«Necesito reorganizar mi vida esto no puede seguir así», iba pensando mientras me movía entre las calles de la ciudad, tengo tanto tiempo de no detenerme por cinco minutos a observar mi alrededor que este lugar me parece completamente desconocido.
Estoy frente al cristal de un exhibidor, me gusta un vestido pero algo más llama mi atención, la figura de un hombre alto, vestido de negro reflejado en el cristal, algo en su rostro me parece familiar aunque no logro descifrar qué es, tiene varias cuadras que lo he visto detrás de mí a cierta distancia, pero detrás de mí siempre.
Mi corazón comienza a acelerarse, imágenes de ese rostro en mis recuerdos se van dibujando con claridad, no quiero creer que me haya encontrado, no después de tanto esfuerzo por mantenerme oculta, él hombre encargado de hacer realidad las órdenes del creador de mis pesadillas me ha encontrado, para regresarme con él.
Comienzo a caminar de manera un poco más acelerada de lo normal, no quiero que se dé cuenta que lo he visto, necesito camuflarme entre la gente, necesito perderlo. No puedo perder ésta libertad por la que luché tanto tiempo.
La multitud que espera el cambio de luz en el semáforo me puede ayudar, me acerco y me pongo en medio de todas esas personas, las palmas de las manos han comenzado a sudarme, sé que estoy ansiosa y los recuerdos llenos de dolor y desesperación me bombardean, no quiero volver a ser ésa prisionera indefensa que suplica por un poco de comida o agua.
La luz cambia se pone en verde y yo comienzo a moverme entre todas las personas para ser de las primeras, «necesito perderlo, necesito perderlo» pienso desesperada aunque mi visión se vuelve un poco borrosa debo mantenerme firme y evitar llorar, no es momento para eso , al dar vuelta en la esquina siguiente, comienzo a correr, corro desesperadamente, «necesito perderlo», me repito, «necesito mantener mi libertad».
«Por favor», pienso, «Por favor que no me atrape», me mantengo corriendo y me encuentro con varios locales que están cerrados, ya está oscureciendo y hay poca gente en este lado de la ciudad.
«Me equivoqué», pienso asustada, aquí es difícil encontrar un lugar en el cual esconderme.
Doy vuelta a la izquierda esperando mirar una tienda abierta, un lugar en el cual protegerme y que ese hombre solamente se vaya y me deje tranquila.
—No puede haberme encontrado —grito desesperada —no puede, mi cuerpo se pone en alerta, la sensación de ser golpeada en cualquier instante provoca picazón en mi piel anticipándolo.
Siento como mi pecho comienza a sentir afiladas navajas atascarse en él, duele demasiado, disimuladamente volteo hacia el reflejo de uno de los cristales, él viene detrás de mí, no lo disimula viene corriendo y me está agarrando ventaja.
Otra vuelta en otra esquina y en ese momento choco con un hombre alto y fuerte, lo cual provoca que caiga impactándome en la banqueta.
— ¡Ouch!— grito, el impacto en el piso me recibe con un dolor punzante en mi cadera, pero debo mantener el ritmo, para seguir, para levantarme y seguir corriendo.
Veo un callejón al fondo uno que alcanzo a reconocer, ese sí lo conozco, necesito llegar a él.
Las personas se me quedan viendo pero yo sé que no me ayudarán, nunca lo hacen, siempre miran desde su privilegio a los más desfavorecidos, pero no hacen nada por intervenir, siempre cierran los ojos y voltean hacia otro lado, siempre otra cosa es más importante que yo.
Comienzo a sentir el sabor de la victoria, sé que si llego ahí voy a poder escapar pero unos pasos antes siento un impacto en la espalda lo que provoca que pierda el equilibrio y caiga hacia el suelo.
Al voltear me doy cuenta que ese hombre me ha alcanzado, sin esperarlo recibo un golpe en la nuca de alguien más detrás de mí, provocándome un dolor punzante el cual se distribuye por todo mi cuerpo, mientras voy perdiendo la conciencia me doy cuenta que he perdido de nuevo, sin importar cuánto luche estoy entre sus garras.
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Siento un dolor fuerte en la cabeza, me tallo los ojos para poder despertarme bien.
—¿Qué me pasó? —Susurro.
Cuando repentinamente todos los recuerdos llegan a mí, estar caminando en el centro, ver un vestido, un hombre vestido de negro y después ser capturada.
