Maya creció en una familia que la adoptó tras la muerte de su padre, ya que su madre la abandonó con 5 años. Siempre se sintió una pieza ajena. Aunque fue acogida con afecto por Elena, la madre de la familia, y tolerada por Carlos, el patriarca, siempre supo que su lugar allí era frágil. Pero lo que realmente marcó su vida fue Liam, el hijo mayor de la familia, dominante, carismático y frío, cuya relación con Maya siempre osciló entre la protección y un control asfixiante. Cuando Carlos se enferma, recibe el encargo de traer a Liam de vuelta, para que se reconcilie con su padre antes de que muera. Pero convencerlo tiene un precio. Él impone condiciones que rompen todas las barreras morales, llevándola a un acuerdo que la sumerge en una red de deseo, control y secretos. A medida que ella se adapta, descubre que el precio de su trato con su hermano adoptivo, no solo afecta su cuerpo, sino también su corazón. Y mientras intenta mantener su independencia y dignidad, Liam marca su territorio, ya sea comprándole un apartamento para mantenerla cerca o alejándola de cualquier hombre. En medio de la tensión, los secretos familiares salen a la luz, incluyendo el motivo que llevó a Liam a alejarse años atrás. Maya tendrá que enfrentarse no solo a la verdad sobre lo que significó para Liam desde el principio, sino también a su propio corazón, que parece traicionarla cada vez que él se le acerca. ¿Es esta relación un juego de poder o un amor maldito que ninguno de los dos puede aceptar? En un mundo donde los límites entre el odio y el deseo, así como la moralidad, se desdibujan, Maya y Liam deberán decidir hasta dónde están dispuestos a llegar por lo que realmente quieren.
Leer másCapítulo 75 —Era realNarrador:Maya apenas podía hablar del dolor, su respiración era errática, y un sudor frío le perlaba la frente. Ana bajó tras ella y la ayudó a acomodarse en la camilla.—Resiste, Maya —susurró Ana, apretando su mano mientras los enfermeros la llevaban adentro.El pasillo del hospital se convirtió en un torbellino de voces, luces y movimiento. Una doctora se acercó de inmediato y comenzó a hacer preguntas, pero Maya apenas podía enfocarse en lo que le decían.—Voy a revisarte, ¿de cuanto estás?—30 semanas —alcanzó a muermurar—Por lo que veo… —la doctora frunció el ceño tras observar los monitores— no queda otra opción, debes dar a luz ahora.El corazón de Maya se detuvo por un segundo.—No… aún es muy pronto —murmuró con un hilo de voz, pero su cuerpo parecía no escucharla.La doctora la miró con seriedad.—Lo sé, pero no podemos detener el trabajo de parto. Vamos a hacer todo lo posible, pero es importante que sepas que tanto tú como el bebé están en riesgo.
Capítulo 74 —Con ese hombre nunca se sabeNarrador:Maya sintió que su estómago se encogía, pero no tenía tiempo para procesar la confirmación. Se aferró a la única pregunta que podía darle la respuesta que tanto necesitaba.—¿Sabes si Carlos tuvo más hijos aparte de Liam y Tomás?Ana la miró con una mezcla de sorpresa y cautela. Su rostro mostró una ligera tensión, como si no esperara esa pregunta.—¿Por qué quieres saber eso?Maya tragó saliva, sintiendo el peso de la incertidumbre clavándose en su pecho.—Porque necesito saber si hay alguien más. Si… si Carlos tuvo otro hijo fuera del matrimonio.Ana frunció el ceño y dejó escapar un suspiro, como si intentara recordar algo con precisión.—Carlos nunca fue un hombre fiel —murmuró—, pero hasta donde yo sé, fuera de su matrimonio solo tuvo un hijo… Tomás.El mundo pareció detenerse por un segundo.Maya sintió que la presión en su pecho se disipaba de golpe, pero al mismo tiempo, la llenaba una rabia sorda. Apenas podía respirar. Su m
Capítulo 73 —Seré abuela...???Narrador:Maya sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor. Su piel se enfrió, sus manos temblaban y su mente no podía procesar lo que acababa de descubrir. La imagen de Carlos en la pantalla del móvil de Tomás seguía ahí, inmutable, cruel, como una prueba irrefutable de que su peor temor podía ser real.Tragó saliva con dificultad y levantó la mirada, viendo la confusión en el rostro de Tomás.—Maya, ¿qué pasa? —preguntó él, con el ceño fruncido, su tono mezclando preocupación y frustración.Ella respiró hondo, tratando de no derrumbarse en ese instante.—Tengo que hablar con Ana.Tomás parpadeó, sorprendido.—¿Tú? ¿Para qué?Maya cerró los ojos por un segundo, intentando encontrar las palabras correctas, pero no existían. Nada podía suavizar lo que estaba a punto de decir.—Porque estoy casi segura de que ese hombre en la foto… es Carlos Kane.Tomás dejó escapar una carcajada incrédula, como si lo que acababa de escuchar fuera una broma absurda.
