Los días habían pasado con una extraña calma, aunque cargada de tensiones no resueltas. Liam no había vuelto a visitar a su padre desde aquella explosión. Cada vez que intentaba contactarlo, Cristian ignoraba sus llamadas y mensajes. Por momentos, Liam quería insistir, exigirle respuestas, pero se detenía al pensar en el daño que podría causar a Derek y James si Cristian volvía a cruzarse en sus vidas. Era un conflicto interno constante: amar a su padre, pero no poder ignorar el dolor que había provocado.En la sala principal de la mansión, el ambiente era más relajado, al menos en apariencia. Derek estaba acomodando con cuidado la almohada detrás de James, quien se encontraba aún en recuperación tras el atentado.—¿Cómo te sientes? —preguntó Derek mientras ajustaba la posición de su hermano para que estuviera más cómodo.James rodó los ojos, aunque se veía agradecido por la atención.—Estoy bien, Derek. Lo que no entiendo es por qué no puedo retomar mi vida normal sin que me anden vi
Liam suspiró profundamente, permitiendo que su cabeza descansara sobre el pecho de Derek, mientras él lo rodeaba con un brazo protector. La calidez de aquel abrazo era suficiente para disipar, aunque fuera por un momento, las sombras de sus pensamientos. El suave latir del corazón de Derek contra su oído le brindaba una paz que pocas veces había sentido.—¿Estás seguro de que no pasa nada más? —preguntó Derek en un murmullo, acariciando el cabello de Liam con la yema de los dedos.Liam levantó la mirada, encontrándose con los ojos azules que siempre parecían adivinar lo que él no decía.—De verdad, estoy bien —respondió, aunque su tono aún arrastraba cierta duda—. Pero no puedo evitar pensar en cómo todo cambió tan rápido. A veces siento que no he tenido tiempo de procesarlo.Derek lo apretó un poco más contra él, como si con ese simple gesto pudiera absorber todo el peso que cargaba Liam.—Lo sé, mi vida. Han sido meses difíciles, pero lo importante es que estamos aquí, juntos. Y aho
Cristian avanzó con pasos seguros sobre la arena cálida, sintiendo cómo cada grano se deslizaba entre sus pies descalzos, una sensación que, por primera vez en mucho tiempo, le resultaba tranquilizadora. En sus manos llevaba dos copas de vino, el líquido carmesí brillando bajo la luz del atardecer que pintaba el cielo con tonos naranjas y púrpuras. Cada paso lo acercaba al hombre que lo esperaba a pocos metros, sentado en una manta extendida sobre la arena.Vittorio lo recibió con una sonrisa cálida, sus ojos oscuros reflejando la luz del ocaso. Su camisa blanca estaba desabotonada a la altura del pecho, ondeando suavemente con la brisa marina. Cristian le entregó una de las copas y se sentó a su lado, dejando escapar un suspiro de satisfacción mientras su mirada se perdía en el horizonte.—Aquí tienes, amor —dijo Cristian con una suavidad que pocas veces se permitía.—Gracias —respondió Vittorio, tomando la copa y rozando deliberadamente los dedos de Cristian en el proceso. Sus ojos
El sol apenas lograba colarse por la delgada tela que adornaba los ventanales de cristal de la habitación que Liam compartía con su esposo, hace una hora que había despertado, pero él simplemente no tenía deseos de salir de la cama, mucho menos desde que llevaba un año y medio desempleado luego de lo ocurrido en la Hamburguesería para la cual trabajaba. Le había agarrado un temor a salir a la calle, que no sentía deseos de salir en busca de otro empleo más cómodo o tal vez de uno que no le hiciera sufrir de tal magnitud, que luego tuviese que estar acostado en una butaca, con una psicóloga al lado, y es que desde aquel terrible suceso, Liam no volvió a ser el mismo, por el simple hecho de que muchas cosas cambiaron en él.En primer lugar, escuchar aquel sonido de las balas impactando contra los cristales del establecimiento y el ver como las personas salían corriendo del lugar, despavoridos, muertos de miedo, muchas personas murieron ese día y él no dejaba de sentir miedo a pesar de i