Abro los ojos desesperada y enfrento la realidad, este es el lugar que desee de todo corazón jamás volver a ver.
—¡Aquí estoy de nuevo! ¿Por qué?— grito desesperada— ¿Qué quieres de mí?
Veo como la puerta se abre rápidamente dejando entrar a esta habitación que por muchos años fue mía al demonio creador de mi infierno personal.
— Eve bienvenida a tu casa querida hija.
El hombre de edad avanzada que acaba de entrar por la puerta tiene una mirada fría y penetrante que a pesar que he crecido y de ya tener veintiocho años siento cómo se me eriza la piel al verlo, el miedo es instintivo.
— ¿Para qué me trajiste? ¿Para qué me buscaste? Solo déjame ir por favor — le pido intentando encontrar un poco de misericordia en su dañado o tal vez inexistente corazón.
Él comienza a negar sonriendo — Querida hija es increíble que a pesar de tener diez años sin ver a tu padre, no le des un beso y un abrazo, yo que moví cielo, mar y tierra para que mi malagradecida hija volviera a su hogar— reclama Leonel Carpio, uno de los hombres con más poder en el área de maderera.
Leonel comenzó a acercarse amenazadoramente, yo instintivamente me alejé hasta que la pared chocó con mi espalda.
— No quiero estar aquí, por favor, déjame ir…— repetí, me resistía fervientemente a llamarlo padre, él no tenía derecho a ser llamado así nunca.
Era un hombre cruel que siempre cedía ante la furia y frustración de la misma manera, lanzando golpes a diestra y siniestra contra quién se pusiera enfrente.
— No, espero hayas disfrutado estos diez años en los que estuviste fingiendo ser ¿cuál era el nombre?— Leonel fingió que pensaba, porque sabía perfectamente cuál era el nombre que su hija había adoptado para mantenerse oculta— ¡ah sí! Evelyn Prados, muy bonito nombre seguro si volvieras a nacer ese podría haberte puesto, pero bueno dejemos esas ideas atrás, el tuyo Evelia me agrada más.
— ¿Cómo me encontraste?— pregunto desesperada, creí haber hecho las cosas bien, creí haberme podido mantener oculta.
—Eres una muchachita estúpid* ignorante y realmente ingenua si crees que todos estos años no supe de ti, de mesera —dijo con desprecio— una despreciable mesera, insignificante en este mundo ¿prefieres ser eso que una mujer con poder? —preguntó Leonel que no entendía cómo una de sus hijas prefería la mediocridad ante la grandeza.
—Ser mesera no es despreciable —trago saliva no quiero pronunciar la palabra padre— soy feliz, solo déjame ir.
— No, ¡el tiempo se te terminó! —Gritó Leonel furioso contra mí — suficiente de jueguitos ha llegado el momento de que te cases Oliver Geacoman, ha cumplido treinta y cinco años y es momento de que elija esposa.
— Tienes a Adriana —digo desesperada, si las cosas no habían cambiado ella estaba encantada con ese chico y le pedía a este hombre que la comprometiera a ella— ella con todo el placer del mundo se casaría con ese hombre, pero por favor, solo déjame ir— en este momento no me importa suplicar me hinco en la cama rogándole, a ese hombre que se dice ser mi padre que me deje tranquila que se olvide de mi existencia para poder ser libre.
— Querida Evelia —dice con sarcasmo — no depende de ti, en unos días más, será momento de presentarte ante él, y él elegirá quién de ustedes dos será su esposa, espero te sepas comportar —me amenaza o ya sabes las consecuencias.
La rabia me inunda recuerdo cada uno de los golpes que recibí hasta los dieciocho años cuando finalmente uno de mis intentos por huir de esta cárcel por fin dio resultado.
— No pienso caer en tu juego entiendes maldit0 monstruo— le grito altiva.
— Tan estúpida y rezongona, como siempre, creí que la edad te había hecho más inteligente pero solamente me prueba que eres un desperdicio de energía.
Él toma una vara delgada de madera que siempre trae ajustada a su cinturón y supe perfectamente lo que iba a suceder.
Instantes después mi cuerpo sintió el primer latigazo, ante el dolor serpenteante, mordí mi labio para no darle el gusto de que me escuchara gritar.
Segundo latigazo esta vez dio en un muslo, yo ya sabía cómo protegerme en estos casos me hice un ovillo abrazando mis piernas protegiendo mi cara, protegiendo mis órganos internos y pidiendo en silencio que no fueran tantos latigazos como los que recordaba.
