El doctor tomó un momento para reunir sus pensamientos antes de responder.—Ella está estable en este momento, lo cual es una buena noticia. Sin embargo, sus heridas son menores en comparación con otras posibles lesiones más preocupantes. Mi mayor preocupación radica en los posibles efectos que estas lesiones puedan tener en su cerebro.Mi corazón se hundió al escuchar sus palabras. El cerebro es un órgano delicado y cualquier lesión en esa área puede tener consecuencias graves. Mi mente se llenó de preguntas, pero también de un renovado sentido de responsabilidad hacia ella. Necesitaba estar allí para apoyarla en este difícil momento y hacer todo lo posible para ayudarla en su recuperación.—¿Puedo verla? — pregunté con ansiedad, esperando poder estar a su lado y asegurarme de que estuviera bien.El doctor sacudió la cabeza con calma.— Será mejor dejarla descansar por ahora. Mañana podrás verla y asegurarte de que se recupere.Sin embargo, no tenía la menor intención de abandonar el
Observé el sobre con curiosidad y anticipación. Sabía que no podía dejar de lado mis responsabilidades laborales, pero también anhelaba obtener cualquier información que pudiera ayudar a la recuperación de aquella chica en el hospital, ya que me seguía afectando profundamente.Agradecí a mi asistente por traer el paquete y lo abrí rápidamente, descubriendo su contenido con expectación. Mientras examinaba el contenido del sobre, una mezcla de emociones y pensamientos me invadió, mientras buscaba respuestas y soluciones para la situación en la que me encontraba.—Estaré ocupado, no quiero que me interrumpan... por cierto, cancela todo por hoy —dije mientras cerraba la puerta de mi oficina, enfocándome en la tarea que tenía por delante.Mis dedos picaban por comenzar a leer lo que se encontraba dentro del sobre y mi mente ansiaba saber todo lo que contenía. Me senté en mi silla, y rompí el sobre con cierta urgencia. A medida que mis ojos se desplazaban por las palabras escritas en el pap
AnaCuando sentí esa punzada, fui arrancada bruscamente de mi estado adormecido en el que parecía estar sumida. Luché con todas mis fuerzas para abrir los pesados párpados, pero mi debilidad era abrumadora. El dolor invadió mi cuerpo, desde las puntas de mis dedos hasta mi cabeza, y no lograba entender por qué me sentía tan adolorida.El tiempo transcurrió sin que yo supiera cuánto. Finalmente, con gran esfuerzo, logré abrir lentamente mis ojos, solo para ser recibida por una luz blanca y deslumbrante que invadía todo mi campo de visión. Era tan brillante que me resultaba casi imposible mirar directamente hacia ella.Al dirigir mi mirada hacia el lado derecho, me encontré con un sonido leve pero vibrante. Mis ojos se posaron en un monitor cardíaco parpadeante y una vía intravenosa que se encontraba delicadamente colocada en mi brazo derecho.Mis sospechas se confirmaron: ¡Estaba en un hospital! Los alrededores estaban impregnados con ese olor característico a desinfectante, los sonido
—Solo recuerdo sentirme muy cansada y con mucho dolor. Después de eso, todo es un gran vacío en mi memoria — contesté con sinceridad, recordando la sensación abrumadora que me había llevado a quedarme dormida y al despertar en esta confusa situación. El doctor anotó mis respuestas diligentemente en el formulario, mientras su expresión mostraba comprensión hacia mi situación. —Entiendo lo confuso que debe ser para usted. No se preocupe, estamos aquí para ayudarla en su recuperación tanto física como mental. Gradualmente, a medida que su mente y su cuerpo sanan, es posible que los recuerdos empiecen a regresa. El doctor continuó con su cuestionario, esperando una respuesta a una pregunta esencial. —Ahora, por favor, dígame cuál es su nombre — solicitó, mientras dirigía su mirada atenta hacia mí. Tomé un momento para reflexionar, luchando por encontrar algún indicio de mi identidad en mis pensamientos. Sin embargo, sin importar cuánto lo intentara, no lograba recuperar mi nombre
