Capitulo 3

Busqué con la mirada a la dueña de esa voz reconfortante y mi atención se dirigió hacia una señora sentada en el suelo, cuya apariencia sugería que era una gitana.

A pesar de haber escuchado sus palabras de consuelo, el peso de mi tristeza me mantenía en silencio, incapaz de encontrar alivio en ese momento.

La gitana, con una mirada penetrante, decidió abordar el tema directamente y me cuestionó: 

—¿Crees en las casualidades o en el destino?.

Sin mirarla directamente, dejé escapar en un arrebato de dolor y frustración: 

—¡No creo en nada ahora!— Y en verdad así era ahora.

 Mis palabras estaban llenas de amargura, reflejando mi desilusión y mi negativa a aferrarme a cualquier esperanza en medio de mi desolación.

La gitana permaneció en silencio por un momento, como si entendiera el peso de mis palabras. Luego, con calma y comprensión en su voz, respondió.

—A veces, cuando menos lo esperamos, las piezas del rompecabezas se unen de una forma sorprendente. Puede que no creas ahora, pero el tiempo tiene una manera especial de revelar nuevas oportunidades y personas maravillosas en nuestras vidas.

Sus palabras resonaron en mi interior, dejando un rastro de esperanza en medio de mi desesperanza. Aunque no pudiera verlo en ese momento, tal vez había una posibilidad de que el destino tuviera preparado algo mejor para mí, incluso cuando yo no podía verlo.

Mis ojos se clavaron en la gitana frente a mí, tratando de comprender el significado detrás de sus palabras impactantes. 

—Ella llegará a tu vida cuando menos la esperes, ella es tu verdadero amor, pero para que se dé cuenta tendrás que hacer todo lo que esté en tus manos... para que ella se dé cuenta — afirmó la gitana con convicción, mientras mantenía su mirada fija en mis ojos.

Intrigado pero también escéptico, le pregunté.

— ¿De quién habla usted?.

 Por un momento, me pareció que sus palabras eran solo tonterías sin sentido.

Mi mente dio vueltas tratando de entender cómo una mujer desconocida podría arrojar luz sobre el destino de mi corazón. La gitana mantuvo su expresión inmutable antes de responder con solemnidad: 

—De la chica que creció sola, de la chica huérfana.

Fruncí el ceño, aún confundido por sus enigmáticas palabras. ¿Podría ser real? ¿Había una chica especial, perdida en algún rincón de mi pasado o futuro, esperando a ser descubierta por mí?

Por un momento, dudé de la veracidad de la gitana y de la existencia de ese amor profundo que mencionaba. Sin embargo, algo en sus ojos y en su tono de voz me hizo reconsiderar. Tal vez había alguna verdad detrás de sus palabras, algún mensaje oculto en el subtexto de nuestro encuentro.

Aquella persona no pronunció ni una sola palabra más. Llamé al chofer para que me recogiera y me llevara de vuelta a casa. No tardó mucho en llegar hasta dónde yo estaba.

Durante el trayecto de regreso a casa, mi mirada se perdía por la ventana, observando el paisaje que pasaba velozmente. Sin embargo, mi mente estaba totalmente inmersa en las palabras de aquella gitana, las cuales rondaban y resonaban en mi cabeza sin cesar. No podía apartarlas de mis pensamientos.

¿Podría haber alguna verdad en sus enigmáticas palabras? ¿Existía realmente una chica especial, esperando algún tipo de conexión conmigo? Mis emociones se entrelazan en un torbellino de incertidumbre y las preguntas sin respuesta invaden mi mente.

Mientras me adentraba en la noche, me preguntaba qué significado tendrían esas palabras para mi vida. ¿Estaría destinado a encontrarme con esa chica? ¿Estaría yo dispuesto a hacer todo lo que estuviera en mis manos para que ella se diera cuenta de mi existencia?

El camino a casa parecía más largo de lo habitual, ya que mi mente estaba llena de preguntas y reflexiones. Pero una sensación de esperanza comenzó a emerger de aquel caos interno. Tal vez, solo tal vez, había algo de verdad en las palabras de la gitana. Solo el tiempo y la vida podrían revelar el misterio que envolvía mi destino.

Una sonrisa melancólica se dibujó en mi rostro mientras pronunciaba esas palabras: "Sería muy tonto creer en algo tan ridículo". A pesar de haber reflexionado sobre las palabras de la gitana, decidí que no tenía sentido aferrarse a ellas.

Decidí no darle mayor importancia al asunto y soltar el tema. A fin de cuentas, las palabras de una desconocida no podían dictar mi futuro o mis acciones. Opté por seguir adelante centrado en mi propia vida y en las decisiones que tendría que tomar sin darle más vueltas a las palabras de aquella gitana.

Ahora, mi atención se enfoca en cómo informar a mis padres sobre la ruptura. No estaba seguro de cómo reaccionarian al conocer la noticia, pero decidí mantener en secreto la participación de la chica en la situación. Quería protegerla de cualquier posible juicio o crítica y, al mismo tiempo, mantener la privacidad de las circunstancias por las que había pasado.

Tomé la decisión de enfrentar ese reto solo, sin involucrar a mis padres en los detalles de lo sucedido. Quería preservar la imagen y la integridad de la persona que había sido parte de mi vida, pero que ahora era solo un recuerdo lejano.

— ¡¿Cómo que la boda se cancela?! — Gritó mi padre molesto.

— Así es, papá. La boda queda cancelada, y por favor, no cuestiones mis decisiones. Esto es lo mejor para todos, y sobre todo para mí. — Me quité la chaqueta y subí lentamente las escaleras hacia mis aposentos.

El sonido de la voz enfadada de mi padre resonaba en mi mente mientras buscaba refugio en mi habitación. Sentía una combinación de tristeza, nerviosismo y determinación. Sabía que esta decisión iba a causar estragos y probablemente enfrentaría las consecuencias de mi elección, pero también sabía que era lo correcto.

Al quitarme la chaqueta, dejé atrás el peso de las expectativas y los compromisos que habían venido con la planificación de la boda. Subí las escaleras, casi en cámara lenta, tratando de procesar mis emociones.

La incertidumbre llenaba la habitación mientras me adentraba en mi espacio personal. Sabía que tendría que enfrentar las reacciones de mi padre y otros familiares, pero estaba decidido a mantenerme firme en mi elección. Mi felicidad y mi identidad eran lo más importante, y no podía permitir que las expectativas externas me dictaran mi camino.

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