"Un beso cambió el destino de Emir y Ana. La gitana predijo que Emir encontraría a su alma gemela, y cuando la encontró, no pudo resistirse. Pero Ana se arrepintió de ese beso y salió corriendo. El destino jugó un papel cruel y Ana sufrió un accidente que le hizo perder la memoria. Emir vio la oportunidad perfecta para hacerle creer que eran pareja, y Ana se enamoró cada vez más de él. Pero ¿qué sucederá cuando Ana recupere la memoria? ¿Podrá Emir confesar la verdad y convencerla de su amor verdadero? ¿O la mentira se convertirá en una barrera insuperable para su amor? Descubre el juego del destino y la pasión en esta historia de amor y CEO."
Leer máseste cambio lo he echo, por qué me han estado enseñándo una que otras reglas que tengo que seguir entenderé si este no es así estiló de narrativa preferida. posiblemente esté capítulo tenga cambios pero es el primer borrador que tengo. Capitulo 3 Entre los brazos de Arthur descansaba ese pequeño ser, aquel con tan solo minutos de vida, tan frágil, tan hermoso, un verdadero milagro. Sus manitas diminutas, su rostro tan perfecto, casi etéreo. Todo en él parecía estar hecho de ternura y fragilidad. Mientras Arthur lo sostenía con suavidad, se podía ver una sonrisa en su rostro, una sonrisa que denotaba una felicidad inmensa, una alegría profunda que emanaba desde su pecho. Sin embargo, algo en el ambiente, en la forma en que se desenvolvía todo, seguía incomodando a la mujer que los observaba. Sin duda, Arthur sería un buen padre. Esa sonrisa franca y llena de amor hacia el bebé no dejaba espacio a dudas. A pesar de eso, en lo profundo de su ser, algo persistía en ella. Era un pensam
Ana —¿No has sabido nada de él? —preguntó Laura, dejando el tazón en la mesa, observándome con una expresión preocupada.—¡Nada! —respondí, desanimada, con la voz quebrada. —Temo que me odie para el resto de nuestras vidas.—Descuida, él te ama, solo dale tiempo para entender lo que está pasando en su cabeza —dijo Laura con una seguridad que me sorprendió. Ella siempre sabía qué decir, siempre encontraba el consuelo perfecto.Desde que regresé, me he quedado con Laura. Aunque parecía que vivía de ella, no era así. He estado buscando trabajo, pero... es difícil. La Ana con estudios ya no existe, y esa versión de mí está perdida, enterrada bajo todo lo que sucedió. No he logrado conseguir algo en el área que me gustaría. —¿Y... del otro? —Laura se mostró cautelosa, cuidando las palabras como si temiera que tocar un tema delicado.—Ni siquiera lo menciones —respondí, molesta, intentando controlar mi rabia. —Solo me arruinó la vida.*****Llevaba toda la tarde vagando por la casa sin sa
AnaLa puerta se abrió y él emergió de ella. Apenas un segundo, un respiro, y ahí estaba, con los ojos desbordados de sorpresa.Sin pensarlo, extendió los brazos y, antes de que pudiera reaccionar, me abrazó.Mi cuerpo se quedó rígido, tieso, como si no supiera cómo responder. No pude moverme, no pude hacer nada. Los recuerdos de todo lo que compartimos estaban presentes, pero la sensación que me invadía ahora me hacía darme cuenta de que algo había cambiado. No era él, no, era yo la que había cambiado.Arthur respiró cerca de mi cuello, soltando un suspiro de alivio, como si pensara que este era el reencuentro que tanto había esperado. Pero no era así, no para mí. Y me dolió. Me dolió tanto que no supe si debía apartarme o quedarme allí, soportando su abrazo, que no pedí, pero que llegó como un golpe de revelación.—Ana... —susurró, su voz llena de emoción. Se apartó un poco para mirarme, sus ojos buscando una respuesta, pero yo no podía dársela. No podía decirle que todo estaba bien
Ahí estaba yo de nuevo, parada frente a esa puerta, pensando muy bien si tocar o no hacerlo. La mano que había levantado para golpearla temblaba ligeramente, y mis pensamientos eran un caos. ¿Realmente quería hacer esto? ¿No estaba siendo completamente irracional? Esperé.Esperé.Y esperé, hasta que, al final, me llené de valentía, esa misma valentía que, de alguna forma, me había traído hasta aquí en primer lugar.Toqué a su puerta, aquella por la que había entrado en incontables ocasiones. Cada vez, de forma tan natural, como si siempre hubiese tenido un lugar en su vida. Pero esta vez era diferente, algo había cambiado. No sabía cómo reaccionaría, ni siquiera sabía qué pensaría al verme. Estaba allí, parada, en medio de la incertidumbre. ¿Qué demonios estaba haciendo? Aún no lo entendía.La puerta se abrió lentamente, revelando a Laura, con su cabello desordenado y vestida aún con su pijama, esa que siempre usaba cuando se sentía más cómoda en casa. Era demasiado temprano, y yo h
