EVELIA CARPIO
—Gracias— susurro, ya que yo tampoco tengo mucha fuerza en este momento, con la poca energía que me queda me levanto de la cama y comienzo mi camino directamente al comedor.
Las paredes, los cuadros, incluso los floreros eran los mismos que diez años antes, nada en esta casa había cambiado, nada en esta casa había mejorado.
Al llegar al comedor y presentarme en la entrada, Adriana mi hermana sentada como una marioneta en la mesa, me vio e inmediatamente quiso levantarse., pero un ruido fuerte y estridente nos hizo encogernos a todas.
Leonel, mi padre, había golpeado la mesa con el puño cerrado con toda la fuerza que le permitía su brazo.
—Compórtate como una señorita educada Adriana, no quiero esta clase de situaciones, recuérdalo.
Leonel ni siquiera volteó a ver en ningún momento a mi hermana, dando por hecho que ella obedecería… y así fue.
Adriana bajó la cabeza y visiblemente temblorosa, se sentó de nuevo como si nada de eso hubiera sucedido.
—Bienvenida hija —dijo Cecilia Carpio, mi madre. Hizo todo lo posible por ocultar el temblor de su voz y supe que me echaba de menos. No me atrevía a mirarla, tenía miedo de que llorara.
Me acerqué caminando despacio, no quería recibir más latigazos, no por caminar demasiado rápido.
—Tu madre te habla —gruñó Leonel — ¿no te enseñamos a responder?
—Gracias madre— dije en tono bajo y controlado, como si nos hubiéramos visto sólo unas horas antes. Entonces me senté evitando en medida de lo posible golpear las heridas de los latigazos anteriores.
Todas teníamos que esperar a que el patriarca de la casa comenzara a comer para poder probar bocado todas las demás, sentía que me mareaba por la falta de alimento, pero no estaba dispuesta a adelantarme y que me castigara de nuevo sin comida y con sus tan característicos latigazos.
Instantes después que para mi ver fueron siglos, Leonel Carpio tomó su tenedor y comió el primer bocado de la cena. Dándonos permiso de comer también.
—¿Y cómo has estado?— preguntó Adriana temerosa de que la pregunta no fuera la correcta.
—Bien —respondí a secas, no quería que mi padre pensara que estaba incitándola a que se escapara también. Tenía claro que ella había decidido solo mantenerse al margen, siempre al margen de todo.
La cena transcurrió de manera natural, en absoluto silencio, después de eso ya para terminar Leonel dijo:
— Les aviso que mañana se presentarán en esta casa Rodrigo Geacoman y su nieto Oliver Geacoman. Y se decidirá quién de ustedes dos formará parte de la familia más poderosa del país, necesito que se comporten bien, que sean educadas y demuestren que pueden ser una digna integrante de esa familia.
Adriana esperó a que su padre terminara de hablar, él odiaba ser interrumpido para decir:
—Sí padre lo haremos.
—¡Ah no!— no pude evitarlo, esa negativa salió desde el fondo de mi alma, no me quería casar y podría tal vez intentarlo una última vez antes de que todo se fuera a la basura.—Si ella quiere casarse, ¿Por qué tengo que estar yo? Yo no quiero casarme, no quiero ni conocerlo, por favor solo permíteme desaparecer— dije con pena.
Leonel aventó el cubierto que tenía en la mano.
—Eres una pequeña rata— me dijo con tono de odio —no me dejas ni comer tranquilo, estos años se me hicieron cortos sin ti pero lamentablemente —dijo con asco— el señor Rodrigo Geacoman ha mencionado en reiteradas ocasiones que mi hijas son muy buenas, así que no puedes arruinar la reunión de mañana. No me importa no saber qué es lo que le gusta, tal vez hasta le gustas para él —dijo con un tono desagradable— lo que sí me importa, es formar parte de esa familia, imagínate lo que podríamos hacer nosotros con la maderera de principal proveedora de la mueblería de lujo de los Geacoman.
Leonel sonrió como si estuviera viendo barras interminables de oro, cosa que me asustó, esa sonrisa solo aparecía después de haberme dado una paliza.
—Como ya estás de contestona — continuó Leonel— imagino que lo que comiste es suficiente hasta el día de la reunión, ¡lárgate de aquí! — Leonel tronó los dedos y un hombre alto con traje apareció de la nada.
—Llévatela y enciérrala— el hombre se abalanzó sobre mí y me levantó tomándome en sus brazos.
Yo intenté con todas mis fuerzas librarme de su agarre pero era muy fuerte para mí— ¡por favor, por favor!— grité— ¡no me obligues a hacer esto!— pero ninguna de mis súplicas fue suficiente para evitar que ese hombre me aventara dentro de la habitación y cerrara de nuevo la puerta.
Despierto por el dolor punzante de las heridas en mi cuerpo, ya me había desacostumbrado a esa desesperante sensación que tienes al curar una herida abierta.
Me levanto de la cama e intento caminar de manera normal aunque una de las piernas me duele a cada paso, el roce de la tela en la piel es como si fuera una lija, me duele y me arde la herida que tengo en el muslo.
