Obligaciones

Maximiliano tenía los ojos abiertos en la oscuridad, inmóvil en la cama, mirando al techo sin realmente verlo.

No podía dormir. No podía cerrar los ojos sin que la sensación de ahogo lo consumiera. Su respiración era pesada, su mente un campo de batalla donde el miedo y la culpa se enredaban como serpientes.

Finalmente, se levantó de la cama con brusquedad. Necesitaba hacer algo. Cualquier cosa que lo ayudara a no enloquecer con sus propios pensamientos. Salió del dormitorio en silencio y caminó por el pasillo de la mansión Valdés.

Tomó su teléfono y marcó el número de Leonardo.

Nada.

Marcó otra vez.

Buzón de voz.

Maldición.

Leonardo no contestaba, y eso lo inquietaba hasta el punto de sentir miedo. ¿Qué había hecho? ¿Dónde estaba Aisha? ¿Se volverían a ver ella y Ariadna? ¿La dejaría regresar para decirle toda la verdad? La sola idea lo paralizó.

Aisha era impredecible, cruel y ruin. Ahora que él le había dicho la verdad a Leonardo, no sabía lo que podía pasar.

La incertidumb
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