Capítulo 4.- Mas rayitas.

EVELIA CARPIO

Toda la cena me mantengo siendo yo misma, con la actitud que me caracteriza, y sé que eso es justo lo que Leonel odia, por lo que disfruto doblemente hacerlo.

La cena se está desarrollando como debería, mi hermana Adriana siendo perfecta hasta en su forma de limpiarse los labios, cuando sabe perfectamente que están impolutos, hasta el adonis en el que se ha transformado la lagartija que recuerdo hace muchos ayeres, quién se ha mantenido atento a ella.

Me pica la espalda, Leonel me golpeó de  nuevo un poco antes de iniciar toda esta farsa, pero esta vez me abrió más la piel, llegó hasta las costillas y siento que me quema por dentro, él  asegurándose como siempre, debo reconocer, de golpear donde pueda ser cubierto.

El monstruo siempre ha sido precavido en esos detalles, dar en lugares que no sean visibles, porque ante todos debe ser el hombre perfecto y por lo tanto, sólo merece la familia perfecta, no menos.

A pesar del dolor, tengo que comer, tengo que terminarme todo lo que pueda, no sé cuándo volveré a tener oportunidad de probar bocado  con mi comportamiento de ésta noche, seguro me encierra por lo menos una semana.

— Llevo la subdirección del conglomerado de mi familia, es un trabajo que he llevado de manera ejemplar.— Dice el montón de músculos apetitosos que se ha vuelto Oliver, no sabía que se pondría así de guapo, sinceramente no le tenía mucha fe.

Pero muevo la cabeza, ese hombre debe estar con mi hermana, ella será igual de estirada que él y tendrán muchos hijitos estirados que usaran ropa sin una arruga, sonrió ligeramente ante la imagen que veo en mi cabeza.

— Es de esperarse con su inteligencia que así sea. — Dice mi hermana con un tono de voz estable pero no más alto de lo normal, con todos esos halagos, seguro  tendrán que amarrarle un mecate de algún lado a este hombre, lo va a subir como  un globo con helio y lo perderemos.

Pero estoy  decidida a ayudarle, así que abro mi bocata una vez más, a pesar de saber que esto agregará unos cuantos latigazos más tarde.

— Siendo nieto del dueño, maldad fuera que no pudieras encargarte, si tu no lo haces entonces ¿Quién?.— En ese momento me muerdo el labio inferior, me duele una pierna, Leonel me acaba de patear con toda la intensión de callarme, no le daré el gusto de que me escuche quejarme, me muerdo tan fuerte que siento el sabor a metal de la sangre en mi boca y no escucho que responde el chico.

Pero en ese momento una carcajada, porque no era una risa, sino una carcajada interrumpe el silencio sepulcral que acababa de hacerse después de mi comentario.

El señor Rodrigo Geacoman estaba encantado, Leonel también se rió de acuerdo, «esta sonrisa era tan falsa como los diamantes de mis aretes», pienso mientras discretamente me sobo donde me pateó.

Las pulsaciones de cada una de las heridas y golpes que tengo en el cuerpo me piden a gritos que cierre mi boca.

Con todo el trabajo que tienen para sanarme, es injustificable que me empeñe en agregarle más rayitas al tigre, tigresa en este caso.

Dejé de prestar atención a todo lo que estaba a mi alrededor, ya era suficiente lo que le había ayudado a Adriana para hacerla brillar, para hacerla ver lo perfecta que era para don estirado, así que no creo que necesite que intervenga.

¡Ouch! pienso haciendo una mueca en un microsegundo, me duele, me duele mucho en las costillas siento mi piel abierta y escocer, pero revisaré ya que llegue a la habitación, solo queda poquito tiempo más, me digo.

—Oliver, es momento que digas ¿con quién te casarás?— dice el señor Rodrigo Geacoman.

Él me agrada o me agradaría si no fuera porque gracias a él estoy aquí, pero bueno, él no sabe nada de esto ¿verdad? nadie sabe nada de lo que pasa en esta casa.

Me hago la occisa porque sería bueno ignorar que van a elegir a mi hermana, para que vean su felicidad y todo va bien, hasta que escucho a Oliver decir:

—Evelia, me casaré con Evelia.

—¡Demonios!— digo.

—¿Qué sucede querida muchacha?— me pregunta el señor Rodrigo Geacoman interesado en mi respuesta.

Que digo, que digo, que digo, no podía haberla regado más pero bueno vamos a ver qué se me ocurre.

—Pues han elegido a mi hermana ¿no? a Adriana —digo especificando el nombre para asegurarme que Oliver se equivocó de nombre, porque eso debió ser no encuentro otra razón.

—No —dice conteniendo la risa Rodrigo Geacoman— te eligieron a ti, tú serás la futura esposa de Oliver Geacoman y te volverás parte de la familia.

—No quiero sonar malagradecida ni nada de eso, pero ¿por qué yo? si mi hermana es perfecta para ese puesto.

Todos voltean a ver a Oliver, él era el que había hecho la decisión por lo tanto él debía tener sus motivos, nadie podría leerle la mente, así que era su turno de hablar.

Él se mantiene con los ojos cerrados un momento, pensativo, aunque mantiene los puños apretados, tal vez se había equivocado de nombre y no quería admitir su error.

Pero no hay problema yo le puedo ayudar, pienso.

—No te preocupes Oliver, todos nos equivocamos en algún momento, si querías decir a Adriana puede ser ella— intento animarlo.

Él abre los ojos decidido y me mira directamente.

Evelia no me equivoqué de nombre y tampoco voy a cambiar de parecer tú serás mi esposa y a ti es a quien me llevaré de aquí

Un escalofrío recorre mi espalda ahora no solo tendría que luchar contra Leonel, sino que se había agregado otro enemigo, Oliver  Geacoman ¿cómo podría deshacerme de ellos dos para irme lejos y poder ser libre?

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