Debo tranquilizarme y pensar cómo salir de aquí, si conseguí escapar una vez puedo hacerlo una segunda, aunque revisé toda mi habitación y la puerta por la que había salido antes ya no estaba.
Muchos años atras una ama de llaves qué tuvimos me enseñó los pasadizos secretos de la mansión para que jugara a las escondidas con mi hermanita, nunca pensé que iba a llegar a servirme tanto como hace diez años.
Recuerdo esa noche haber practicado muchas veces los laberintos interiores de la mansión hasta que esa última vez me llevó a una entrada externa.
Fui tan feliz de sentir en mi rostro el aire de la libertad, el toque de la posibilidad de ser yo misma.
Lágrimas brotan de mis ojos, debí ser más inteligente, debí ser más precavida, debí ser más aguerrida, me reclamaba pero muy en el fondo de mi ser sabía que eran ideas absurdas.
— Él me hubiera encontrado, él siempre logra encontrarme — digo en voz alta.
Escucho que esa m*****a puerta se abre de nuevo y con la vista nublada por las lágrimas alcanzó a distinguir una silueta en la puerta abierta.
—Señorita —dijo la muchacha que había venido anteriormente— vengo a ayudarla para que esté lista para la cena.
Yo solo asiento necesito mantener mi energía lo más resguardada posible, para en la primera oportunidad largarme de aquí.
Todo ese día lo paso siendo una muñeca, me peinan, me maquillan, me visten, yo solo soy un cuerpo vacío porque mi mente se encuentra en otra parte.
— El momento ha llegado— Escucho que Leonel dice a mi espalda, regresándome al presente. — Espero mucho de ti, no me defraudes.
OLIVER GEACOMAN— ¡No quiero hacerlo!— Grito furioso.Estoy caminando como león enjaulado en mi oficina, mi abuelo, Rodrigo Geacoman se mira desesperado pero no creo que lo esté más que yo.—Tranquilízate Oliver, tranquilízate, esto es algo que ya sabías desde hace mucho tiempo, no entiendo por qué te pones así, ya es hora que dejes de lado el libertinaje y formes una familia. No es bueno andar de cama en cama.— Afirmó seguro de lo que decía.Me da risa su cinismo.— ¿Por qué me pongo así?— le pregunto sarcástico— puede ser tal vez porque tú estás eligiendo con quién me voy a casar, cuándo y todo esto como una especie de jueguito.—No —contestó mi abuelo seguro de su respuesta— no es un juego, tú aún eres muy joven y no sabes de la vida, además te estoy dejando decidir.—Por Dios abuelo ¡¡tengo treinta y cinco años no soy un niño!! Yo puedo tomar mis propias decisiones.—No referentes a mi empresa, no puedes si quieres ser Ceo permanente en la multinacional Geacoman, si lo deseas ten
EVELIA CARPIOToda la cena me mantengo siendo yo misma, con la actitud que me caracteriza, y sé que eso es justo lo que Leonel odia, por lo que disfruto doblemente hacerlo.La cena se está desarrollando como debería, mi hermana Adriana siendo perfecta hasta en su forma de limpiarse los labios, cuando sabe perfectamente que están impolutos, hasta el adonis en el que se ha transformado la lagartija que recuerdo hace muchos ayeres, quién se ha mantenido atento a ella.Me pica la espalda, Leonel me golpeó de nuevo un poco antes de iniciar toda esta farsa, pero esta vez me abrió más la piel, llegó hasta las costillas y siento que me quema por dentro, él asegurándose como siempre, debo reconocer, de golpear donde pueda ser cubierto.El monstruo siempre ha sido precavido en esos detalles, dar en lugares que no sean visibles, porque ante todos debe ser el hombre perfecto y por lo tanto, sólo merece la familia perfecta, no menos.A pesar del dolor, tengo que comer, tengo que terminarme todo
OLIVER GEACOMANMe encuentro decidido no entiendo por qué Evelia se empeña en alejarme, no puedo decirle frente a todos que quiero ayudarla, que ambos podemos ayudarnos.Después de aclarar que sí quiero casarme con ella y no con su hermana, se crea un silencio un tanto incómodo para todos.—Entiende hija —dice Leonel —él se ha enamorado de ti, ha quedado prendado de…— Se quedó trabado, se notaba que estaba buscando un calificativo aceptable para continuar su oración y no lo encontraba.—Su carisma —dijo mi abuelo, a fin de cuentas él sí era una persona a quien Oliver le fuera de agrado.— ¡Claro carisma!— continuó Leonel un poco confundido porque ésa fuera la razón.Había olvidado un detalle, en ese momento me levanto, saco un anillo de mi bolsillo y se lo presento a Evelia.Ella abre los ojos asombrada, parece que no se esperaba un anillo de compromiso en un compromiso, «en dónde tendría la cabeza esta muchacha» pienso intrigado.—Es el anillo que usó su madre y mi esposa —susurró mi
