AnaLa puerta se abrió y él emergió de ella. Apenas un segundo, un respiro, y ahí estaba, con los ojos desbordados de sorpresa.Sin pensarlo, extendió los brazos y, antes de que pudiera reaccionar, me abrazó.Mi cuerpo se quedó rígido, tieso, como si no supiera cómo responder. No pude moverme, no pude hacer nada. Los recuerdos de todo lo que compartimos estaban presentes, pero la sensación que me invadía ahora me hacía darme cuenta de que algo había cambiado. No era él, no, era yo la que había cambiado.Arthur respiró cerca de mi cuello, soltando un suspiro de alivio, como si pensara que este era el reencuentro que tanto había esperado. Pero no era así, no para mí. Y me dolió. Me dolió tanto que no supe si debía apartarme o quedarme allí, soportando su abrazo, que no pedí, pero que llegó como un golpe de revelación.—Ana... —susurró, su voz llena de emoción. Se apartó un poco para mirarme, sus ojos buscando una respuesta, pero yo no podía dársela. No podía decirle que todo estaba bien
Ana —¿No has sabido nada de él? —preguntó Laura, dejando el tazón en la mesa, observándome con una expresión preocupada.—¡Nada! —respondí, desanimada, con la voz quebrada. —Temo que me odie para el resto de nuestras vidas.—Descuida, él te ama, solo dale tiempo para entender lo que está pasando en su cabeza —dijo Laura con una seguridad que me sorprendió. Ella siempre sabía qué decir, siempre encontraba el consuelo perfecto.Desde que regresé, me he quedado con Laura. Aunque parecía que vivía de ella, no era así. He estado buscando trabajo, pero... es difícil. La Ana con estudios ya no existe, y esa versión de mí está perdida, enterrada bajo todo lo que sucedió. No he logrado conseguir algo en el área que me gustaría. —¿Y... del otro? —Laura se mostró cautelosa, cuidando las palabras como si temiera que tocar un tema delicado.—Ni siquiera lo menciones —respondí, molesta, intentando controlar mi rabia. —Solo me arruinó la vida.*****Llevaba toda la tarde vagando por la casa sin sa
este cambio lo he echo, por qué me han estado enseñándo una que otras reglas que tengo que seguir entenderé si este no es así estiló de narrativa preferida. posiblemente esté capítulo tenga cambios pero es el primer borrador que tengo. Capitulo 3 Entre los brazos de Arthur descansaba ese pequeño ser, aquel con tan solo minutos de vida, tan frágil, tan hermoso, un verdadero milagro. Sus manitas diminutas, su rostro tan perfecto, casi etéreo. Todo en él parecía estar hecho de ternura y fragilidad. Mientras Arthur lo sostenía con suavidad, se podía ver una sonrisa en su rostro, una sonrisa que denotaba una felicidad inmensa, una alegría profunda que emanaba desde su pecho. Sin embargo, algo en el ambiente, en la forma en que se desenvolvía todo, seguía incomodando a la mujer que los observaba. Sin duda, Arthur sería un buen padre. Esa sonrisa franca y llena de amor hacia el bebé no dejaba espacio a dudas. A pesar de eso, en lo profundo de su ser, algo persistía en ella. Era un pensam
Hace tres años Emir Mientras mi padre cortaba su jugoso filete, no pudo evitar preguntarme: — ¿Ya han fijado la fecha de la boda?— Suspiré, mi humor no era el mejor en esos días. — Aún no padre— mi respuesta fue seca. Aria, mi prometida, me había estado evitando con excusas poco convincentes, como el clásico "no tengo tiempo" que cualquiera puede usar. Me sentía confundido y preocupado. ¿Cómo era posible que Aria, una chica de veintitrés años sin muchas responsabilidades aparentes, estuviera tan ocupada? La incertidumbre comenzó a pesar sobre mí, haciéndome preguntar qué podría estar pasando por la mente de Aria. ¿Había algún problema en nuestra relación que no habíamos abordado? ¿Existía algún conflicto interno que ella no quisiera compartir? Estas preguntas daban vueltas en mi cabeza, dejándome aún más confundido. Convencido de la importancia de la comunicación abierta y honesta, decidí iniciar una conversación sincera con Aria. Quería comprender mejor su perspectiva y desc
