—Solo recuerdo sentirme muy cansada y con mucho dolor. Después de eso, todo es un gran vacío en mi memoria — contesté con sinceridad, recordando la sensación abrumadora que me había llevado a quedarme dormida y al despertar en esta confusa situación. El doctor anotó mis respuestas diligentemente en el formulario, mientras su expresión mostraba comprensión hacia mi situación. —Entiendo lo confuso que debe ser para usted. No se preocupe, estamos aquí para ayudarla en su recuperación tanto física como mental. Gradualmente, a medida que su mente y su cuerpo sanan, es posible que los recuerdos empiecen a regresa. El doctor continuó con su cuestionario, esperando una respuesta a una pregunta esencial. —Ahora, por favor, dígame cuál es su nombre — solicitó, mientras dirigía su mirada atenta hacia mí. Tomé un momento para reflexionar, luchando por encontrar algún indicio de mi identidad en mis pensamientos. Sin embargo, sin importar cuánto lo intentara, no lograba recuperar mi nombre
Ana Recostada en la camilla, observó cómo el bullicio del hospital se reflejaba en las personas que pasaban fuera de mi habitación. Siento una pesadez en mi corazón, como si un manto oscuro cubriera todo lo que he conocido y experimentado en mi vida; mis sueños, mis esperanzas e incluso mis temores se desvanecen en un abrir y cerrar de ojos.Me encuentro sumergida en este profundo abismo de incertidumbre, sin saber qué depara el futuro. Me siento vulnerable, perdida y llena de preguntas sin respuestas. ¿Cómo llegué a este punto? ¿Cómo afrontar los desafíos que se avecinan?El sonido de la perilla en la puerta giró para abrirle paso a ese hombre familiar, que se posicionó junto a la camilla y colocó sus manos en la barandilla. Sentí una mezcla de confusión y curiosidad mientras lo observaba atentamente.— Dentro de veinticuatro horas te darán de alta — dijo, transmitiendo cierta seguridad en sus palabras.No pude evitar recordar mi pregunta anterior, la cual había dejado en el aire. N
Emir.“Necesito que consigas unos documentos para mí en un rato. Envíame la información necesaria y asegúrate de que estén en mis manos lo antes posible.”“Dirígete al hotel y encárgate de limpiar la habitación. Luego, asegúrate de recoger todas las pertenencias de esa persona y traerlas de vuelta a la villa. No quiero que te falte nada. Hazlo rápido”.Me encontraba de pie frente a la puerta de la villa. Era hora de la cena y sabía que mis padres estarían reunidos. El momento había llegado. Me disponía a hablar con mis padres sobre una noticia importante. Aunque no solíamos cenar juntos con regularidad, esta vez era diferente. Tenía algo que necesitaba compartir con ellos.Al entrar en la habitación, quedé impresionado por la hermosa escena ante mis ojos. La mesa estaba elegantemente decorada, con exquisitos platillos que reflejaban el cuidado y la atención puesta siempre. Mi padre ocupaba su lugar en la cabecera de la mesa, exudando una presencia imponente, mientras que mi madre se
Emir Durante el trayecto a casa, mis pensamientos revoloteaban como mariposas en un jardín. Reflexioné profundamente sobre cada posible pregunta que ella pudiera formular, deseando estar preparado para ofrecer respuestas claras y reconfortantes. No sabía con exactitud qué dudas rondaban en su mente, pero debía anticiparme, mantenerse un paso por delante. Esta señorita de temperamento indomable era increíblemente perspicaz y no podía permitirme dudar al contestarle.Mientras el auto avanzaba, sentí una mezcla de nerviosismo y esperanza. Quería que se sintiera bienvenida, que supiera que este lugar, aunque extraño para ella, podía convertirse en su hogar. Todo en casa estaba meticulosamente preparado para su llegada. La recámara destinada a ella había sido cuidadosamente adornada, sus pocas pertenencias dispuestas con esmero, como si fueran tesoros.Con la ayuda de mi madre, había añadido algunas cosas más a su clóset, pequeños detalles que esperaba le trajeran comodidad y un sentido d
