116°

En ese momento, en el auto, me sentía completamente incómoda. Me abracé a mí misma y me entretuve sacando la tierra debajo de mis uñas para no mirar a ninguno a la cara.

Yo sabía que venía un regaño por parte de Federico, pero en ese momento estaba feliz, radiante. Tendría que contarle la verdad, decirle qué era lo que estaba haciendo y por qué estaba en medio de la autopista de la jungla sin un transporte.

No sabía si su buen ánimo era porque yo había decidido darle una oportunidad o porque me había besado frente a Alexander.

La verdad es que no pude evitarlo. Me tomó completamente por sorpresa cuando estiró los brazos para abrazarme, y me dejé abrazar porque me había prometido que le daría una oportunidad, porque eso era lo que tenía que hacer.

Pero cuando me besó, me quedé paralizada, no pude hacer más que devolver torpemente aquel beso, y no pude voltear a mirar a la cara a Álex. ¿Cómo podía mirarlo?

Me sentía como una mala mujer, sucia y torpe, que ni siquiera sabía lo que quería
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