Irina fue vendida en una subasta de esclavos a Asad, un magnate del petróleo, quien la crió como si fuera su hija mientras la entrenaba para convertirla en su arma perfecta. Al crecer, Irina es utilizada para manipular a los hombres con su belleza y encanto, sirviendo así a los oscuros propósitos de Asad. Amir, el hijo biológico de Asad, crece enamorado de ella en secreto, atormentado por la culpa al creerla su hermana y acumulando un profundo rencor hacia su padre por todo lo que le obliga a hacer. Amir escala para hacerse poderoso lejos de Asad, liberar a Irina de las garras de su padre y enfrentarse a él en una lucha de poder por su libertad. ¿Logrará Amir salvar a la mujer que ama y poner fin a la tiranía de su padre?
Leer másHabían pasado cinco años desde la boda, y la vida de todos había cambiado de forma inimaginable. La familia había crecido, los sueños se habían realizado y el amor se había fortalecido. Para celebrar este aniversario tan especial, decidieron embarcarse en una aventura inolvidable: un viaje al Palacio del Sultán, un oasis de lujo y belleza en medio del desierto,.el lugar al que años atrás, varios de ellos habían llegado creyendo que era un secuestro para convertirse en una de las mejores experiencias de sus vidas.Con los ojos vendados y la emoción a flor de piel, llegaron uno a uno al destino secreto. William y Said fueron los primeros en quitarse las vendas, y al hacerlo, se encontraron frente a la imponente fachada del palacio. La majestuosidad del lugar los dejó sin aliento.Said contempló el palacio con nostalgia. En esos mismos muros había vivido uno de los mejores momentos de su vida: su luna de miel con Nadia, un viaje lleno de sorpresas y amor al encontrarse allí a Jamal y Wil
La pequeña capilla kitsch en Las Vegas brillaba bajo las luces de neón, un oasis de color en medio del árido desierto. Dentro, Said y William se preparaban para unirse en matrimonio, sus corazones latiendo con una mezcla de emoción y nerviosismo.Said ajustaba su traje azul marino frente al espejo, mientras William revisaba los detalles de su atuendo gris claro. La habitación estaba impregnada de la emoción que desprendían los dos novios a punto de dar el "sí, quiero".—¿Estás seguro de esto, William? -preguntó Said, ofreciendo a su pareja una última oportunidad por si se arrepentía a última hora.William sonrió con confianza.—Estoy seguro, Said. Este es el día que hemos estado esperando, y quiero que sea perfecto para nosotros... algo diferente, sin grandes preparativos, solo con la familia y las personas que nos quieren.En ese momento, Nadia irrumpió en la sala, radiante con su vestido blanco de novia, donde ya se empezaba a notar su barriga de embarazada de unos pocos meses. La f
Amir e Irina, con el corazón palpitando a mil por hora, atravesaron el umbral de la casa de seguridad en Estambul. La incertidumbre y el miedo que los habían acompañado durante las últimas horas se disiparon al instante al ver a sus seres queridos reunidos en la sala.—¡Said! —exclamó Amir, lanzándose hacia su hermano en un abrazo que expresaba toda la preocupación y el amor que había acumulado durante su separación. Said, con el rostro surcado por las emociones, correspondió al abrazo con la misma intensidad.—¡Irina! —gritó Nadia, corriendo hacia su amiga y estrechándola en un abrazo lleno de alivio y gratitud. Las lágrimas de ambas brotaron sin control, liberando la tensión y el miedo que habían estado conteniendo.William y Jamal intercambiaron una mirada de complicidad que reflejaba la alegría de haber superado juntos un momento tan difícil.La habitación se llenó de un murmullo de voces, de consuelo, de agradecimiento. La alegría del reencuentro era palpable, pero también se per
La noche caía sobre Estambul como un manto de terciopelo, envolviendo la ciudad en un silencio expectante. En el interior del opulento despacho de Asad, Amir, Irina y el propio Asad mantenían una tensa conversación, sus palabras resonando en el aire cargado de emociones. La revelación sobre la verdadera identidad de Said había sacudido a los tres hasta lo más profundo, dejando una estela de dolor, confusión y un atisbo de esperanza.Horas habían transcurrido mientras repasaban cada pista, cada detalle que pudiera llevarlos a desentrañar el misterio que rodeaba la desaparición de Said. La tensión era palpable en el ambiente, pero también se percibía una creciente determinación por encontrar al joven.De pronto, el silencio se vio interrumpido por la irrupción del mayordomo, su rostro serio y solemne como siempre.— Señor Asad — anunció con voz grave —, el señor Omar solicita verlo con urgencia.Asad se levantó de su asiento, sorprendido por la inesperada visita de su hermano a esas hor
