OLIVER GEACOMAN
— ¡No quiero hacerlo!— Grito furioso.
Estoy caminando como león enjaulado en mi oficina, mi abuelo, Rodrigo Geacoman se mira desesperado pero no creo que lo esté más que yo.
—Tranquilízate Oliver, tranquilízate, esto es algo que ya sabías desde hace mucho tiempo, no entiendo por qué te pones así, ya es hora que dejes de lado el libertinaje y formes una familia. No es bueno andar de cama en cama.— Afirmó seguro de lo que decía.
Me da risa su cinismo.
— ¿Por qué me pongo así?— le pregunto sarcástico— puede ser tal vez porque tú estás eligiendo con quién me voy a casar, cuándo y todo esto como una especie de jueguito.
—No —contestó mi abuelo seguro de su respuesta— no es un juego, tú aún eres muy joven y no sabes de la vida, además te estoy dejando decidir.
—Por Dios abuelo ¡¡tengo treinta y cinco años no soy un niño!! Yo puedo tomar mis propias decisiones.
—No referentes a mi empresa, no puedes si quieres ser Ceo permanente en la multinacional Geacoman, si lo deseas tendrás que acceder.
—Entonces ¿de qué sirve mi preparación? ¿De qué sirve mi… mi inteligencia?— estaba trabado de frustración.
—Me niego.
—Entonces toma tus cosas y lárgate— dice el viejo tajante.
—No puedes hacerme esto abuelo, soy el único que se encarga de todo.
—Sí porque Esteban no se ha querido meter, pero el momento en que eso suceda, puede que todo cambie.
—No me puedes estar amenazando con dárselo a mi primo— Definitivamente mi abuelo se había vuelto loco.
—Mira aquí la decisión es tuya, pero las condiciones las pongo yo, para ser el director general de la multinacional tengo dos condiciones, que tengas treinta y cinco años y que te cases con una de las hijas de Leonel Carpio y mínimo dures un año en ese matrimonio.
Rodrigo Geacoman se levantó de la silla y se fue no sin antes decirme:
—Nos vemos aquí a las 7 en punto, ya sabes que odio llegar tarde.
****
Tenía tiempo que no discutía con mi abuelo, pensé que con el paso de los años esa estúpid* idea de arreglar el matrimonio… ¡mi matrimonio! se le quitaría de la cabeza, por lo visto estaba completamente equivocado.
Aunque estoy negado ante la idea de casarme con una completa desconocida, aquí me tienes puntual y guapo, presente e imponente, porque es algo que no puedo evitar, esperando a mi abuelo para ir a presentarnos a la casa de la familia Carpio. Incluso si este matrimonio no aporta ningún beneficio a la empresa. Por eso no lo entiendo.
Al llegar a la mansión de la familia Carpio me doy cuenta que es una construcción muy antigua, sabía que esta familia tenía varias generaciones de riqueza, no me admiro ya que mía también tiene muchas generaciones de riqueza pero creo que mínimo serán mujeres educadas y refinadas.
Llegamos a la entrada para que una persona de servicio abriera la puerta y nos indicará el lugar, pero a medio pasillo escucho susurros a lo lejos en otra dirección, me intereso de inmediato, no hay mejor manera de saber cómo son las personas realmente, que escuchar lo que dicen cuando se creen solos.
— Abuelo iré al servicio, ve adelantándote —él asiente y continúa el camino indicado por la servidumbre.
Cada vez me acerco más y más a esa puerta en la de la que salen voces y comienzo a escuchar claramente.
—No quiero hacerlo —es una mujer, es una muchacha, la voz se escucha de alguien joven pero segura de lo que dice. ¿Quién de las dos Carpio será?
— Escúchame bien Evelia, me importa muy poco lo que tú quieras ¿entendiste?
— Se llama Evelia— me digo para recordarlo después.
— Entiende está mi hermana solo déjame ir. — Me pregunto a dónde querrá irse.
El sonido como de un silbido llegó a mí y de pronto ¡Paz! Se estampó en algo más, escucho un pequeño quejido, muy leve pero no puedo asegurar que no haya sido el chillido de alguna puerta al abrirse.
Quiero acercarme y abrir la puerta, doy unos pasos más en esa dirección, pero alguien toca mi hombro deteniéndome.
—Señor Oliver, un placer conocerlo— me saluda una mujer de edad avanzada, delgada, menuda y hasta cierto punto podría decir qué tímida ya que su mirada rara vez deja el suelo.
— Mucho gusto ¿usted es? — pregunto ya que no tengo ni la más remota idea que quién sea ésta mujer.
