mirada de todos.

La noticia de mi embarazo voló rápidamente a través de la manada y no tardó en llegar a los oídos de la manada de Darian. Sabía que no podría esconderme por mucho más tiempo, pero no esperaba que la noticia llegara a Darian tan pronto.

Un día, mientras caminaba por los terrenos de la manada, vi a Darian acercarse desde la distancia. Su rostro estaba serio, decidido. Mi corazón se aceleró, y un sudor frío me recorrió la espalda. No había visto a Darian desde la última vez que hablamos, y su repentina aparición me hizo sentir un nudo en el estómago.

—Zharia —me llamó cuando estuvo lo suficientemente cerca. Su tono era firme, pero había un deje de preocupación en su voz—. Necesitamos hablar.

Asentí, sintiendo que mis piernas temblaban ligeramente. Nos alejamos un poco de las miradas curiosas, encontrando un rincón más privado cerca del borde del bosque.

—He escuchado los rumores —dijo Darian, sin rodeos—. Que estás embarazada.

Me quedé en silencio, sin saber cómo responder. No quería mentir, pero tampoco estaba lista para confesar la verdad, especialmente cuando yo misma no estaba segura de cuál era.

—Sí, es verdad —admití finalmente, manteniendo mi mirada baja.

Darian tomó aire, como si estuviera tratando de contener una emoción que no quería mostrar.

—Zharia, ¿por qué no me lo dijiste antes? —preguntó, su voz más suave, casi dolida—. Si este bebé es mío, yo…

Me mordí el labio. Las palabras que vinieron después me dejaron paralizada.

—Si es mío, quiero hacerme cargo. Romperé el compromiso con Seraphine —dijo, y sus palabras me golpearon como un martillo—. Tú vendrás a casa conmigo, y nuestro hijo tendrá todo lo que necesite. Los mejores cuidados, lo mejor de todo.

Mi mente se nubló con sus palabras. Había algo en su tono que era tranquilizador, pero también autoritario, como si esta fuera la única opción. Lo miré, sin saber qué decir. Una parte de mí quería gritarle la verdad, contarle sobre Eivor, sobre mis dudas y miedos. Pero otra parte, la más asustada, no quería enfrentarse a lo desconocido.

—Darian… —empecé, pero no pude continuar. Las palabras se atascaban en mi garganta.

—No hay nada más que decir —me interrumpió suavemente—. Volverás conmigo, Zharia. No quiero que nuestro hijo crezca sin su padre. Haré lo correcto por él… y por ti.

Sentí un vacío abrirse en mi pecho. Todo estaba ocurriendo demasiado rápido, y yo me sentía perdida, atrapada en medio de mis propias decisiones y las expectativas de los demás.

—Está bien —dije finalmente, mi voz apenas un susurro.

No podía desmentirlo, no podía mencionar mis dudas. En el fondo, sentía que quizás, solo quizás, esta era la mejor opción para el bebé, para mí. Pero una pequeña voz en mi interior me gritaba que no estaba tomando la decisión correcta, que estaba huyendo de la verdad en lugar de enfrentarla.

Darian asintió, como si esperara esa respuesta. Me tomó de la mano, su contacto familiar pero extraño al mismo tiempo.

—Nos iremos mañana —dijo con firmeza—. Te prometo que todo estará bien, Zharia. Haré todo lo posible para que estés bien.

Lo miré, intentando encontrar consuelo en sus palabras, pero solo encontré más confusión. ¿Estaba haciendo lo correcto al irme con él? ¿Podría realmente dejar atrás todo lo que había sucedido? No tenía respuestas, solo más preguntas.

Al llegar a casa, recorrí los pasillos con paso lento, observando cada rincón que estaba impregnado de recuerdos. Las paredes parecían susurrarme fragmentos de momentos felices: las risas compartidas, las miradas cómplices, los sueños que alguna vez construimos juntos. Me detuve frente a una vieja foto de Darian y yo, sonriendo, tan llenos de esperanza y amor. Una parte de mí anhelaba recuperar esa sensación de pertenencia, esa confianza plena que había tenido en él. Quizás, solo quizás, podía volver a sentirme como antes. Pero en el fondo de mi corazón, sabía que todo había cambiado, que nada podría volver a ser como antes.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo