Said reparó de inmediato en la ausencia del chófer cuando las puertas del avión se abrieron. Era inusual, pues su padre siempre enviaba a alguien de la empresa a buscarlo en sus viajes.—¿Has visto que no hay nadie esperándonos? —le preguntó a Nadia con el ceño fruncido.Nadia, igual de sorprendida, asintió y observó su alrededor con recelo.—Sí, es extraño. Tu padre nunca olvida estos detalles —respondió—. Además, este no es el aeropuerto de Estambul.Said examinó con atención el lugar que los rodeaba. Algo en ese aeropuerto le resultaba extraño. Un escalofrío de inquietud recorrió su cuerpo.—Algo no va bien —murmuró Said, sintiendo un nudo en el estómago—. Regresemos al avión.Nadia, comprendiendo la preocupación de su esposo, asintió sin rechistar y se dirigió de nuevo hacia la aeronave. Aquella situación era demasiado extraña e inusual como para ignorarla. Si algo sobre ellos se descubría, estaba segura de que corrían un peligro inminente.Jamal y William, que habían estado esper
La brisa fresca de la noche acariciaba los rostros de Amir e Irina al salir del aeropuerto, sus pasos resonaban en el pavimento presagiando lo que estaba por ocurrir. La ausencia de Said era un fantasma que los perseguía, sembrando dudas y temores en sus corazones, dudas que resolverían como fuera necesario.— ¿Dónde crees que pueda estar?— preguntó Amir, confundido por la situación ya que sus teléfonos móviles permanecían apagados.—Algo no está bien —respondió Irina—. Esto no puede ser una simple casualidad. Asad debe estar detrás de todo esto.Un escalofrío recorrió la espalda de Amir ante la mención del nombre de su padre. La oscura sombra de Asad se cernía sobre ellos, pero eso no lo detendría para salvar a su hermano.— Tenemos que encontrarlo —declaró con firmeza —. Si Asad lo tiene cautivo, lo liberaré. Y si algo le ha sucedido, no habrá mundo suficiente que se esconda.Subieron al auto conducido por Sven, quien arrancó el motor sin decir palabra. El silencio era opresivo, rot
La noche caía sobre Estambul como un manto de terciopelo, envolviendo la ciudad en un silencio expectante. En el interior del opulento despacho de Asad, Amir, Irina y el propio Asad mantenían una tensa conversación, sus palabras resonando en el aire cargado de emociones. La revelación sobre la verdadera identidad de Said había sacudido a los tres hasta lo más profundo, dejando una estela de dolor, confusión y un atisbo de esperanza.Horas habían transcurrido mientras repasaban cada pista, cada detalle que pudiera llevarlos a desentrañar el misterio que rodeaba la desaparición de Said. La tensión era palpable en el ambiente, pero también se percibía una creciente determinación por encontrar al joven.De pronto, el silencio se vio interrumpido por la irrupción del mayordomo, su rostro serio y solemne como siempre.— Señor Asad — anunció con voz grave —, el señor Omar solicita verlo con urgencia.Asad se levantó de su asiento, sorprendido por la inesperada visita de su hermano a esas hor
Amir e Irina, con el corazón palpitando a mil por hora, atravesaron el umbral de la casa de seguridad en Estambul. La incertidumbre y el miedo que los habían acompañado durante las últimas horas se disiparon al instante al ver a sus seres queridos reunidos en la sala.—¡Said! —exclamó Amir, lanzándose hacia su hermano en un abrazo que expresaba toda la preocupación y el amor que había acumulado durante su separación. Said, con el rostro surcado por las emociones, correspondió al abrazo con la misma intensidad.—¡Irina! —gritó Nadia, corriendo hacia su amiga y estrechándola en un abrazo lleno de alivio y gratitud. Las lágrimas de ambas brotaron sin control, liberando la tensión y el miedo que habían estado conteniendo.William y Jamal intercambiaron una mirada de complicidad que reflejaba la alegría de haber superado juntos un momento tan difícil.La habitación se llenó de un murmullo de voces, de consuelo, de agradecimiento. La alegría del reencuentro era palpable, pero también se per
La pequeña capilla kitsch en Las Vegas brillaba bajo las luces de neón, un oasis de color en medio del árido desierto. Dentro, Said y William se preparaban para unirse en matrimonio, sus corazones latiendo con una mezcla de emoción y nerviosismo.Said ajustaba su traje azul marino frente al espejo, mientras William revisaba los detalles de su atuendo gris claro. La habitación estaba impregnada de la emoción que desprendían los dos novios a punto de dar el "sí, quiero".—¿Estás seguro de esto, William? -preguntó Said, ofreciendo a su pareja una última oportunidad por si se arrepentía a última hora.William sonrió con confianza.—Estoy seguro, Said. Este es el día que hemos estado esperando, y quiero que sea perfecto para nosotros... algo diferente, sin grandes preparativos, solo con la familia y las personas que nos quieren.En ese momento, Nadia irrumpió en la sala, radiante con su vestido blanco de novia, donde ya se empezaba a notar su barriga de embarazada de unos pocos meses. La f
Habían pasado cinco años desde la boda, y la vida de todos había cambiado de forma inimaginable. La familia había crecido, los sueños se habían realizado y el amor se había fortalecido. Para celebrar este aniversario tan especial, decidieron embarcarse en una aventura inolvidable: un viaje al Palacio del Sultán, un oasis de lujo y belleza en medio del desierto,.el lugar al que años atrás, varios de ellos habían llegado creyendo que era un secuestro para convertirse en una de las mejores experiencias de sus vidas.Con los ojos vendados y la emoción a flor de piel, llegaron uno a uno al destino secreto. William y Said fueron los primeros en quitarse las vendas, y al hacerlo, se encontraron frente a la imponente fachada del palacio. La majestuosidad del lugar los dejó sin aliento.Said contempló el palacio con nostalgia. En esos mismos muros había vivido uno de los mejores momentos de su vida: su luna de miel con Nadia, un viaje lleno de sorpresas y amor al encontrarse allí a Jamal y Wil
Irina se pintaba los labios con un perfecto y llamativo tono rojo mientras observaba a su amante a través del espejo. Por fin, podía dejar de fingir que estaba enamorada. La espera para terminar esa misión le había resultado eterna.— ¿A dónde te crees que vas? — le preguntó su amante.— Es hora de decirnos adiós — respondió Irina, terminando de subirse los tirantes del vestido y echando su largo y rubio cabello a un lado, sobre uno de sus hombros, para dejar su espalda al descubierto. Se movió hasta quedar de espaldas a la puerta que conectaba con la habitación, observándolo de frente con una frialdad que distaba mucho del gesto cariñoso, amable e incluso inocente que le había mostrado hasta entonces. — ¿Te importa abrocharme la cremallera, cariño?— Claro que me importa, no pienso salir del jacuzzi para eso y tú no deberías estar vestida. Queda mucha noche por delante todavía, vamos, vuelve a quitarte ese vestido y deja que disfrute de nuevo de tu cuerpo.— Ella no te estaba hablan
Si había algo que Irina debía agradecer en esta vida, era que fuera Asad quién la comprara esa noche, cuando la vistieron con una prenda de lencería que le quedaba algo grande y la subieron a una tarima para subastarla como si fuera ganado.Su precio de salida fueron 5000 dólares que se incrementaron en varios cientos de miles.Era demasiado joven como para estar preparada para que un hombre la tocara, incluso para que lo hiciera uno que hubiera elegido ella misma, aun así, allí estaba, demasiado asustada como para dejar de llorar mientras la llevaban, casi a rastras, hasta la habitación donde la esperaba el hombre que la había comprado.Recordaba perfectamente estar temblando cuando cerraron la puerta y la dejaron allí.Él era atractivo, cabello moreno, ojos igual de negros, mirada imponente, grande y elegantemente vestido. La observó con cierta incomodidad y caminó hasta donde la joven se mantenía en pie frente a él, abrazándose a mí misma como si eso pudiera protegerla de algo.—