"Un beso cambió el destino de Emir y Ana. La gitana predijo que Emir encontraría a su alma gemela, y cuando la encontró, no pudo resistirse. Pero Ana se arrepintió de ese beso y salió corriendo. El destino jugó un papel cruel y Ana sufrió un accidente que le hizo perder la memoria. Emir vio la oportunidad perfecta para hacerle creer que eran pareja, y Ana se enamoró cada vez más de él. Pero ¿qué sucederá cuando Ana recupere la memoria? ¿Podrá Emir confesar la verdad y convencerla de su amor verdadero? ¿O la mentira se convertirá en una barrera insuperable para su amor? Descubre el juego del destino y la pasión en esta historia de amor y CEO."
Leer másAna Me desperté con un sobresalto, como si el sol hubiera irrumpido en mi habitación como un ladrón, robando la oscuridad y dejando en su lugar una luz cegadora. La sensación de su calor en mi piel fue como un recordatorio cruel de que el tiempo había seguido adelante sin mí, y que ya era tarde. Miré el reloj de la mesita, y sus números brillantes me golpearon como un puñetazo: más de las diez de la mañana. La ausencia de Emir era como un vacío en el aire, un silencio que resonaba en mis oídos. No había venido como siempre por las mañanas a levantarme, y solo había dos opciones: se había ido sin mí o no había asistido al trabajo. Aunque la segunda opción parecía tan improbable como un milagro. Anoche, me había encerrado en mi cuarto como una criatura herida, cerrando la puerta con llave como si pudiera mantener a raya el dolor y la confusión. Pero ahora, la realidad se había infiltrado en mi refugio, y yo me sentía como una nave sin rumbo, a la deriva en un mar de incertidumbre.
Emir—Así que vas a casarte —dijo Aria, hablando de algo que no era de su incumbencia. Su tono era suave y aparentemente calmado, pero podía sentir la ironía y el desprecio detrás de sus palabras.Me encogí de hombros, sin prestar demasiada atención a su comentario. Sabía que estaba tratando de provocarme, de hacerme reaccionar de manera que me pusiera en desventaja.—Creí que tenías mejores gustos —continuó Aria, dándose aires de grandeza—. Las secretarias incompetentes no te van.Me reí internamente. Sabía que estaba tratando de manipularme, de hacerme sentir que Emily no era lo suficientemente buena para mí o para la familia.—¿Qué tienen que ver una cosa con la otra? —pregunté finalmente, cansado de su juego.—La gran familia Alcázar necesita alguien de su nivel —respondió Aria, sin inmutarse caminando por la oficina—. Alguien que sirva y aporte a la empresa.Me miró con una sonrisa condescendiente, como si estuviera tratando de decirme algo que yo no sabía.—Tan preocupada estás
Me senté detrás del escritorio, sintiendo el peso de la responsabilidad en mis hombros. Coloqué mis manos sobre mi cara y exhale fuerte, tratando de calmar mis nervios. Sabía lo que me esperaba. Esto me causaría jaqueca si me sobrepasaba, no podría lidiar con todo y menos si no tenía la menor idea de lo que tenía que hacer. El teléfono en el escritorio sonó, sobresaltándome. Tomé el auricular y la voz del otro lado de la línea habló. —Ven — ordenó con un tono seco. Me pare de inmediato para entrar en la oficina de Emir, me quedé frente a su escritorio, él ya estaba parado al lado del escritorio. —Tengo una reunión, regresaré más tarde — me informó, mirando la hora en su reloj de muñeca. Su mirada era intensa y su voz firme, me hizo sentir que estaba en presencia de un hombre muy poderoso. Pero, a pesar de su presencia imponente, no podía evitar notar el contraste entre su comportamiento en el trabajo y en casa. En la oficina, siempre parecía serio y concentrado, con una expresión
— Si sabes que ella ha venido para entrar en tu vida de nuevo... — dije, convencida de lo que ella quería, aunque no necesitaba mencionar sus intenciones. La mirada de Emir se endureció, y su voz se convirtió en un hielo que me envolvió.— Lo sé — respondió Emir con tono glacial, desprovista de cualquier emoción o calor humano. — Y no importa lo que ella quiera. No tiene cabida en mi vida. Y nunca la tendrá. — Su convicción era absoluta, y su determinación me hizo sentir que no había espacio para la más mínima duda.Parecía muy convencido de lo que decía, y estaba segura de que él era una persona recta y que no tenía la necesidad de mentirme. Su mirada era intensa, y su voz firme, sin un ápice de debilidad.— Es por eso que quiero que me ayudes aquí en la empresa — terminó por añadir con un toque de persuasión. — ¿Cómo? — pregunté, confundida. En qué podría servirle en mi estado.— No tengo una asistente como podrás darte cuenta — me informó, guardando unos papeles en una carpeta. —