EVELIA CARPIOLa puerta se cierra los extraños y visitantes se van, eso quiere decir que este infierno vuelve a estar despierto, y todos obtendremos lo que él considere justo.El hombre perfecto que Leonel finge ser, queda sustituido por la versión real, el demonio domador de esta casa.—Cecilia — dice el firme provocando que mi madre pegue un pequeño brinco de anticipación ante cualquiera que sea su solicitud — ve y prepárame un baño, voy a tener una conversación privada con mis hijas, no quiero que molestes ¿entiendes?Mi madre abrió los ojos pero nunca levantó la vista, estaba sorprendida pero, como si no supiera lo que iba a venir solo asintió, se dio media vuelta y comenzó su camino directamente a donde le había indicado Leonel.— A mi hermana ¿para qué la quieres?— pregunto porque sé perfectamente para qué me quiere a mí, cada uno de los comentarios que hice esta noche eran con un propósito que malditamente no cumplí, pero ella se comportó perfecta, como él siempre había exigid
EVELIA CARPIOEstoy ansiosa, realmente ansiosa no sé cómo está Adriana, después de obligarme a ver cada uno de los golpes que ella soportó hecha un ovillo en el suelo, me trajeron contra mi voluntad a la habitación, necesito salir y ver que ella está bien.En ese momento escucho pasos que se acercan a la puerta.—Hola ¿Quién es? ¿Quién viene?— pregunto nerviosa con el corazón acelerado no sé de quién se trata pero necesito intentar salir de aquí.— ¿Señorita Evelia? — pregunta una voz delicada, «es la muchacha que me ayudó a vestirme» pienso.—Sí disculpa, necesito por favor, que me abras, que me ayudes. — sé que la desesperación puede notarse en mi voz pero no me importa en éste momento.—No puedo señorita, no puedo dejarla salir— en la voz de la muchacha se le escuchaba tristeza y compasión, probablemente ella no quería hacer nada de lo que estaba obligada a hacerme.—Escucha— pido— por favor, solo necesito saber si mi hermana está bien, te prometo que solamente la veo y regreso, y
EVELIA CARPIOEl sonido de golpes en la puerta me despierta, alguien quiere entrar, sonrió ante la ironía del momento, honestamente me da gracia que tengan ese gesto conmigo, como si quien quisiera tener esa puerta cerrada fuera yo, como si quien impidiera a las personas entrar o salir en esta habitación fuera yo.Independientemente de lo que me divierte esa idea tan ridícula, tallo un poco mi rostro para despertarme mejor soy consciente que algo fuerte se viene y quiero estar lista. Debe serlo para que lleguen a tocar a mi puerta en medio de la noche.— ¿Quién es?— pregunto aún con la voz ronca y la garganta un poco cerrada.—Soy yo— dice mi madre con un tono de voz que delata lo insegura que se siente— tu ma...— Se detiene y se corrige — Cecilia.Me siento asombrada, dejando de lado todos los años que no estuve en esta mansión, antes de eso ella vino a visitarme en contadas ocasiones, esas en las que Leonel sabía que se había pasado de la raya y que yo necesitaría un poco de ayuda e
EVELIA CARPIOEl día de la boda ha llegado, acabo de quedarme sola en esta gran habitación desconocida para mí, inusualmente llena de luz y calidez, nadie había contemplado ni siquiera el monstruo que al momento que Rodrigo Geacoman había dicho que tenía todo listo para la boda, sería en su mansión, pues bueno, a pesar de los corajes que Leonel tuvo que tragarse al saberlo, aquí estoy preparada para ser la marioneta que el necesita.Me miro en el reflejo de un espejo, que se ve maravilloso e imponente, pero no tanto como mi vestido de novia.Para este día finalmente elegí un vestido completamente ceñido al cuerpo sin escote y con mangas largas para cubrir cada una de las marcas que tengo en mi cuerpo.Todas mis heridas fueron selladas con una especie de gasa que por fuera tiene plástico para hacerlo hermético, así que espero estar bien durante todo éste circo, veo mi reflejo e insisto en encontrar algo de mí misma en esta imagen pero no lo consigo.La belleza del momento, del vestido
OLIVER GEACOMANEl día de la boda es hoy y estoy nervioso, podría decirse que estoy a punto de marcar un antes y un después en mi vida.En mi habitación me encuentro decidido a hablar con ella y exponerle todo lo que debe saber antes incluso de comenzar la ceremonia.Cuando estoy a punto de salir de la habitación, un ruido proveniente del balcón llama mi atención, una especie de liana formada por sabanas amarradas acaba de aparecer desde el piso de arriba.Decido regresarme para investigar lo que sucede, aunque algo dentro de mí me dice que puede estar relacionado con ella, con Evelia.«Esta mujer me encanta» pienso sin darme cuenta que ese pensamiento me pone una sonrisa de bobo en los labios «es tan creativa, nadie podría aburrirse con ella»Después de unos minutos que me parecieron eternos, veo que una especie de nube blanca comienza a descender en mi dirección.— Esta mujer se cree súper poderosa —digo al mismo tiempo que me acerco lo más que puedo, sin que ella se dé cuenta, no q