Capítulo 72 —la fotografíaNarrador:Tomás apoyó los codos sobre sus rodillas, entrelazando las manos mientras observaba a Maya con detenimiento. Ella no levantaba la mirada, mantenía la vista clavada en el suelo como si así pudiera evitar la conversación que él sabía que tenía que ocurrir.—Maya, escúchame —su tono era serio, sin rastros de la habitual arrogancia con la que solía hablar—. No puedes ocultarle esto a Liam.Ella cerró los ojos un momento y suspiró.—Ya te dije que no —murmuró, con un hilo de voz.Tomás dejó escapar una risa amarga y se pasó una mano por el cabello.—¿Sabes qué es lo peor? Que tú y yo sabemos exactamente lo que significa crecer sin respuestas. Yo pasé toda mi vida preguntándome quién era mi madre biológica, buscando un rostro, una historia, algo que me hiciera sentir que no era solo un error en el sistema de adopción. Y tú… tú todavía no la has encontrado, ¿verdad?Maya sintió un golpe en el pecho, su estómago se encogió de inmediato.—No mezcles esto…—
Capítulo 71 —Poco más de siete meses...Narrador:Los mese fueron pasando, pero la angustia aún seguía instalada en su corazón. Un día, Maya llegó a la ONG con la mente ocupada en los informes que tenía que revisar esa mañana. Saludó a algunos voluntarios en el pasillo y estaba a punto de dirigirse a su oficina cuando Andrea, con una expresión de intriga, la interceptó.—Te están esperando en tu oficina.Maya frunció el ceño, ajustando los papeles que llevaba en la mano.—¿Quién?—No lo sé —Andrea se encogió de hombros—. Solo dijo que te necesitaba ver.Sin darle más vueltas, Maya continuó su camino y abrió la puerta con la seguridad de quien no espera nada fuera de lo común.Pero entonces, lo vio. Tomás estaba sentado frente a su escritorio, con el mismo porte confiado de siempre. Su traje impecable, su expresión tranquila, sus ojos oscuros analizándola con una intensidad que la dejó sin aire.Maya se quedó petrificada en la puerta, su corazón comenzó a latir con fuerza y un escalofr
Capítulo 70 —BloquearNarrador:Liam se pasó una mano por el rostro, agotado, con el teléfono pegado al oído. Llevaba días sin dormir bien, con el corazón latiendo en un ritmo errático que no lograba controlar. El dolor que le dejó la partida de Maya no se había disipado, solo se había convertido en un tormento constante.Cuando la voz al otro lado de la línea respondió, Liam no perdió el tiempo con saludos.—Hay un cambio de planes —dijo con frialdad, su voz tensa, sin espacio para titubeos.—¿Cambio? —preguntó el detective, sorprendido—. Creí que quería encontrar a la madre de Maya.Liam cerró los ojos un instante, como si la idea misma le causara una punzada en el pecho.—No me importa esa mujer —gruñó—. Quiero que encuentre a Maya.Hubo un silencio al otro lado de la línea.—¿Tiene algún indicio de a dónde pudo haber ido?Liam apretó la mandíbula, su mano se cerró en un puño sobre la mesa.—No. Se aseguró de no dejar rastros, pero sé que no pudo ir muy lejos. No tenía nada planead
Capítulo 69 —Mensajes...Narrador:Maya miró por la ventanilla del avión, pero el paisaje debajo era solo un borrón de luces y sombras. La ciudad se hacía cada vez más pequeña, alejándose como si se desdibujara en su memoria, como si dejara atrás no solo un lugar, sino una parte de sí misma.Se abrazó a sí misma, apretando los dedos contra sus brazos en un intento inútil de contener el temblor que la sacudía desde adentro. Sentía un peso en el pecho, algo denso y sofocante que no le permitía respirar con normalidad. Había esperado sentirse aliviada, segura de su decisión, pero lo único que la habitaba era un vacío insoportable.No podía llorar. No debía hacerlo.Cerró los ojos y apoyó la frente contra el frío cristal.—Esto es lo correcto —se susurró a sí misma, pero la frase sonó hueca, sin convicción.Se había prometido no mirar atrás, no pensar en lo que dejaba. No en Liam. No en sus ojos clavados en los suyos, en la forma en que la hacía sentir, en lo que había construido a su lad
Capítulo 68 —Ni ratrosNarradorLiam sintió cómo la sangre le martillaba en los oídos. Su respiración era irregular, sus manos temblaban con la carta aún entre sus dedos. Se obligó a leerla otra vez, como si las palabras pudieran cambiar, como si hubiera un mensaje oculto que pudiera descifrar, pero lo único que encontró fue vacío.Dejó caer el papel sobre la cama y se levantó de golpe. Corrió hasta el armario y lo abrió de par en par. Vacío. Cada percha, cada estante, cada rincón donde alguna vez estuvieron sus cosas ahora solo era un espacio en blanco. Se acercó a la cómoda y tiró de los cajones con furia, sin encontrar ni una prenda, ni una joya, ni siquiera un perfume olvidado.Giró sobre sus talones y revisó el baño, abriendo las puertas del mueble bajo el lavabo. Nada. La repisa donde solía dejar su cepillo de dientes y sus cremas estaba completamente limpia. Regresó a la sala, buscando a ciegas, convencido de que debía haber algo de ella, una fotografía, un libro, cualquier ras
Capítulo 67 —Sin mirar atrásNarrador:Maya miró por la ventanilla del taxi sin realmente ver nada. Las luces de la ciudad pasaban como un reflejo distorsionado de su propia confusión. Su pecho se sentía pesado, su respiración entrecortada, pero se obligó a mantener la calma. Era la única opción que tenía. No podía quedarse. No después de lo que sabía.Cuando el auto se detuvo en la entrada del aeropuerto, tomó aire hondo antes de abrir la puerta. Bajó con movimientos automáticos, pagó al conductor y ajustó la correa de su bolso sobre su hombro. El viento frío le erizó la piel, pero nada se comparaba con el vacío que sentía por dentro.Elena la esperaba cerca de la entrada, con una expresión tranquila y calculada. Sostenía en su mano un sobre y un boleto de avión, que extendió en cuanto Maya estuvo lo suficientemente cerca.—Tu vuelo sale en una hora. Todo está listo.Maya tomó el boleto sin mirar el destino. Lo único que importaba era irse, alejarse de todo.—Gracias.Elena la observ