Ana Escuché el leve sonido del cierre de la puerta y el clic de la cerradura, el cual me hizo despertar. Al levantar la vista, lo vi caminando hacia mí, con una expresión impaciente, triste y afligida.— ¿Emily?, ¿Cómo te encuentras? — Su voz sonaba preocupada, pero algo no encajaba.Lo miré detenidamente, y por un momento, esas palabras resonaron en mi mente, haciendo eco en mi conciencia.¿Emily? ¿Quién era ella? Ese no era mi nombre.De repente, un dolor punzante me invadió la cabeza, como si mil dagas afiladas estuvieran atravesándome desde el interior. Fue un golpe tan fuerte que me hizo cerrar los ojos con fuerza, mi cuerpo tenso bajo las sábanas, pero no podía escapar de la sensación de que todo se desmoronaba.Y luego, todo vino de golpe.Recuerdos, imágenes, voces. Todo lo que había estado olvidado comenzó a regresar como una avalancha, apoderándose de mi mente. Vi flashes de momentos que había olvidado, fragmentos de mi vida que parecían demasiado lejanos, como si fueran r
Emir Cuando llegué a la planta baja, mi madre charlaba animadamente con Aria. Verla de nuevo me irritó de inmediato. Me recordó la conversación que había tenido con Emily.— Aria, acompáñame al despacho — le dije, con un tono firme pero cortés.— ¡Hijo!, ¿Por qué siempre tienes que interrumpir? — preguntó mi madre, con una sonrisa.— Será un momento, luego podrán seguir con su plática — respondí, sin mirar a Aria.Aria se levantó de su asiento y me siguió al despacho. Me senté detrás del escritorio, con la intención de establecer una distancia clara entre nosotros. Aria se sentó en la silla frente a mí, con una sonrisa en su rostro.— ¿Dime? — preguntó, con una voz de desinteres.— No te quiero cerca de Emily — le dije, con un tono firme.Aria se rió.— Lo que me pides es casi imposible — dijo, jugando con la silla de madera. — Trabajamos en la misma empresa, en los mismos horarios y con el mismo jefe.Me incliné hacia adelante, con la intención de hacer que mi voz fuera más intensa.
Ana Me desperté con un sobresalto, como si el sol hubiera irrumpido en mi habitación como un ladrón, robando la oscuridad y dejando en su lugar una luz cegadora. La sensación de su calor en mi piel fue como un recordatorio cruel de que el tiempo había seguido adelante sin mí, y que ya era tarde. Miré el reloj de la mesita, y sus números brillantes me golpearon como un puñetazo: más de las diez de la mañana. La ausencia de Emir era como un vacío en el aire, un silencio que resonaba en mis oídos. No había venido como siempre por las mañanas a levantarme, y solo había dos opciones: se había ido sin mí o no había asistido al trabajo. Aunque la segunda opción parecía tan improbable como un milagro. Anoche, me había encerrado en mi cuarto como una criatura herida, cerrando la puerta con llave como si pudiera mantener a raya el dolor y la confusión. Pero ahora, la realidad se había infiltrado en mi refugio, y yo me sentía como una nave sin rumbo, a la deriva en un mar de incertidumbre.
Emir—Así que vas a casarte —dijo Aria, hablando de algo que no era de su incumbencia. Su tono era suave y aparentemente calmado, pero podía sentir la ironía y el desprecio detrás de sus palabras.Me encogí de hombros, sin prestar demasiada atención a su comentario. Sabía que estaba tratando de provocarme, de hacerme reaccionar de manera que me pusiera en desventaja.—Creí que tenías mejores gustos —continuó Aria, dándose aires de grandeza—. Las secretarias incompetentes no te van.Me reí internamente. Sabía que estaba tratando de manipularme, de hacerme sentir que Emily no era lo suficientemente buena para mí o para la familia.—¿Qué tienen que ver una cosa con la otra? —pregunté finalmente, cansado de su juego.—La gran familia Alcázar necesita alguien de su nivel —respondió Aria, sin inmutarse caminando por la oficina—. Alguien que sirva y aporte a la empresa.Me miró con una sonrisa condescendiente, como si estuviera tratando de decirme algo que yo no sabía.—Tan preocupada estás
Me senté detrás del escritorio, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis hombros. Coloqué mis manos sobre mi cara y exhale fuerte, tratando de calmar mis nervios. Sabía lo que me esperaba. Esto me causaría jaqueca si me sobrepasaba, no podría lidiar con todo y menos si no tenía la menor idea de lo que tenía que hacer. El teléfono en el escritorio sonó, sobresaltándome. Tomé el auricular y la voz del otro lado de la línea habló. —Ven — ordenó con un tono seco. Me pare de inmediato para entrar en la oficina de Emir, me quedé frente a su escritorio, él ya estaba parado al lado del escritorio. —Tengo una reunión, regresaré más tarde — me informó, mirando la hora en su reloj de muñeca. Su mirada era intensa y su voz firme, me hizo sentir que estaba en presencia de un hombre muy poderoso. Pero, a pesar de su presencia imponente, no podía evitar notar el contraste entre su comportamiento en el trabajo y en casa. En la oficina, siempre parecía serio y concentrado, con una expresión