Capítulo 3 —La rendicion
Narrador:
Maya respiraba con dificultad mientras Liam se separaba ligeramente, apenas lo suficiente para mirarla directamente a los ojos sin dejar de mantenerla acorralada contra la pared. Su corazón martillaba en su pecho, desbocado por la mezcla de emociones que la invadía. Sabía exactamente por qué estaba allí, y no había lugar para preguntas ingenuas o negaciones.
—Así no —dijo él con calma, pegando su cuerpo un poco más al de ella —No me mires como si no supieras por qué estás aquí.
Maya sintió que el aire se volvía más denso. No había escapatoria, ni física ni emocional. Su dignidad estaba colgando de un hilo, y él lo sabía. Pero no iba a permitir que él lo disfrutara sin resistencia.
—Haz lo que tengas que hacer —dijo con la barbilla en alto, aunque su voz tembló ligeramente.
Liam ladeó la cabeza, esa sonrisa cínica que era tan cruel como magnética apareciendo de nuevo.
—¿Así de fácil? No, Maya. Quiero que lo sientas. Quiero que entiendas lo que significa estar completamente a mi merced. —Sus manos subieron lentamente por el costado de su cuerpo, deteniéndose justo a la altura de su rostro. Con un movimiento deliberado, tomó su mentón con firmeza, obligándola a mirarlo directamente. —Esto es lo que viniste a pedirme... —murmuró, su voz baja y cargada de intención —Que vaya a reconciliarme con él, con un hombre que me ignoró toda la vida, que solo me quiso como una pieza más de su legado. ¿Crees que eso no tiene precio? —Maya quiso responder, decir algo que pudiera defender su posición, pero sus palabras murieron en su garganta cuando Liam bajó su rostro, rozando sus labios contra los de ella, apenas un contacto que encendió cada nervio de su cuerpo. La presión de sus manos no era violenta, pero sí inquebrantable. —He esperado mucho tiempo por esto —continuó, su aliento mezclándose con el de ella —Pensé que nunca tendría la oportunidad de verte así, tan vulnerable, tan mía. ¿Sabes cuánto me excita eso? —La palabra "mía" resonó en su mente, y Maya quiso gritar, protestar, pero su cuerpo no respondía. En cambio, sintió cómo el espacio entre ambos desaparecía por completo. Los labios de Liam la reclamaron en un beso que comenzó suave, explorador, pero que rápidamente se volvió demandante. Su lengua encontró la de ella, uniendo sus cuerpos en una danza de poder y rendición. Maya intentó resistirse, sus manos empujando débilmente contra el pecho de Liam, pero pronto se aferraron a su camisa como si eso fuera lo único que la mantenía en pie. Su mente luchaba por mantenerse firme, por recordar las razones que la habían llevado hasta ahí, pero su cuerpo sucumbía al magnetismo de él. Finalmente, Liam se apartó, pero solo lo suficiente para observarla. Su sonrisa era triunfal, pero había algo más en su mirada; una intensidad oscura que amenazaba con consumirlos a ambos.
—Ahora entiendes —murmuró —Esto no se trata solo de un acuerdo, Maya. Esto es mucho más.
Maya no respondió. Su corazón seguía latiendo con fuerza, su mente era un caos, y la habitación parecía girar a su alrededor. Pero una cosa era clara; Liam Kane no iba a detenerse, y ella tendría que decidir cuánto estaba dispuesta a perder. Liam volvió a besarla, esta vez con más intensidad, como si quisiera reclamar cada rincón de su ser. Maya sintió cómo sus labios devoraban los suyos, y un escalofrío recorrió su cuerpo cuando las manos de él comenzaron a recorrerla lentamente. Primero acarició sus brazos, subiendo y bajando con movimientos pausados, antes de deslizar sus manos hacia su cintura. Los dedos de Liam se movieron con seguridad, como si cada curva de su cuerpo le perteneciera desde siempre. La respiración de Maya era entrecortada, intentando mantenerse firme, pero la presión de las manos de Liam sobre su cintura la desarmaba por completo. Sin apartar sus labios de los de ella, Liam dejó que sus manos comenzaran a explorar más allá. Deslizó sus dedos hasta el borde de la blusa de Maya y, con una precisión casi desesperante, comenzó a desabotonarla, botón por botón. Maya intentó detenerlo al principio, colocando sus manos sobre las de él, pero su resistencia se desmoronó cuando sintió el calor de sus dedos rozar su piel desnuda. —Shh —murmuró Liam contra sus labios —Solo siente.