— ¡Oh sí! soy Cecilia Carpio, esposa de Leonel Carpio, mucho gusto —la mujer se puso un poco nerviosa pero continuó— la recepción está por el otro pasillo permítame guiarlo y llevarlo al lugar donde será atendido.
Mi instinto me indicaba que debía entrar a esa oficina ¿qué había sido ese silbido? pero la mujer que me acompañaba me jaló discretamente hacia el otro lado, no podía negarme tendría que averiguar esto después.
Al entrar al comedor veo a mi abuelo sentado a un lado de una silla vacía, frente a él se encuentra una chica que me da la espalda, ella tiene el cabello lacio y rubio, se ve delgada y joven.
Me pongo de lado de mi abuelo ya que quiero ver a las dos chicas a la vez, necesito estudiar sus reacciones.
— Señor Geacoman le presento —dijo la señora Cecilia — a la menor de mis hijas ella es Adriana Carpio.
La chica tranquilamente se levantó con unos movimientos que parecían una especie de danza, de manera lenta y tranquila.
—Mucho gusto señor, espero que la velada sea de su agrado.— Inmediatamente después se volvió a sentar en la silla.
—Mucho gusto — dije sentándome a la par que mi abuelo.
Un instante después quedo impactado, en la puerta de la entrada se encuentra Leonel Carpio, el patriarca de esta familia, pero eso no es lo que llama mi atención, sino la chica que lo acompaña ese rostro angelical y esos ojos color gris eran los que no había podido sacar de mi cabeza durante días.
Desde que en el centro al caminar a una tienda de ropa exclusiva, una chica sorpresivamente me había embestido, solo había sido un instante, una fracción de un segundo, el que sus ojos y los míos habían conectado, pero a partir de ese momento no los pude sacar de mi cabeza.
Algo dentro de mí me decía que yo los conocía y que tenía que saber más, y me doy cuenta que era ella ¿qué hacía corriendo en medio de la calle como si fuera una vagabunda?
Aunque había pensado que esta cena sería aburrida, cada vez tengo más incógnitas por resolver.
Decido en ese momento que tengo que saber ¿qué sucede con esa chica?
La cena transcurre con normalidad, hasta que sale el tema que nos tiene aquí reunidos.
— Entonces, ¿Cómo decidirá esto? — comenta Leonel sin poder evitar sonar un poco ansioso.
— ¿Qué cosa? —Pregunto inquieto ante la presión.
— Con cuál de mis hijas se casará.
— Déjalo cenar padre— dice la chica que había llegado con él.— Has esperado más de una década, unos minutos mas no te matarán.
A diferencia de Adriana, no me la habían presentado, pero reconozco su voz, es la misma de la oficina. Me recuerdo que se llama Evelia.
Ella inmediatamente después sonríe amablemente, al darse cuenta que había hablado sin pensar.
— Eve…— Leonel se detiene pero lo veo que instintivamente mueve su mano a su cadera como si estuviera buscando algo que no encuentra.
— Pues quiero saber algo de ellas. — comento paciente.
Evelia hace un gesto como si no le importara en absoluto lo que acabo de decir y Adriana mira en busca de aprobación a su padre, quien asiente discretamente, pero noto el movimiento.
— Soy muy buena en las labores que corresponden a administrar un hogar, sé pintar, coser y bordar, además por supuesto de saber cocinar. — Sin decir nada más se mantiene en silencio conforme con lo que ha dicho.
Yo asiento incrédulo de lo que ha dicho, no sé si estamos en el año mil ochocientos o en el siglo veintiuno, los movimientos de Adriana son todos calculados y en ningún instante me ha visto a los ojos.
En cambio Evelia, me mira y dice directamente:
— Ella es perfecta, si te casas con mi hermana serás completamente feliz, créeme.
—¿Eso es sobre ti? — Le pregunto curioso ante su actitud, la bipolaridad de ambas es refrescante, una intenta ser perfecta y la otra, bueno la otra intenta sólo existir.
— Si— Asintió firme— Básicamente ella es todo lo que no soy, así que si, es sobre mí.
Evelia continuó comiendo con tranquilidad mal disimulada, ya que los bocados eran grandes que apenas y cabían en su boca.
La cena transcurrió con la misma dinámica, Adriana diciendo lo que se suponía debía decir y Evelia todo lo contrario hasta que llegó el momento de decidirme.
— Oliver, es momento que digas ¿con quién te casaras?— Dice mi abuelo, el tiempo se me había terminado.
Me quedo en silencio, Adriana es prácticamente perfecta el tipo de mujer que quiero tranquila, sin altibajos, no altera el ecosistema en el que se encuentra, es pacífica.
