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Ahí estaba yo de nuevo, parada frente a esa puerta, pensando muy bien si tocar o no hacerlo. La mano que había levantado para golpearla temblaba ligeramente, y mis pensamientos eran un caos. ¿Realmente quería hacer esto? ¿No estaba siendo completamente irracional?

Esperé.

Esperé.

Y esperé, hasta que, al final, me llené de valentía, esa misma valentía que, de alguna forma, me había traído hasta aquí en primer lugar.

Toqué a su puerta, aquella por la que había entrado en incontables ocasiones. Cada vez, de forma tan natural, como si siempre hubiese tenido un lugar en su vida. Pero esta vez era diferente, algo había cambiado. No sabía cómo reaccionaría, ni siquiera sabía qué pensaría al verme.

Estaba allí, parada, en medio de la incertidumbre. ¿Qué demonios estaba haciendo? Aún no lo entendía.

La puerta se abrió lentamente, revelando a Laura, con su cabello desordenado y vestida aún con su pijama, esa que siempre usaba cuando se sentía más cómoda en casa. Era demasiado temprano, y yo h
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