Hola, mis amores, nos vemos mañana con doble capítulo. Espero que os guste. Un abrazo, Lucy.
Era un tres de octubre y Thalía Haretton se encontraba de espaldas a la puerta del orfanatorio que había sido su hogar por diezciocho años, con su maleta a un lado y con la vista al frente mirando con cierto desconcierto la enorme ciudad que se cernía a su alrededor.Estaba nerviosa, solo un poco a decir verdad, pero eso no la amedrentaba, era una chica que jamás retrocedía ante nada ni nadie. Se volvió con lentitud hacia la puerta deseando grabar el recuerdo de lo que había sido su casa. Levantó la vista a las habitaciones del piso superior y vio a los niños pequeños mirando por la ventana y, con pesar, su partida. Lanzó un suspiro al verlos. Esos niños fueron sus hermanos y algunos hasta sus hijos dado la aguerrida forma de protegerlos. Le pesaba dejarlos, pero siempre supo que ese era su destino. Tenía unas enormes ganas de llorar, de saber que jamás volvería a dormir en la mullida cama, ni tendría que madrugar para alcanzar agua caliente y que tampoco jugaría con ellos. Sabía que
La mañana pintaba poco soleada pero no por ello menos hermosa para Taly.Tenía los ánimos renovados y se sentía con energía para salir en busca de un trabajo.Bajó de la habitación con una sonrisa en la cara y entró a la cocina donde se encontraban Tony y Susan. —Voy a ir a buscar trabajo —informó entusiasmada, haciendo que los dos la miraran con sorpresa—. Quizás pueda conseguir algo hoy.—Me parece estupendo —respondió Susan tomándola del brazo—, pero hay que desayunar antes para tener fuerzas. Puedes ir con Tony y ver si te entrevistan de una vez.Hizo que Taly se sentara a la mesa y le sirvió abundante comida.—Deberías esperar un poco, al menos a que descanses más, fue un viaje de casi un día en autobús —agregó Tony con el entrecejo fruncido—. Debes estar agotada.—Qué mejor manera de combatir el agotamiento que con trabajo. —Su mirada pícara hizo que madre e hijo estallaran en carcajadas—. Necesito un trabajo ya o me volveré un parásito. Por el momento buscaré por mi cuenta, pe
Taly seguía con la boca abierta, pero finalmente asintió y llamó a la señora Mayers para decirle que tenía un trabajo en la Casa Blanca. La mujer se rio de ella y no le creyó hasta que la mujer rubia habló con ella.Se presentó como miembro de la oficina de administración y proceso selectivo, Alice Morgan y le dio toda una letanía sobre su rango y trabajo.Al terminar esperaron pacientes hasta que un auto pasó por ellas y ya no tomaron un taxi.El trayecto había sido extenso pero conforme el auto avanzaba Taly miraba con asombro como poco a poco dejaban atrás las casas pequeñas para entrar a una zona bastante lujosa que la intimidaba un poco.El auto se adentró a la Casa Blanca y la chica miró con asombro el lugar.Tomó con fuerza su bolso y carpeta antes de bajar y caminar junto a la mujer por los pasillos hasta llegar a una zona en la que le revisaron el bolso y cada parte de ella.—Espérame detrás de esa puerta —ordenó la rubia y le hizo una seña a los hombres enormes que estaban p
En la emoción del momento Taly no se había percatado de que la Casa Blanca estaba tan lejos de donde vivía que no sabía cómo regresar con lo que llevaba de dinero.Caminó durante horas dando vueltas por la calles y sin resultado alguno, casi quería llorar al creer que se había perdido.Se detuvo en un pequeño sendero donde solo la rodeaban árboles y sintió el pecho dolerle por el frío y el aire helado que se colaba por su ropa y la hacía titiritar.El miedo se instaló al verse sola y con la noche en su esplendor. Miró su reloj. Eran casi once treinta de la noche y no sabía hacia dónde dirigirse. Tampoco recordaba como regresar hacia la casa del presidente y pedir ayuda. Las luces de un auto la hicieron ponerse en alerta y sin pensarlo se puso a mitad del sendero para detenerlo.El auto frenó con un rechinido de llantas al tiempo que el enfadado chofer asomaba la cabeza por la ventanilla del auto para cerciorarse que nada malo hubiera sucedido.—¡Pero es qué se ha vuelto loca! —excla