Regresé a la ciudad sin previo aviso, decidido a resolver las diferencias con Aria. Sin embargo, mis intentos de comunicarme con ella fueron en vano, decidí tomar el teléfono y llamar a la señora Azunsolo, mi futura suegra. Tenía la esperanza de obtener información sobre el paradero de Aria.Marqué el número y esperé ansiosamente mientras el teléfono sonaba. Finalmente, la señora Azunsolo respondió y, con un tono educado pero preocupado, le pregunté: —Señora Azunsolo, ¿sabe dónde puedo encontrar a Aria?.La señora Azunsolo, con amabilidad, me informó que Aria se encontraba en su apartamento arreglando todo para la venta. Agradecí su ayuda y nos despedimos amistosamente.Con la información en mano, agradecí a la señora Azunsolo una vez más y colgué el teléfono. Sabiendo que el tiempo era limitado, me apresuré a planificar mi siguiente movimiento para encontrarme con Aria.La puerta del apartamento estaba frente a mí, pero me di cuenta de que no tenía la llave en la mano. Tardé un mom
Busqué con la mirada a la dueña de esa voz reconfortante y mi atención se dirigió hacia una señora sentada en el suelo, cuya apariencia sugería que era una gitana.A pesar de haber escuchado sus palabras de consuelo, el peso de mi tristeza me mantenía en silencio, incapaz de encontrar alivio en ese momento.La gitana, con una mirada penetrante, decidió abordar el tema directamente y me cuestionó: —¿Crees en las casualidades o en el destino?.Sin mirarla directamente, dejé escapar en un arrebato de dolor y frustración: —¡No creo en nada ahora!— Y en verdad así era ahora. Mis palabras estaban llenas de amargura, reflejando mi desilusión y mi negativa a aferrarme a cualquier esperanza en medio de mi desolación.La gitana permaneció en silencio por un momento, como si entendiera el peso de mis palabras. Luego, con calma y comprensión en su voz, respondió.—A veces, cuando menos lo esperamos, las piezas del rompecabezas se unen de una forma sorprendente. Puede que no creas ahora, pero e
Ana En la actualidad En este mundo, nos encontramos con dos tipos de personas: aquellos que se esfuerzan por forjar su propio futuro y aquellos que permiten que otros moldeen su destino.La vida a veces puede resultar abrumadora y difícil de comprender...Durante tantos años, me he cuestionado una y otra vez: ¿Qué hice mal? ¿Por qué fui abandonada y terminé en aquel hogar? Esos interrogantes me han perseguido, y a veces me han hecho sentir sola y perdida en un mar de incertidumbre.Pero, a pesar de todas esas turbulencias emocionales, ahora estoy aquí, en la tranquilidad de nuestro cuarto junto a mi novio, Arthur. Nuestro amor ha sido mi bálsamo en los momentos más oscuros. Sus brazos alrededor de mí me envuelven con una sensación de seguridad y consuelo que no puedo explicar con palabras.En ese instante fugaz, mientras yo me apuraba en mis quehaceres cotidianos, Arthur me detuvo y me abrazó desde atrás, sus brazos fuertes rodeando mi cuerpo. Me hizo sentir amada y protegida, como
El ascensor se abrió una vez más, revelando a un apuesto caballero de origen árabe. Su presencia imponente me dejó sin aliento. Con una estatura majestuosa, superaba fácilmente el metro ochenta, destacando entre la multitud. Su tez morena estaba resplandeciente, bañada por la suave luz que se filtraba en el ascensor. Una barba bien cuidada adornaba su rostro, acentuando aún más su atractivo.Mis sentidos se agudizaron al percibir su encanto y magnetismo. Sus ojos oscuros, profundos como el océano, irradiaban una mezcla de misterio y bondad. Su porte elegante y su vestimenta impecable reflejaban la sofisticación y la cultura árabe. Era como una figura salida de un cuento de fantasía, un príncipe encantador en carne y hueso.Sin poder evitarlo, mi cuerpo se enderezó involuntariamente y una sonrisa natural se dibujó en mi rostro al encontrarme con su mirada cautivadora. Instantáneamente, sentí una atracción magnética hacia él, un sentimiento que me llenaba de emoción y curiosidad.El hom