De nuevo, me encontraba sola en este cuarto inmenso y silencioso, rodeada de cosas que parecían vacías y sin vida. El eco de las voces resonaba en las paredes, recordando la soledad que me envolvía. Me sentía culpable por lo que había hecho, por las palabras que había pronunciado sin pensar, por el dolor que había causado. Empecé a reflexionar sobre cada palabra, cada gesto, cada mirada que había intercambiado con él.Me di cuenta de que había sido demasiado grosera, demasiado tajante, y tal vez había tocado una fibra sensible en él. Pero, ¿por qué tenía que aceptar todo lo que decía sin cuestionarlo? ¿Por qué tenía que creer que era la verdad absoluta? Él había estado en el hospital conmigo, pendiente de mí, y ahora me había traído a su casa porque se preocupaba por mí. Al menos, eso era lo que percibía. No creía que alguien hiciera eso por alguien a quien no apreciaba o no sentía algo bueno hacia ellos.Sus palabras resonaban en mi mente: 'Él solo era mi jefe, pero no por decisión s
Emir Mi mirada se desvanecía en el vacío, absorbida por mis pensamientos. Ella era el centro de mi atención, su mirada dulce y sus labios delicados me habían hechizado. Cada paso que daba me acercaba más a su habitación. Llamé a su puerta con suavidad, pero no obtuve respuesta. Abrí la puerta con cuidado y la vi dormida, serena y tranquila. Las palabras de nuestro encuentro anterior resonaban en mi mente. No podía culparla por su reacción, era comprensible. Me quedé allí, observándola, perdido en mi admiración. Su presencia me llenaba de calma y serenidad. Me sentí atraído por su belleza y su encanto. Su rostro era un reflejo de la paz y la tranquilidad. Me sentí afortunado de poder contemplarla en ese estado. Mi corazón latía con fuerza, y mi alma se sentía completa. La luz del amanecer se filtraba por la ventana, iluminando su rostro. Era un momento perfecto, un momento que nunca olvidaría. Mi amor por ella crecía cada segundo, cada minuto, cada hora.Bajé al recibidor, donde t
AnaMe encontraba sentada junto a Emir en el jardín, rodeada de la serenidad de la noche. La luz de las estrellas iluminaba su rostro, revelando una expresión de profunda preocupación. Su ceño fruncido y sus ojos bajos me indicaban que algo lo atormentaba. Me sentí inquieta, sin saber qué podía ser, y no me atrevía a preguntar.Para romper el silencio, decidí tomar la iniciativa. —¿Qué le pasó a mi familia?— pregunté, mi voz apenas audible.Emir levantó la mirada, sus ojos se encontraron con los míos y respondió en voz baja.—No sabría responder... por qué no lo sé—. Su mirada volvió a las estrellas, como si buscaran respuestas en el firmamento.Me aflijí al escuchar sus palabras. —Tú... eres huérfana y nunca fuiste adoptada, por lo que siempre has estado sola—. La verdad me golpeó como un rayo, dejándome sin aliento.—¿Dónde estaba viviendo antes del accidente?— pregunté, mi curiosidad y preocupación por mi pasado me impulsaban a seguir investigando. —Supongo que tenía un lugar don
Emir.No podía apartar mis ojos de ella. Su belleza era hipnótica, incluso en su estado vulnerable. Me sentía responsable por lo que le había sucedido, pero no me arrepentía. Si no fuera por ese accidente, ella no estaría aquí conmigo, confesando que me gustaba. Me sorprendía la forma en que mi corazón latía con fuerza cada vez que la miraba.Después de nuestra charla, la llevé de nuevo a su alcoba, esta vez entre mis brazos, y subí las escaleras hasta dejarla cómoda en su cama. Su mirada se encontró con la mía, y sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Me detuve un momento, admirando su rostro delicado y sus labios suaves.Horas después, me encontraba sumergido en una montaña de papeles y reuniones en mi oficina, pero algo seguía presente en mi mente. Llamé a mi secretaria, Ranias.— Ven, Rania— le dije por teléfono, tratando de sonar lo más natural posible.Ella se plantó frente a mí al instante, con su habitual eficiencia.— Dígame, señor Emir — respondió con su voz suave y profes