— ¡Liam, ya llegué!Había pasado poco más de una semana desde el contrato fallido de Jaison, y era la primera vez desde entonces que llegaba a casa siendo tan ruidoso. El aludido corrió a la entrada, donde su esposo saltaba en un pie y luego en otro, intentando no pisar el saco y evadir el portafolio que dejó caer en cuanto llegó.El rubio no pudo evitar reír y acercarse a su esposo para que se apoyara en él y no cayera — ¿Qué es lo que sucede? ¿Y toda esa actitud?Su esposo subió el pequeño escalón y le tomó por los hombros, sonriendo ampliamente y dándole una mirada llena de brillo y emoción.— La luz, Liam, puedo ver la luz luego de estos días — alardeó con la sonrisa aún decorando su rostro — No tienes idea de la oportunidad que se ha presentado esta tarde, ven, ven, vamos a la sala para contarte.Liam lo siguió entre risas, tomando asiento a su lado y entrelazando sus dedos con Jaison, quien estaba ansioso por contarle.— Resulta que, no sé si has escuchado de este sujeto, última
Tuvo que dar media vuelta para poder encarar a la persona que intentaba colarse en su pequeño círculo de negocios — ¡Jaison! Por fin te encuentro, quiero presentarte a una persona, imagino que ya debes saber quién es.Liam sintió que le arrebataban el aire de los pulmones y la sangre viajó rápidamente a su rostro, haciendo que lo sintiera extremadamente caliente mientras sus ojos observaban al hombre que venía con el entrometido.Era, sin duda, Derek, su Derek, el mismo que había conocido en aquel accidente en el centro comercial, como era posible, que su destino le estuviese involucrando de esa manera, su rostro nunca se había borrado de su memoria y no había olvidado lo apuesto que era, tan alto y fuerte, con sus hombros ligeramente anchos, y aquellos brazos masculinos que lo habían mantenido por escasos segundos entre ellos, su piel morena le resultaba de una forma tan sensual que estaba seguro era jodidamente ilegal, los labios, casi tan gruesos como los suyos hacían juego con eso
Tanta champagne hizo efecto en Liam desde hace poco más de media hora, necesitaba orinar cuanto antes o lo haría ahí mismo sobre sus pantalones en medio de aquel elegante salón. Se disculpó con las personas delante suyo y susurró en el oído de su esposo que iría al baño.Se apresuró a la salida y le preguntó al primer empleado que se cruzó por su camino por el baño. Siguió las indicaciones con rapidez, sin detenerse para maravillarse con todo lo que le rodeaba, ya de regreso se tomaría su tiempo para apreciar cada detalle.Entró en el baño con pasos rápidos y se aproximó a uno de los orinales, bajando el cierre de sus pantalones para poder orinar. Suspiró mientras terminaba de abrochar su botón, aliviado de sentir su vejiga vacía. Mientras se lavaba las manos, miró su reflejo en el espejo. Su peinado seguía intacto pero su moño estaba ligeramente inclinado. Tras secar sus manos intentó arreglarlo pero pronto la frustración lo consumió, se sintió acalorado y decidió mejor desabrochar,
El día de la reunión había llegado en un abrir y cerrar y por supuesto que Jaison no iba a dejar que el nerviosismo le arrebatara ésta excelente oportunidad. Se arregló el saco una última vez antes de acercarse a la señorita de la recepción y brindarle sus datos, asegurando que tenía una cita con Derek Carbone.— Adelante señor Robles, el señor Carbone lo está esperando, ¿Viene usted solo?La señorita miró en dirección al elevador rápidamente. Él asintió y se dispuso a seguir a la recepcionista hacia dos puertas altas de madera. La mujer dio dos toques y luego las abrió, entrando primero ella para anunciar que Jaison Robles había llegado.Entró en la habitación, que supuso era la oficina de Derek, quien se encontraba sentado tras un largo y ancho escritorio, con todo tipo de documentos esparcidos en él. A la derecha, había una pequeña salita con una mesita de café al centro, a la izquierda, se encontraba una mesa más larga con 8 asientos a lo largo de ella. Derek se puso de pie y mir