120| Alex.

Esa mañana me desperté dando un salto. Había tenido una oscura pesadilla donde las personas que quería morían. Escuché disparos y el corazón latía con tanta fuerza en el pecho que, cuando abrí los ojos en la mañana, la sangre subió a mi cabeza provocándome un mareo.

Estiré mi mano, buscando en la vasta funda el pequeño cuerpo de mi hijo. Esteban seguía ahí, muy pegado a mi cuerpo, justo como se había quedado dormido.

Desde que Gabriela y yo nos habíamos separado, Esteban se había sentido más solo de lo normal, y yo no había desperdiciado ni un solo momento para estar a su lado.

Observé su pequeño cuerpecito a mi lado; era tan parecido a mí que incluso resultaba escalofriante. Aunque confiaba en mi amigo y en la prueba de ADN, estaba seguro de que él no era mi hijo. Al menos, mi hijo biológico.

Lo moví un poco por el hombro para despertarlo, y sus pequeños ojitos verdes se abrieron y me miraron. Sonrió.

— Tuve un sueño muy bonito — , me dijo. — Soñé que tú y mami regresaban. — Cuando e
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