Pero en ese momento noto, que en el vestido de Evelia comienza a verse un rastro de algo rojo en el costado contrario a su padre, algo que sólo puedo ver por el ángulo en el que me encuentro ¿qué es lo que se mira? Quiero acercarme, pero por más que lo intento no puedo ver… hasta que se hace más evidente, es sangre, este tipo lo que hizo antes fue golpearla, el muy bastard0.
Me lleno de ira ante lo que veo, ese maldito que se decía su padre era un carroñero que lo único que podía hacer para hacerse escuchar era dar golpes, aprieto mis puños ante el deseo de regresarle cada uno de los golpes que ha dado, «no voy a permitir que vuelva a tocarla, no si yo puedo evitarlo».
Sin pensarlo más sólo digo.
— Evelia, me casaré con Evelia.
EVELIA CARPIOToda la cena me mantengo siendo yo misma, con la actitud que me caracteriza, y sé que eso es justo lo que Leonel odia, por lo que disfruto doblemente hacerlo.La cena se está desarrollando como debería, mi hermana Adriana siendo perfecta hasta en su forma de limpiarse los labios, cuando sabe perfectamente que están impolutos, hasta el adonis en el que se ha transformado la lagartija que recuerdo hace muchos ayeres, quién se ha mantenido atento a ella.Me pica la espalda, Leonel me golpeó de nuevo un poco antes de iniciar toda esta farsa, pero esta vez me abrió más la piel, llegó hasta las costillas y siento que me quema por dentro, él asegurándose como siempre, debo reconocer, de golpear donde pueda ser cubierto.El monstruo siempre ha sido precavido en esos detalles, dar en lugares que no sean visibles, porque ante todos debe ser el hombre perfecto y por lo tanto, sólo merece la familia perfecta, no menos.A pesar del dolor, tengo que comer, tengo que terminarme todo
OLIVER GEACOMANMe encuentro decidido no entiendo por qué Evelia se empeña en alejarme, no puedo decirle frente a todos que quiero ayudarla, que ambos podemos ayudarnos.Después de aclarar que sí quiero casarme con ella y no con su hermana, se crea un silencio un tanto incómodo para todos.—Entiende hija —dice Leonel —él se ha enamorado de ti, ha quedado prendado de…— Se quedó trabado, se notaba que estaba buscando un calificativo aceptable para continuar su oración y no lo encontraba.—Su carisma —dijo mi abuelo, a fin de cuentas él sí era una persona a quien Oliver le fuera de agrado.— ¡Claro carisma!— continuó Leonel un poco confundido porque ésa fuera la razón.Había olvidado un detalle, en ese momento me levanto, saco un anillo de mi bolsillo y se lo presento a Evelia.Ella abre los ojos asombrada, parece que no se esperaba un anillo de compromiso en un compromiso, «en dónde tendría la cabeza esta muchacha» pienso intrigado.—Es el anillo que usó su madre y mi esposa —susurró mi
EVELIA CARPIOLa puerta se cierra los extraños y visitantes se van, eso quiere decir que este infierno vuelve a estar despierto, y todos obtendremos lo que él considere justo.El hombre perfecto que Leonel finge ser, queda sustituido por la versión real, el demonio domador de esta casa.—Cecilia — dice el firme provocando que mi madre pegue un pequeño brinco de anticipación ante cualquiera que sea su solicitud — ve y prepárame un baño, voy a tener una conversación privada con mis hijas, no quiero que molestes ¿entiendes?Mi madre abrió los ojos pero nunca levantó la vista, estaba sorprendida pero, como si no supiera lo que iba a venir solo asintió, se dio media vuelta y comenzó su camino directamente a donde le había indicado Leonel.— A mi hermana ¿para qué la quieres?— pregunto porque sé perfectamente para qué me quiere a mí, cada uno de los comentarios que hice esta noche eran con un propósito que malditamente no cumplí, pero ella se comportó perfecta, como él siempre había exigid
EVELIA CARPIOEstoy ansiosa, realmente ansiosa no sé cómo está Adriana, después de obligarme a ver cada uno de los golpes que ella soportó hecha un ovillo en el suelo, me trajeron contra mi voluntad a la habitación, necesito salir y ver que ella está bien.En ese momento escucho pasos que se acercan a la puerta.—Hola ¿Quién es? ¿Quién viene?— pregunto nerviosa con el corazón acelerado no sé de quién se trata pero necesito intentar salir de aquí.— ¿Señorita Evelia? — pregunta una voz delicada, «es la muchacha que me ayudó a vestirme» pienso.—Sí disculpa, necesito por favor, que me abras, que me ayudes. — sé que la desesperación puede notarse en mi voz pero no me importa en éste momento.—No puedo señorita, no puedo dejarla salir— en la voz de la muchacha se le escuchaba tristeza y compasión, probablemente ella no quería hacer nada de lo que estaba obligada a hacerme.—Escucha— pido— por favor, solo necesito saber si mi hermana está bien, te prometo que solamente la veo y regreso, y