En el quinto golpe ese hombre se detuvo solo para decir entre susurros:
—Bienvenida a casa Evelia Carpio.
Sin decir más se dio media vuelta y cerró la puerta de mi celda.
EVELIA CARPIO—Gracias— susurro, ya que yo tampoco tengo mucha fuerza en este momento, con la poca energía que me queda me levanto de la cama y comienzo mi camino directamente al comedor.Las paredes, los cuadros, incluso los floreros eran los mismos que diez años antes, nada en esta casa había cambiado, nada en esta casa había mejorado.Al llegar al comedor y presentarme en la entrada, Adriana mi hermana sentada como una marioneta en la mesa, me vio e inmediatamente quiso levantarse., pero un ruido fuerte y estridente nos hizo encogernos a todas.Leonel, mi padre, había golpeado la mesa con el puño cerrado con toda la fuerza que le permitía su brazo.—Compórtate como una señorita educada Adriana, no quiero esta clase de situaciones, recuérdalo.Leonel ni siquiera volteó a ver en ningún momento a mi hermana, dando por hecho que ella obedecería… y así fue.Adriana bajó la cabeza y visiblemente temblorosa, se sentó de nuevo como si nada de eso hubiera sucedido.—Bienvenida hija —dijo
OLIVER GEACOMAN— ¡No quiero hacerlo!— Grito furioso.Estoy caminando como león enjaulado en mi oficina, mi abuelo, Rodrigo Geacoman se mira desesperado pero no creo que lo esté más que yo.—Tranquilízate Oliver, tranquilízate, esto es algo que ya sabías desde hace mucho tiempo, no entiendo por qué te pones así, ya es hora que dejes de lado el libertinaje y formes una familia. No es bueno andar de cama en cama.— Afirmó seguro de lo que decía.Me da risa su cinismo.— ¿Por qué me pongo así?— le pregunto sarcástico— puede ser tal vez porque tú estás eligiendo con quién me voy a casar, cuándo y todo esto como una especie de jueguito.—No —contestó mi abuelo seguro de su respuesta— no es un juego, tú aún eres muy joven y no sabes de la vida, además te estoy dejando decidir.—Por Dios abuelo ¡¡tengo treinta y cinco años no soy un niño!! Yo puedo tomar mis propias decisiones.—No referentes a mi empresa, no puedes si quieres ser Ceo permanente en la multinacional Geacoman, si lo deseas ten
EVELIA CARPIOToda la cena me mantengo siendo yo misma, con la actitud que me caracteriza, y sé que eso es justo lo que Leonel odia, por lo que disfruto doblemente hacerlo.La cena se está desarrollando como debería, mi hermana Adriana siendo perfecta hasta en su forma de limpiarse los labios, cuando sabe perfectamente que están impolutos, hasta el adonis en el que se ha transformado la lagartija que recuerdo hace muchos ayeres, quién se ha mantenido atento a ella.Me pica la espalda, Leonel me golpeó de nuevo un poco antes de iniciar toda esta farsa, pero esta vez me abrió más la piel, llegó hasta las costillas y siento que me quema por dentro, él asegurándose como siempre, debo reconocer, de golpear donde pueda ser cubierto.El monstruo siempre ha sido precavido en esos detalles, dar en lugares que no sean visibles, porque ante todos debe ser el hombre perfecto y por lo tanto, sólo merece la familia perfecta, no menos.A pesar del dolor, tengo que comer, tengo que terminarme todo
OLIVER GEACOMANMe encuentro decidido no entiendo por qué Evelia se empeña en alejarme, no puedo decirle frente a todos que quiero ayudarla, que ambos podemos ayudarnos.Después de aclarar que sí quiero casarme con ella y no con su hermana, se crea un silencio un tanto incómodo para todos.—Entiende hija —dice Leonel —él se ha enamorado de ti, ha quedado prendado de…— Se quedó trabado, se notaba que estaba buscando un calificativo aceptable para continuar su oración y no lo encontraba.—Su carisma —dijo mi abuelo, a fin de cuentas él sí era una persona a quien Oliver le fuera de agrado.— ¡Claro carisma!— continuó Leonel un poco confundido porque ésa fuera la razón.Había olvidado un detalle, en ese momento me levanto, saco un anillo de mi bolsillo y se lo presento a Evelia.Ella abre los ojos asombrada, parece que no se esperaba un anillo de compromiso en un compromiso, «en dónde tendría la cabeza esta muchacha» pienso intrigado.—Es el anillo que usó su madre y mi esposa —susurró mi