El hombre la miraba boquiabierto sin poder creer su atrevimiento y sin saber si reírse o enfadarse, pero al igual que todos en el coche, estaba divertido.»Por cierto no se ha presentado, no sea maleducado, debe saber que cuando uno conoce a alguien nuevo se presenta y usted me ha abordado y no lo hizo. —Cuando vio que iba a replicar levantó la mano para detenerlo—. Pondré el ejemplo porque fui educada con los mejores modales. Soy Taly, bueno Thalía. Thalía Haretton.Extendió la mano para que él la tomara mientras lo veía dudar, pero al final cedió y le devolvió el apretón mientras ella sonreía genuina.—Lucien, me llamo Lucien —dijo el hombre al fin y sin dejar de mirarla—. Y debería ser menos confianzuda, podría pasarle algo con gente desconocida. Además, debo corregirla, yo no la abordé, más bien usted se atravesó en mi camino y casi la arrollabamos.—¿Lucien qué? Debe tener un apellido, vamos cuénteme, no sea tímido —agregó ella sin inmutarse ante el tono severo de Lucien—. En cua
—¿Dos? —inquirió Anthony.—Eso es estupendo. —Susan se unió a la euforia de la chica mientras su hijo rodaba los ojos ante el parloteo de ambas y terminó ignorado—. ¿Cuándo empiezas? —Mañana mismo, viviré allá y el domingo será mi día libre —El entusiasmo de Sara y su hijo se apagó—. El sueldo es bueno seguro que podré apoyarte con los gastos, comprar mis cosas y ahorrar para la escuela.—Es que prometí que te cuidaría y no me gustaría que vivieras lejos —replicó Susan con los ojos acuosos—. ¿Qué le diré a Roxanne? No, definitivamente no. No importa que sea con el presidente, es… peligroso.Se enzarzaron en una discusión sobre los pros y contras y al final tanto la mujer como su hijo terminaron por ceder con la promesa de que si algo andaba mal avisaría de inmediato.Mientras tanto, Lucien viajaba en el auto incapaz de procesar lo que acababa de pasar y no se refería a las tonterías que salían de la boca de la chiquilla, sino a la manera en que lo hizo sentir, con su espíritu loco.N
Taly jamás esperó que el misterioso hombre de la noche anterior fuera su nuevo jefe. Le sonrió nerviosa, no solo porque acababa de ver al heroe de la noche anterior, sino porque tenía que admitir que lucía más apuesto que antes si es que eso era posible y también porque recordó haberlo llamado viejo verde.Lo observó con detenimiento, recreándose en cada parte de su cuerpo.Lucien era un hombre increiblemente apuesto, algo viejo para ella, pensó, pero no acostumbraba a discriminar a la gente por su edad, se dijo.Tenía los ojos más azules que había visto en su vida y el cabello tan oscuro que contrastaba con su asquerosamente hermosa piel blanca. Se atrevió a compararlo con uno de los tantos vampiros hipnóticos que había leído, esos que tenían la piel tan pálida que parecían maquillados, los labios tan rojos como la sangre, por supuesto que los tendrían rojos se dijo, ellos no tenían anemia, se alimentaban de sangre al fin al cabo.Los ojos del hombre parecían luceros que la dejaban
Taly dio un nuevo grito que lo sobresaltó y lo puso incómodo al verla correr para ponerse detrás de él arrastrando el hilo desbaratado con ella.—¿Padre? —dijo una de las hermosas niñas que estaban frente a ellos—. ¿Qué ha pasado?—Un accidente. Tiffany llévate a las niñas por favor —Su tono no dejo espacio a réplicas—. Y trae algo inmediatamente para cubrir a la señorita.—Por supuesto señor —babuceó al final la mucama mirando furiosa a Taly, quien seguía con el rostro escondido en la espalda de Lucien—. Ahora mismo me encargo.Las gemelas no se dejaron tomar de la mano y escabulleron hasta colocarse una a cada costado de la chica para mirarla con curiosidad.—¿Eres amante de mi padre? —preguntó una de ellas haciendo que Taly abriera los ojos tanto que casi se le salían de sus cuencas—. ¿No eres muy joven?—¡Lara, por Cristo! —exclamó su padre, rojo de la furia y la vergüenza—. He dicho que se vayan a su habitación.—No lo soy —respondió Taly al fin, irguiéndose como si fuera una rein