EVELIA CARPIOEl sonido de golpes en la puerta me despierta, alguien quiere entrar, sonrió ante la ironía del momento, honestamente me da gracia que tengan ese gesto conmigo, como si quien quisiera tener esa puerta cerrada fuera yo, como si quien impidiera a las personas entrar o salir en esta habitación fuera yo.Independientemente de lo que me divierte esa idea tan ridícula, tallo un poco mi rostro para despertarme mejor soy consciente que algo fuerte se viene y quiero estar lista. Debe serlo para que lleguen a tocar a mi puerta en medio de la noche.— ¿Quién es?— pregunto aún con la voz ronca y la garganta un poco cerrada.—Soy yo— dice mi madre con un tono de voz que delata lo insegura que se siente— tu ma...— Se detiene y se corrige — Cecilia.Me siento asombrada, dejando de lado todos los años que no estuve en esta mansión, antes de eso ella vino a visitarme en contadas ocasiones, esas en las que Leonel sabía que se había pasado de la raya y que yo necesitaría un poco de ayuda e
EVELIA CARPIOEl día de la boda ha llegado, acabo de quedarme sola en esta gran habitación desconocida para mí, inusualmente llena de luz y calidez, nadie había contemplado ni siquiera el monstruo que al momento que Rodrigo Geacoman había dicho que tenía todo listo para la boda, sería en su mansión, pues bueno, a pesar de los corajes que Leonel tuvo que tragarse al saberlo, aquí estoy preparada para ser la marioneta que el necesita.Me miro en el reflejo de un espejo, que se ve maravilloso e imponente, pero no tanto como mi vestido de novia.Para este día finalmente elegí un vestido completamente ceñido al cuerpo sin escote y con mangas largas para cubrir cada una de las marcas que tengo en mi cuerpo.Todas mis heridas fueron selladas con una especie de gasa que por fuera tiene plástico para hacerlo hermético, así que espero estar bien durante todo éste circo, veo mi reflejo e insisto en encontrar algo de mí misma en esta imagen pero no lo consigo.La belleza del momento, del vestido
OLIVER GEACOMANEl día de la boda es hoy y estoy nervioso, podría decirse que estoy a punto de marcar un antes y un después en mi vida.En mi habitación me encuentro decidido a hablar con ella y exponerle todo lo que debe saber antes incluso de comenzar la ceremonia.Cuando estoy a punto de salir de la habitación, un ruido proveniente del balcón llama mi atención, una especie de liana formada por sabanas amarradas acaba de aparecer desde el piso de arriba.Decido regresarme para investigar lo que sucede, aunque algo dentro de mí me dice que puede estar relacionado con ella, con Evelia.«Esta mujer me encanta» pienso sin darme cuenta que ese pensamiento me pone una sonrisa de bobo en los labios «es tan creativa, nadie podría aburrirse con ella»Después de unos minutos que me parecieron eternos, veo que una especie de nube blanca comienza a descender en mi dirección.— Esta mujer se cree súper poderosa —digo al mismo tiempo que me acerco lo más que puedo, sin que ella se dé cuenta, no q
EVELIA CARPIOMi intento por escapar había fallado. Poco después, me llevaron al lugar de la boda. Rodeada de personas que realmente no conozco, ni me interesa conocer, pero sé que cada una de ellas tiene sus razones para presenciar esta boda.Me siento nerviosa, deseando estar en otro lugar, deseando estar con amigos y con gente que me acepta tal cual soy y no rodeada de buitres carroñeros esperando obtener algún beneficio de lo que está a punto de suceder.Siento que alguien toma mi brazo, mi instinto me pide que me mueva para eliminar ese contacto no deseado y al voltear veo que Leonel Carpio se encuentra a mi izquierda, sonriente y seguro, ignorante de todas las dudas que tengo.Se acerca para decirme algo al oído:— Que no se te suba lo que dijo Oliver, aquí mando yo, siempre lo hago, recuerda por qué estás aquí, recuerda para qué dejé que te casaras y piensa lo mucho que amas a tu hermana y tu madre y lo que estás dispuesta a hacer para mantenerlas a salvo.Comenzamos el camino