Esas palabras la atravesaron. Las manos de Liam se deslizaron por su espalda, liberándola de la blusa con un movimiento firme, dejándola expuesta bajo su mirada intensa. Los ojos de Liam recorrieron cada centímetro de su piel, y Maya sintió cómo su respiración se aceleraba aún más. Con un movimiento fluido, volvió a atraerla hacia él, sus labios encontrándola de nuevo, mientras sus manos bajaban hasta el cierre de su falda. Maya cerró los ojos, intentando ignorar el torbellino de emociones que la invadía, pero era imposible. El control que él ejercía sobre ella era absoluto, y cada caricia encendía un fuego que no sabía cómo apagar. Finalmente, Liam logró desnudarla por completo. Maya, avergonzada, se cubrió los pechos con las manos, con su mirada evitando la de él. Liam tomó sus muñecas con una suavidad inesperada, retirando lentamente sus manos mientras sus ojos se clavaban en los de ella.
—No te escondas de mí, Maya —murmuró, su voz baja, pero cargada de intensidad —No tienes nada de que avergonzarte.
Ella bajó la cabeza, incapaz de sostener su mirada. Su cuerpo temblaba, no solo por el frío, sino por la vulnerabilidad que sentía en ese momento. Con un susurro casi inaudible, confesó.
—Nunca he estado con otro hombre antes.
Las palabras flotaron en el aire, llenas de peso y significado. Liam la miró por un instante, su expresión cambió de satisfacción a algo más profundo, algo que parecía rozar la sorpresa y el deseo contenido. Se inclinó hacia ella, dejando que sus labios rozaran los de ella nuevamente, pero esta vez con una delicadeza que contrastaba con todo lo anterior. La tomó en brazos sin decir una palabra. Maya sintió cómo la envolvía por completo, como si su fuerza fuera tan implacable como segura. No se resistió; en lugar de eso, dejó que la guiara mientras la llevaba hasta la cama. Cada paso que él daba resonaba en la habitación silenciosa, aumentando la tensión en el aire. Cuando llegaron, Liam la depositó suavemente sobre las sábanas, su mirada fija en ella, era intensa y devoradora. Volvió a besarla con hambre renovada, sus labios reclamando los de Maya con una pasión que parecía imposible de contener. Mientras lo hacía, dejó que sus besos descendieran lentamente, trazando un camino desde sus labios hasta su mandíbula. Su boca se deslizó por su cuello, dejando un rastro cálido y húmedo que hizo que el cuerpo de Maya se estremeciera bajo su toque. Cuando llegó a la clavícula, se detuvo un momento, aspirando su aroma mientras la sujetaba suavemente por la cintura. Luego, continuó bajando, dejando besos esparcidos por su piel hasta que alcanzó uno de sus senos. Liam tomó su pezón entre los labios, lamiéndolo con una dedicación que hizo que Maya arquease ligeramente la espalda, incapaz de controlar su reacción. Los labios y la lengua de Liam se movieron con precisión, alternando entre suaves caricias y un roce más intenso que enviaba oleadas de calor por todo el cuerpo de Maya. Después de un momento, cambió su atención al otro seno, asegurándose de dedicarle la misma devoción. Maya entrecerró los ojos, atrapada entre la vulnerabilidad de su confesión y la fuerza arrolladora del deseo que él despertaba en ella. Liam dejó que sus labios continuaran su camino descendente, con movimientos calculados y llenos de intención. Maya sintió un escalofrío recorrer su piel mientras él bajaba con cuidado, sus besos trazando un sendero por su vientre, donde se detuvo un momento para observarla, como si quisiera grabar ese instante en su memoria. Sus manos firmes le separaron suavemente las piernas, creando un espacio íntimo que parecía consumir el aire de la habitación. Liam la miró por un instante, capturando cada reacción en su rostro antes de inclinarse y explorar su feminidad con una devoción que hizo que Maya temblara de pies a cabeza. Sus movimientos eran lentos, meticulosos, como si estuviera descubriendo un territorio sagrado. Ella cerró los ojos, incapaz de procesar el torrente de sensaciones que recorrían su cuerpo. El cuidado y la dedicación de Liam la dejaron sin aliento, mientras él se aseguraba de no dejar un solo rincón sin atender. Su cuerpo se arqueó ligeramente, y un gemido ahogado escapó de sus labios, un sonido que parecía avivar la intensidad de él. Cada caricia, cada beso, enviaba ondas de placer que parecían envolverla por completo, dejándola vulnerable y entregada al momento. El cuerpo de Maya se arqueó con fuerza mientras llegaba al clímax, incapaz de controlar las intensas sensaciones que recorrían cada fibra de su ser. Su respiración era errática, y su cuerpo temblaba bajo el peso de lo que acababa de experimentar. Liam se apartó lentamente, dejando que sus manos acariciaran sus piernas mientras subía su mirada hasta encontrarse con la de ella. Sus ojos estaban llenos de miedo, mezclado con una vulnerabilidad que lo detuvo por un instante. Liam inclinó la cabeza, su expresión suavizándose mientras se acercaba nuevamente a ella.
