Liam Soto ha estado casado con Jaison Robles durante 3 largos años, una relación que se caracterizaba por la estabilidad y la fidelidad. Pero cuando Jaison comete la estupidez de serle infiel al hombre que dice amar, muchas cosas comienzan a cambiar, no todo es lo que parece ni tan perfecto como era antes, Jaison no deja de cometer errores, que siempre terminan dejando a su esposo en el medio del caos. Pero cuando Liam conoce a un hombre misterioso el día en que su puesto de trabajo se convierte en el punto de mira de un atentado, él siente la necesidad de volverse a encontrar otra vez con él, sin saber que ese hombre se terminará convirtiendo en su dueño.
Leer másFinalmente, cuando Liam estaba completamente desnudo, Derek lo tomó de la mano y lo guió hacia la ducha. Abrió el grifo, dejando que el agua tibia comenzara a fluir, llenando el espacio con vapor. Pero antes de entrar, lo acercó de nuevo a su cuerpo, envolviéndolo en un abrazo cálido.—Gracias por estar aquí conmigo —susurró Derek, apoyando su barbilla en el hombro de Liam—. Contigo, siento que puedo con cualquier cosa.Liam no respondió de inmediato, simplemente se hundió más en el abrazo, sintiendo el latido firme del corazón de Derek contra su propio pecho. Finalmente, levantó la cabeza y lo miró a los ojos.—Siempre voy a estar contigo, Derek —dijo con una sinceridad que caló hondo.Ambos entraron a la ducha, dejando que el agua caliente cubriera sus cuerpos mientras el mundo exterior quedaba momentáneamente olvidado.A la mañana siguiente, Derek se levantó antes de que el sol estuviera completamente arriba. Miró a Liam, que dormía profundamente, con el rostro relajado y la respir
Cristian lo miró en silencio, su mandíbula apretada. La tensión en la habitación era palpable, como si el aire mismo se hubiera vuelto más pesado.—Sólo dime de una vez qué tiene James que sea tuyo —gritó Liam finalmente, su paciencia agotada—. ¡Dímelo!El silencio que siguió fue casi ensordecedor. Cristian se levantó lentamente de su silla, caminando hacia la ventana mientras miraba al horizonte. Su espalda era una barrera que Liam no podía cruzar, un muro que ocultaba la verdad.—No puedo decírtelo aún —murmuró Cristian después de un largo momento—. Pero te aseguro que cuando lo descubras, entenderás por qué estoy dispuesto a todo para recuperarlo.Liam se levantó de su asiento, frustrado y cansado de los juegos de su padre.—Si no me dices la verdad, no cuentes conmigo —dijo, con una mezcla de tristeza y determinación—. No voy a ser parte de tus guerras personales, papá.Y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió de la oficina, dejando a Cristian sumido en sus propios pensam
Derek asintió, aunque la idea no lo convencía del todo. Hablar con Liam significaba involucrarlo más de lo que ya estaba, y lo último que quería era ponerlo en el centro de un conflicto que podía salirse de control. Sin embargo, sabía que James tenía razón.El silencio se instaló en la habitación por unos instantes, mientras ambos hombres procesaban lo que esto significaba. Finalmente, James tomó su vaso de whisky, lo levantó y bebió un sorbo antes de romper el silencio con un tono más ligero, aunque todavía cargado de seriedad.—Por cierto, Derek... —dijo, con una media sonrisa que no alcanzaba a suavizar del todo la tensión en su rostro—. ¿Cómo reaccionó Liam cuando conociste a su padre? Porque me imagino que la reunión no fue precisamente... cordial.Derek soltó una risa seca, llena de ironía.—Digamos que Cristian no parece estar muy emocionado con la idea de que su hijo esté conmigo.James levantó una ceja, claramente divertido por la ironía de la situación.—Bueno, bienvenido al
Derek estaba inquieto, caminando de un lado a otro en el amplio despacho que compartía con James en la mansión que alguna vez había pertenecido a Vittorio. Sus pensamientos iban y venían, intentando buscar las palabras adecuadas para explicar lo que lo tenía tan preocupado. Decirle a James que Cristian Soto, el padre de Liam, estaba reclamando algo suyo no era un asunto que pudiera tomarse a la ligera. No sólo porque Cristian era un hombre poderoso, sino porque, de algún modo, parecía tener información que ni siquiera Derek, con todo lo que sabía del pasado de los Carbone, había logrado descubrir.James, sentado cómodamente en uno de los sillones de cuero junto al minibar, observaba a su hermano adoptivo con cierta impaciencia. Sabía que cuando Derek se ponía así, era porque tenía algo serio en mente, pero odiaba esperar.—¿Se puede saber para qué me llamaste? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio mientras servía un poco de whisky en un vaso. Su tono era frío, pero lleno de exas