La brisa fresca de la noche acariciaba los rostros de Amir e Irina al salir del aeropuerto, sus pasos resonaban en el pavimento presagiando lo que estaba por ocurrir. La ausencia de Said era un fantasma que los perseguía, sembrando dudas y temores en sus corazones, dudas que resolverían como fuera necesario.— ¿Dónde crees que pueda estar?— preguntó Amir, confundido por la situación ya que sus teléfonos móviles permanecían apagados.—Algo no está bien —respondió Irina—. Esto no puede ser una simple casualidad. Asad debe estar detrás de todo esto.Un escalofrío recorrió la espalda de Amir ante la mención del nombre de su padre. La oscura sombra de Asad se cernía sobre ellos, pero eso no lo detendría para salvar a su hermano.— Tenemos que encontrarlo —declaró con firmeza —. Si Asad lo tiene cautivo, lo liberaré. Y si algo le ha sucedido, no habrá mundo suficiente que se esconda.Subieron al auto conducido por Sven, quien arrancó el motor sin decir palabra. El silencio era opresivo, rot
Said reparó de inmediato en la ausencia del chófer cuando las puertas del avión se abrieron. Era inusual, pues su padre siempre enviaba a alguien de la empresa a buscarlo en sus viajes.—¿Has visto que no hay nadie esperándonos? —le preguntó a Nadia con el ceño fruncido.Nadia, igual de sorprendida, asintió y observó su alrededor con recelo.—Sí, es extraño. Tu padre nunca olvida estos detalles —respondió—. Además, este no es el aeropuerto de Estambul.Said examinó con atención el lugar que los rodeaba. Algo en ese aeropuerto le resultaba extraño. Un escalofrío de inquietud recorrió su cuerpo.—Algo no va bien —murmuró Said, sintiendo un nudo en el estómago—. Regresemos al avión.Nadia, comprendiendo la preocupación de su esposo, asintió sin rechistar y se dirigió de nuevo hacia la aeronave. Aquella situación era demasiado extraña e inusual como para ignorarla. Si algo sobre ellos se descubría, estaba segura de que corrían un peligro inminente.Jamal y William, que habían estado esper
Sven, agarraba el volante con fuerza mientras conducía por las calles de Turquía a toda velocidad. Su rostro estaba tenso, surcado por profundas líneas de preocupación, reflejando la urgencia de la misión: llegar al aeropuerto antes de que los hombres de Asad lograrán asesinar a Said.En un edificio cercano, Amir, convertido en una sombra entre las penumbras, observaba con su rifle de francotirador a los tres hombres de Asad apostados en la pista del aeropuerto. Su mirada, fría y precisa como la mira de su arma, estaba fija en cada uno de ellos, esperando el momento oportuno para actuar, si lo hacía demasiado pronto huirían y si lo hacía demasiado tarde su hermano correría peligro.Las puertas del avión empezaban a abrirse y Amir, con el dedo índice rozando el gatillo de su rifle, estaba listo para disparar. Su corazón latía con fuerza en su pecho, mientras la adrenalina recorría sus venas. Sin embargo, un movimiento inesperado lo detuvo en seco.Un coche negro se interpuso en la líne
Irina, con el corazón palpitando como un tambor desbocado y las manos convertidas en dos puños temblorosos, clavó su mirada en Sven. Sus ojos, llenos de lágrimas contenidas, suplicaban con la fuerza de su desesperación.—Sven, por favor, te necesito. Llévame al aeropuerto. No puedo quedarme aquí, de brazos cruzados, mientras mi hermano está en peligro —imploró, su voz rota por la angustia que la consumía. Cada palabra era como un puñal clavado en su alma.Sven la observó con seriedad, su rostro surcado por líneas de preocupación. Conocía la férrea determinación de Irina y era consciente de que no la detendría fácilmente si se había propuesto algo.—Irina, sabes que mi prioridad eres tú y tu seguridad. Deja que Amir se encargue de esto. Estarás más a salvo en casa con tu hijo —respondió con firmeza, sin apartar la mirada de sus ojos suplicantes.Pero Irina no estaba dispuesta a ceder sin luchar. Su mirada se intensificó, brillando con una mezcla de determinación y desesperación.—¡No p
Asadesyaba ensimismado en su trabajo cuando vio de pronto cómo un correo electrónico irrumpía en su buzón. Era del hombre que había contratado para seguir a su hijo y a su esposa por Europa.Con un nudo en el estómago y una pizca de esperanza de haberse equivocado, abrió el mensaje. Un escalofrío subió por su espina dorsal al contemplar las imágenes adjuntas. En ellas, su hijo, Said, y su nuera, Nadia, aparecían junto al americano, William, y a su sobrino, Jamal.En una de las fotos, Said y William se fundían en un apasionado beso. Asad se llevó la mano al pecho, sintiendo que el corazón le estallaba, aun así respiro hondo y siguió revisando las demás fotos. Las sospechas que lo atormentaban desde hacía tiempo se confirmaban de la peor manera.La siguiente imagen era aún más perturbadora: Jamal, inclinado sobre Nadia, depositaba un beso en su vientre aún plano. William y Said los observaban con sonrisas cómplices, como si presenciaran un tierno momento familiar, tal y como en el fondo