Ana Recostada en la camilla, observó cómo el bullicio del hospital se reflejaba en las personas que pasaban fuera de mi habitación. Siento una pesadez en mi corazón, como si un manto oscuro cubriera todo lo que he conocido y experimentado en mi vida; mis sueños, mis esperanzas e incluso mis temores se desvanecen en un abrir y cerrar de ojos.Me encuentro sumergida en este profundo abismo de incertidumbre, sin saber qué depara el futuro. Me siento vulnerable, perdida y llena de preguntas sin respuestas. ¿Cómo llegué a este punto? ¿Cómo afrontar los desafíos que se avecinan?El sonido de la perilla en la puerta giró para abrirle paso a ese hombre familiar, que se posicionó junto a la camilla y colocó sus manos en la barandilla. Sentí una mezcla de confusión y curiosidad mientras lo observaba atentamente.— Dentro de veinticuatro horas te darán de alta — dijo, transmitiendo cierta seguridad en sus palabras.No pude evitar recordar mi pregunta anterior, la cual había dejado en el aire. N
Emir.“Necesito que consigas unos documentos para mí en un rato. Envíame la información necesaria y asegúrate de que estén en mis manos lo antes posible.”“Dirígete al hotel y encárgate de limpiar la habitación. Luego, asegúrate de recoger todas las pertenencias de esa persona y traerlas de vuelta a la villa. No quiero que te falte nada. Hazlo rápido”.Me encontraba de pie frente a la puerta de la villa. Era hora de la cena y sabía que mis padres estarían reunidos. El momento había llegado. Me disponía a hablar con mis padres sobre una noticia importante. Aunque no solíamos cenar juntos con regularidad, esta vez era diferente. Tenía algo que necesitaba compartir con ellos.Al entrar en la habitación, quedé impresionado por la hermosa escena ante mis ojos. La mesa estaba elegantemente decorada, con exquisitos platillos que reflejaban el cuidado y la atención puesta siempre. Mi padre ocupaba su lugar en la cabecera de la mesa, exudando una presencia imponente, mientras que mi madre se
Emir Durante el trayecto a casa, mis pensamientos revoloteaban como mariposas en un jardín. Reflexioné profundamente sobre cada posible pregunta que ella pudiera formular, deseando estar preparado para ofrecer respuestas claras y reconfortantes. No sabía con exactitud qué dudas rondaban en su mente, pero debía anticiparme, mantenerse un paso por delante. Esta señorita de temperamento indomable era increíblemente perspicaz y no podía permitirme dudar al contestarle.Mientras el auto avanzaba, sentí una mezcla de nerviosismo y esperanza. Quería que se sintiera bienvenida, que supiera que este lugar, aunque extraño para ella, podía convertirse en su hogar. Todo en casa estaba meticulosamente preparado para su llegada. La recámara destinada a ella había sido cuidadosamente adornada, sus pocas pertenencias dispuestas con esmero, como si fueran tesoros.Con la ayuda de mi madre, había añadido algunas cosas más a su clóset, pequeños detalles que esperaba le trajeran comodidad y un sentido d
De nuevo, me encontraba sola en este cuarto inmenso y silencioso, rodeada de cosas que parecían vacías y sin vida. El eco de las voces resonaba en las paredes, recordando la soledad que me envolvía. Me sentía culpable por lo que había hecho, por las palabras que había pronunciado sin pensar, por el dolor que había causado. Empecé a reflexionar sobre cada palabra, cada gesto, cada mirada que había intercambiado con él.Me di cuenta de que había sido demasiado grosera, demasiado tajante, y tal vez había tocado una fibra sensible en él. Pero, ¿por qué tenía que aceptar todo lo que decía sin cuestionarlo? ¿Por qué tenía que creer que era la verdad absoluta? Él había estado en el hospital conmigo, pendiente de mí, y ahora me había traído a su casa porque se preocupaba por mí. Al menos, eso era lo que percibía. No creía que alguien hiciera eso por alguien a quien no apreciaba o no sentía algo bueno hacia ellos.Sus palabras resonaban en mi mente: 'Él solo era mi jefe, pero no por decisión s