—Tranquila —dijo con voz firme pero calmada, rozando suavemente su mejilla con los dedos —Por hoy, es suficiente.
Maya asintió levemente, aún incapaz de articular palabras. Liam se tumbó a su lado, dejando que el silencio llenara la habitación. No había prisa, no había necesidad de más palabras en ese momento; ambos sabían que aquello era solo el principio.
Capítulo 4 —TérminosNarrador:Liam se levantó de la cama, dejándola aún envuelta en el silencio que había caído sobre ellos. Su figura, alta y dominante, se recortaba contra la luz tenue de la habitación mientras recogía una toalla.—Voy a quedarme en el cuarto de huéspedes esta noche —dijo, su voz calmada pero autoritaria —En el baño tienes más toallas limpias, si las necesitas. Tómate tu tiempo para ducharte. —Maya lo miró, aún temblando, pero tratando de recuperar algo de compostura. Sentía su cuerpo entumecido por la intensidad de lo que había pasado, pero asintió ligeramente. Liam se acercó al cajón y sacó un pantalón deportivo y una camiseta suya, colocándolos cuidadosamente sobre la cama. —Póntelos cuando termines. Te estaré esperando en la cocina —continuó, sin mirarla directamente esta vez —Hay algo que necesitamos discutir.Maya lo observó salir de la habitación, su porte inquebrantable y su presencia llena de control. Escuchó el eco de sus pasos alejarse antes de reunir el
Capítulo 5 —En sus propios términosNarrador:Cuando aterrizaron los estaba esperando un limosina. Maya se sentó frente a él, sus dedos tamborileando nerviosamente el bolso. Luego de un rato, Liam apartó su vista de la pantalla y la fijó en la joven, quien abrazaba ese accesorio contra su cuerpo mientras frotaba la correa. No pudo evitar recordar la primera vez que la vio... con una claridad inquietante, el día que Maya llegó a su casa por primera vez. Él tenía doce años, y ella era solo una ni*ña pequeña de cinco. Estaba sentado en las escaleras del vestíbulo, observando cómo Elena entraba con una niña delgada, de cabello alborotado y mirada asustada. Maya llevaba una mochila demasiado grande para su tamaño, apretada contra su pecho como si fuera un escudo.—Liam, ven aquí —le llamó su madre, su tono suave pero firme —Quiero presentarte a alguien especial —Él había bajado las escaleras con pereza, sin protestar, ya que estaba acostumbrado a las insistencias de Elena. Pero cuando llegó
Capítulo 6 —La conversación incómodaNarrador:La cena había sido tranquila, aunque cargada de una tensión sutil que Maya no podía ignorar. Elena, con su calidez habitual, no dejó de intentar llenar los silencios con comentarios amables y recuerdos del pasado.—Es tan bueno tenerte en casa, Liam —dijo Elena con una sonrisa, observando a su hijo con una mezcla de orgullo y melancolía —Más allá de las circunstancias, me hace feliz que estemos todos juntos nuevamente. —Liam no respondió de inmediato. Se limitó a asentir y a tomar un sorbo de su vino, evitando los ojos de su madre. —¿Sabes? —continuó Elena, mientras se servía un poco más de ensalada —Hace unos días me encontré con Anne. Seguro la recuerdas, ¿verdad? Salieron juntos un tiempo. —Liam arqueó una ceja, pero no dijo nada. Maya observó la interacción, sintiendo que había una historia ahí que desconocía. —Ella preguntó por ti. Me dijo que si hablaba contigo, te dijera que te comunicaras con ella. Me pareció curioso, porque parec
Capítulo 7 —Delirios de un moribundoNarrador:Maya había pasado la noche en vela, sus pensamientos girando como una espiral interminable. Cada crujido de la casa, cada sombra que se movía bajo la luz de la luna, le hacía contener el aliento. La idea de que Liam pudiera irrumpir en su dormitorio para consolidar ese "trato" que había impuesto era una posibilidad que la mantenía alerta. Pero la noche transcurrió sin incidentes. Liam no apareció, y Maya se sintió tan aliviada como agotada cuando los primeros rayos del sol iluminaron su habitación. En el desayuno, trató de mantener la calma mientras entraba en la cocina. Liam estaba sentado a la mesa, perfectamente arreglado, con una taza de café en una mano y el teléfono en la otra.—Buenos días —saludó ella, intentando sonar casual.—Buenos días —respondió él, levantando la vista para mirarla —¿Cómo dormiste?—Bien —mintió Maya, esforzándose por que su voz no temblara.Liam esbozó una sonrisa ladeada y dejó su teléfono a un lado.—Me al