Derek lo siguió con la mirada, tratando de contener la marea de pensamientos que lo asaltaban. Vittorio Carbone era un nombre que traía consigo una historia complicada, llena de poder y acuerdos que se sellaban en las sombras. Mientras observaba cómo Cristian tomaba una botella de whisky, esa sensación incómoda volvía a invadirlo. —¿Le preparo algo de beber, señor Carbone? —ofreció Cristian, su tono cordial, pero con un trasfondo claramente manipulador.—Un whisky, por favor —respondió Derek, sin apartar los ojos del hombre.Liam lo miró de inmediato, sorprendido de que Derek, que solía evitar las bebidas fuertes en situaciones tensas, aceptara una.Cristian regresó con las bebidas y le entregó el vaso a Derek, con una sonrisa calculada en sus labios. Se sentó nuevamente, pero esta vez con una postura más relajada, como si hubiera comenzado el juego y él tuviera la ventaja.— Me gusta tomarme mi tiempo para conocer bien a mis socios, señor Carbone —comenzó Cristian, su tono más liger
Liam no podía creerlo.Estaba de camino a casa de sus padres, el único lugar que no necesitaba ir en esos momentos y de seguro sería el último al cual iría en caso de no existir otro lugar al cual ir, lo peor era que Derek iba con él y no era buena idea de que su padre lo conociera ahora, cuando aún no se había divorciado. El coche avanzaba por las calles que conducían hacia la enorme mansión familiar, y con cada kilómetro que recorrían, sentía que sus manos sudaban más y más. No podía controlar el temblor en sus dedos, así que los limpiaba constantemente en sus pantalones, intentando deshacerse de la humedad y los nervios que lo consumían.Desde el asiento del copiloto, Derek lo observaba de reojo, captando cada movimiento inquieto, cada suspiro contenido.El silencio en el coche era denso, casi palpable, roto solo por el ocasional sonido de los limpiaparabrisas que luchaban contra una fina capa de lluvia. Liam, concentrado en el camino, apenas podía pensar con claridad. Su corazón
Derek entró en su oficina como una tormenta imparable, su rabia palpable en cada paso que daba. El simple hecho de haberse encontrado con los periodistas en la entrada de su empresa ya lo había sacado de sus casillas, pero ver cómo exponían a Liam de esa manera, cómo lo arrastraban a su mundo caótico, lo ponía aún peor. No soportaba la idea de que alguien más pudiera dañarlo, ni siquiera con palabras. —Derek, por favor, tienes que calmarte —la voz de Liam, suave pero cargada de preocupación, lo seguía de cerca mientras Derek se movía por la habitación como una fiera atrapada en una jaula.Liam podía sentir la tensión en el aire, cómo la energía de Derek irradiaba ira contenida, y sabía que tenía que hacer algo para tranquilizarlo antes de que las cosas empeoraran. Se acercó lentamente, cada paso calculado para no encender más la furia de Derek.—No puedo evitarlo, Liam —respondió Derek, deteniéndose abruptamente. Se dio la vuelta, mirándolo a los ojos con una intensidad que hizo que
Derek estaba sentado frente al volante, pero aún no había puesto el coche en marcha. El silencio dentro del vehículo era cálido, cómodo, mientras ambos se sumergían en la tranquilidad del momento. Liam, sentado a su lado, sentía la mirada de Derek sobre él, intensa y llena de admiración. De repente, Derek alzó una mano y, con delicadeza, acarició la mejilla de Liam, sus dedos recorriendo su piel con una suavidad casi reverente.—Eres tan hermoso —murmuró Derek, su tono bajo pero cargado de afecto, mientras continuaba tocándolo, sin apartar la mirada de su rostro.Liam, con una sonrisa suave en los labios, no pudo resistirse. Se inclinó hacia Derek y lo besó en los labios, un beso breve pero lleno de sentimientos, como si en ese pequeño gesto quisiera decirle todo lo que sentía sin usar palabras.Cuando se separaron, Derek sonrió con ternura y miró hacia el horizonte a través del parabrisas.—¿Qué te parece si esta noche vamos a cenar? —preguntó, todavía con esa calidez en su voz—. Pue
La habitación se llenó de una tensión palpable tras la respuesta de Derek. El silencio que siguió fue pesado, como si las paredes mismas retuvieran la respiración. Derek observaba cada pequeño gesto de Liam, desde el ligero temblor en sus manos hasta el movimiento nervioso de sus ojos. Sabía que había removido algo profundo en él, algo que no podía deshacerse tan fácilmente con promesas.— Esa es una vida de la que no se sale tan fácilmente, Liam —dijo Derek con voz grave, casi en un susurro, como si no quisiera que esas palabras se volvieran reales al pronunciarlas en voz alta.Liam sintió un escalofrío recorrer su espalda, el peso de esas palabras cayendo sobre él como una losa. Lo había sospechado, quizás incluso lo había sabido desde el principio, pero oírlo de la boca de Derek lo hacía innegable.— Eso quiere decir que sí —respondió Liam, su voz temblando mientras intentaba procesar lo que significaba.El cuerpo de Liam comenzó a estremecerse ligeramente, y Derek lo sintió de inm