EVELIA CARPIOLa puerta se cierra los extraños y visitantes se van, eso quiere decir que este infierno vuelve a estar despierto, y todos obtendremos lo que él considere justo.El hombre perfecto que Leonel finge ser, queda sustituido por la versión real, el demonio domador de esta casa.—Cecilia — dice el firme provocando que mi madre pegue un pequeño brinco de anticipación ante cualquiera que sea su solicitud — ve y prepárame un baño, voy a tener una conversación privada con mis hijas, no quiero que molestes ¿entiendes?Mi madre abrió los ojos pero nunca levantó la vista, estaba sorprendida pero, como si no supiera lo que iba a venir solo asintió, se dio media vuelta y comenzó su camino directamente a donde le había indicado Leonel.— A mi hermana ¿para qué la quieres?— pregunto porque sé perfectamente para qué me quiere a mí, cada uno de los comentarios que hice esta noche eran con un propósito que malditamente no cumplí, pero ella se comportó perfecta, como él siempre había exigid
EVELIA CARPIOEstoy ansiosa, realmente ansiosa no sé cómo está Adriana, después de obligarme a ver cada uno de los golpes que ella soportó hecha un ovillo en el suelo, me trajeron contra mi voluntad a la habitación, necesito salir y ver que ella está bien.En ese momento escucho pasos que se acercan a la puerta.—Hola ¿Quién es? ¿Quién viene?— pregunto nerviosa con el corazón acelerado no sé de quién se trata pero necesito intentar salir de aquí.— ¿Señorita Evelia? — pregunta una voz delicada, «es la muchacha que me ayudó a vestirme» pienso.—Sí disculpa, necesito por favor, que me abras, que me ayudes. — sé que la desesperación puede notarse en mi voz pero no me importa en éste momento.—No puedo señorita, no puedo dejarla salir— en la voz de la muchacha se le escuchaba tristeza y compasión, probablemente ella no quería hacer nada de lo que estaba obligada a hacerme.—Escucha— pido— por favor, solo necesito saber si mi hermana está bien, te prometo que solamente la veo y regreso, y
EVELIA CARPIOEl sonido de golpes en la puerta me despierta, alguien quiere entrar, sonrió ante la ironía del momento, honestamente me da gracia que tengan ese gesto conmigo, como si quien quisiera tener esa puerta cerrada fuera yo, como si quien impidiera a las personas entrar o salir en esta habitación fuera yo.Independientemente de lo que me divierte esa idea tan ridícula, tallo un poco mi rostro para despertarme mejor soy consciente que algo fuerte se viene y quiero estar lista. Debe serlo para que lleguen a tocar a mi puerta en medio de la noche.— ¿Quién es?— pregunto aún con la voz ronca y la garganta un poco cerrada.—Soy yo— dice mi madre con un tono de voz que delata lo insegura que se siente— tu ma...— Se detiene y se corrige — Cecilia.Me siento asombrada, dejando de lado todos los años que no estuve en esta mansión, antes de eso ella vino a visitarme en contadas ocasiones, esas en las que Leonel sabía que se había pasado de la raya y que yo necesitaría un poco de ayuda e
EVELIA CARPIOEl día de la boda ha llegado, acabo de quedarme sola en esta gran habitación desconocida para mí, inusualmente llena de luz y calidez, nadie había contemplado ni siquiera el monstruo que al momento que Rodrigo Geacoman había dicho que tenía todo listo para la boda, sería en su mansión, pues bueno, a pesar de los corajes que Leonel tuvo que tragarse al saberlo, aquí estoy preparada para ser la marioneta que el necesita.Me miro en el reflejo de un espejo, que se ve maravilloso e imponente, pero no tanto como mi vestido de novia.Para este día finalmente elegí un vestido completamente ceñido al cuerpo sin escote y con mangas largas para cubrir cada una de las marcas que tengo en mi cuerpo.Todas mis heridas fueron selladas con una especie de gasa que por fuera tiene plástico para hacerlo hermético, así que espero estar bien durante todo éste circo, veo mi reflejo e insisto en encontrar algo de mí misma en esta imagen pero no lo consigo.La belleza del momento, del vestido