Ana No sabía qué hacer ni qué decir. Mis palabras salieron automáticamente, como si mi cerebro hubiera dejado de funcionar. Pude ver la cara de Emir, su expresión era de shock, pero no sabía si era por el hecho de haber sido sorprendido por mí o por alguna otra razón. Era ella, estaba segura. Ese cabello rubio, esas facciones que había visto en la foto, era la misma persona, su ex prometida. En ese preciso momento, no sabía ni siquiera cómo me sentía. Mi corazón latía con fuerza, mi respiración era agitada y mi mente estaba llena de preguntas. Después de ver aquel beso, instintivamente cerré la puerta y me senté en un banco que había en el pasillo, esperando a que ella saliera. "¿Qué ridículo?", pensé. "Cualquiera en mi lugar tal vez hubiera armado un escándalo". Pero yo no podía hacer eso. Confío en Emir, sé que puede haber una explicación. Mis piernas se movían con un tic nervioso, tratando de calmar mis nervios. Esos microsegundos parecieron una eternidad mientras esperaba a que
Ella entró con una presencia que llama la atención, sus piernas largas y definidas se movían con una elegancia inigualable, su cabellera lacia y rubia se movía al son de su caminar, haciendo contraste con su vestido negro con un hermoso escote y un largo hasta las rodillas. Su seguridad era innegable, era como si sintiera ser la dueña del mundo, con una confianza que irradiaba de cada poro de su piel.La secretaria solo se podía quedar mirando la escena, ella se iba acercando cada vez más, pero ella seguía perdida en sus pensamientos, hasta que recobró la cordura. La luz de la oficina parecía reflejarse en su cabello, creando un halo de belleza que era difícil de ignorar.— El señor Emir no está recibiendo a nadie — había dejado muy claro que no quería ser molestado por nadie, ni siquiera llamadas. La secretaria había recibido instrucciones estrictas para no dejar pasar a nadie.La chica tenía una mirada muy seria y no prestó atención a las palabras de la secretaria, siguió adelante p
Arthur Me sacaron de la oficina de Emir, flanqueado por dos guardias armados que me sujetaban firmemente por los brazos. Un tercer guardia caminaba detrás de mí, vigilando mi cada movimiento.Mientras caminábamos por el pasillo, mi mente trabajaba a toda velocidad. Evaluaba los pros y los contras de mi situación, buscando una salida. Pero cada paso que daba me alejaba más de Ana y de mi oportunidad de luchar por ella.Los guardias me llevaron a mi hotel, donde me permitieron recoger mis cosas en silencio. El guardia del frente se quedó en la puerta, vigilando el pasillo. El guardia de la izquierda me acompañó dentro de la habitación, mientras que el guardia de la derecha se quedó en la entrada, mirando hacia afuera.Me sentí como un cobarde y derrotado mientras recogía mis cosas. La mirada de los guardias me recordaba constantemente que había sido vencido por Emir."¿Cómo pude fallarle a Ana?", pensé, mi conciencia atormentándome. "¿Cómo pude dejar que Emir me intimidara y me expuls
Emir Mi teléfono sonó en mi escritorio, interrumpiendo mi concentración. Lo deslicé hacia arriba, viendo el nombre de mi guardia personal, Khalid, en la pantalla. Mi dedo índice se deslizó sobre la pantalla para responder la llamada. — Sí — respondí, manteniendo mi voz firme y profesional. — Señor Emir, hemos tenido un incidente en la propiedad — informó Khalid, su voz igualmente formal. Me recliné en mi silla, mis pensamientos girando alrededor de la identidad del intruso y sus motivos. Mi mano derecha se apoyó en el brazo de la silla. — ¿Qué tipo de incidente? — pregunté, mi interés instantáneo. — Hemos detenido a un intruso dentro de la mansión — explicó Khalid. — Tenía documentos de identidad. Se llama Arthur, nacionalidad mexicana. Mi corazón se aceleró ligeramente al escuchar el nombre. Arthur. El prometido de Ana. Después de lo que pasó en el aeropuerto de México, no me sorprendía verlo aquí. — Tráelo aquí — ordené, mi voz firme. — Quiero hablar con él. — Enten
Arthur Me acerco a la mansión de Emir, mi corazón latiendo con anticipación y un toque de nerviosismo. La noche es oscura, pero la mansión está bien iluminada, con luces que resplandecen en cada ventana. Llego a la barda que rodea la propiedad y la salto con facilidad, aterrizando suavemente en el césped. Me mantengo agachado, utilizando las sombras para cubrirme. Me muevo sigilosamente, evitando las áreas iluminadas. Las luces de la mansión proyectan sombras largas y oscuras en el jardín, y me valgo de ellas para avanzar sin ser visto. Cada paso que doy aumenta mi tensión. Un ruido inesperado, un paso en falso, y seré descubierto. Los guardias patrullan la zona, sus linternas iluminando los caminos empedrados. Me detengo detrás de un seto alto, observando a un guardia que pasa cerca. Su mirada es atenta, su mano en la culata de su arma. Respiro profundamente, intentando calmarme. Sigo adelante, moviéndome de sombra en sombra. De repente, veo una figura sentada en un ban