Capítulo 8 —Verdades a mediasNarrador:El viaje de regreso a la casa fue un silencio interminable, cargado de tanta tensión, que parecía electrificar el aire. Maya estaba sentada en el asiento del copiloto, con los brazos cruzados, mirando por la ventana, mientras Liam conducía con una expresión impenetrable. Cada vez que intentaba juntar las palabras para hablar, el recuerdo de su mirada fría y sus palabras cortantes la paralizaban. Cuando llegaron a la casa, Liam fue el primero en salir del coche. Cerró la puerta de un golpe y entró, dejando a Maya sola unos instantes. Ella apretó los puños, reuniendo el coraje para enfrentarlo. Finalmente, lo siguió adentro. Lo encontró en la sala, de pie junto a la ventana, con las manos en los bolsillos y la mirada fija en el jardín exterior. La luz del atardecer delineaba su figura, pero su postura emanaba una frialdad que hacía que el corazón de Maya latiera con fuerza.—No puedes simplemente ignorarme, Liam —dijo, rompiendo el silencio.Él no
Capítulo 9 —Sellando el acuerdoNarrador:Los días habían pasado desde la última vez que Maya vio a Liam. Se había marchado diciendo que tenía cosas que hacer fuera de la ciudad, y aunque su ausencia debería haber sido un alivio, a Maya le resultó inquietante. Había algo en el vacío que dejó su partida que no podía ignorar. Pero entonces, una tarde, Liam regresó. Cuando entró en la casa, su presencia llenó el espacio como una tormenta anunciada. Maya lo encontró en la sala, descansando despreocupadamente en el sofá como si no hubiera desaparecido sin aviso.—¿Te divertiste abandonándonos sin una clara explicación? —preguntó Maya, cruzándose de brazos.Liam sonrió con esa arrogancia característica, levantando una ceja. —¿Me extrañaste? —replicó, ignorando por completo su tono acusatorio.—No seas idiota, pero papá pudo morir en tu ausenciaMaya rodó los ojos y se giró para salir de la sala, pero su voz la detuvo.—Vamos al hospital. Es hora de ver cómo está el viejo.Maya se giró lenta
Capítulo 10 —Ahora eres miaNarrador:Liam dejó escapar un sonido bajo, algo entre un suspiro y un gruñido, luego la levantó ligeramente, con sus manos firmes en sus muslos, presionándola contra la pared. Maya rodeó su cintura con las piernas, sintiendo cada línea de su cuerpo contra el de ella. El calor de sus manos en su piel era hipnotizante, tanto que apenas se daba cuenta de que sus propios dedos recorrían su cabello, tirando suavemente de él como si necesitara más. Liam levantó la cabeza, sus ojos encontrándose con los de ella. Había algo salvaje en su mirada. Su respiración era irregular, y por un momento, el mundo pareció detenerse.Maya sintió un escalofrío por la espalda, rindiéndose a las sensaciones que recorrían su cuerpo mientras los labios de Liam trazaban un camino por su cuello y sus manos subían aún más, casi como si estuviera explorando territorio prohibido.—Liam… —intentó de nuevo, su voz temblando.—Sabes que no dejaré que nadie más te toque, cariño —Liam dejó esc
Capítulo 11 —El despuésNarrador:Liam permaneció tumbado en el sofá, desnudo, con los brazos extendidos y la respiración aún acompasándose tras el clímax que había compartido con Maya. La habitación estaba en silencio, interrumpido solo por el eco lejano del agua corriendo en el baño donde ella se había refugiado. Debería sentirse satisfecho. Por años había deseado ese momento, y ahora finalmente la había hecho suya. No, miento, finalmente ella lo había hecho suyo. Maya había estado sobre él todo el tiempo, liderando el ritmo con una mezcla de inseguridad y entrega que lo había desarmado por completo. A pesar de su control habitual, esta vez no había sido él quien dictaba las reglas. Ella, con sus movimientos temblorosos y suspiros entrecortados, había tomado el mando sin siquiera saberlo, y Liam no había podido resistirse a esa rendición inesperada. Apoyó la cabeza contra el respaldo del sofá y cerró los ojos, permitiendo que sus pensamientos lo asaltaran. Recordó el primer día que