Gracias por pasarse por aquí, espero que se diviertan mucho con esta comedia romántica y no se olviden de comentar, de agregarla y decirle que os parece la historia. Muchas gracias de nuevo por su apoyo. Mañana tendremos más locuras de ella y veremos cómo Taly se convierte en la primera dama por error.
Taly dio un nuevo grito que lo sobresaltó y lo puso incómodo al verla correr para ponerse detrás de él arrastrando el hilo desbaratado con ella.—¿Padre? —dijo una de las hermosas niñas que estaban frente a ellos—. ¿Qué ha pasado?—Un accidente. Tiffany llévate a las niñas por favor —Su tono no dejo espacio a réplicas—. Y trae algo inmediatamente para cubrir a la señorita.—Por supuesto señor —babuceó al final la mucama mirando furiosa a Taly, quien seguía con el rostro escondido en la espalda de Lucien—. Ahora mismo me encargo.Las gemelas no se dejaron tomar de la mano y escabulleron hasta colocarse una a cada costado de la chica para mirarla con curiosidad.—¿Eres amante de mi padre? —preguntó una de ellas haciendo que Taly abriera los ojos tanto que casi se le salían de sus cuencas—. ¿No eres muy joven?—¡Lara, por Cristo! —exclamó su padre, rojo de la furia y la vergüenza—. He dicho que se vayan a su habitación.—No lo soy —respondió Taly al fin, irguiéndose como si fuera una rein
Tiffanny miró a Taly, apenas podía creer que esa chica fuera la niñera, era apenas una niña y desde luego, no tenía la menor preparación ni la más mínima clase.—Esta es tu habitación —dijo mientras la ayudaba a entrar—. No tienes permitido deambular por la casa, tienes un horario de trabajo y después, a descansar.—¿Qué pasa si me da sed? —preguntó Thalia y apretó los labios—. Supongo que puedo ir a la cocina a tomar algo, ¿o es que tampoco puedo hacerlo? Suelo tomar mucha agua de noche y estoy acostumbrada a siempre estar pendiente de los demás y…—Dije que no puedes deambular por la casa, ¿qué es lo que no se entendió? —inquirió la mujer y sus ojos se tornaron furiosos—. Si tienes sed, sube una jarra con un vaso y asunto solucionado. Esta no es cualquier propiedad, es la Casa Blanca, hay reglas, muchas, las cuales debes seguir al pie de la letra.—De acuerdo —concordó la joven.—Escucha, no sé cómo llegaste aquí, tampoco me interesa saber la clase de artimañas que utilizaste —reclam
—Ah, yo… he…—Le decía a Thalia que ya te irás —dijo el presidente y Jules le observó sin entender de qué hablaba.Taly se giró a verle sin entender.—¿De qué hablas, querido? —preguntó Jules—. No estoy entendiendo nada.—Hablo de que voy a terminar de cenar con Taly, la mujer con que me acabó de comprometer —mintió el presidente mientras Jules jadeaba sin creerlo y Taly solo boqueaba como pez fuera del agua.—¿Qué clase de broma es esta? —Volvió a preguntar su novia.—Ninguna, es cierto que ella es una empleada y pensaba usarte como cara al público para mantener mi relación con ella, pero después de hablarlo con mis allegados más íntimos, creo que no será necesario. —El presidente volvió a mentir con una frialdad que Taly se dijo que por algo era político—. Es mejor que te vayas, si quieres un pago monetario, podemos negociarlo.—¿¡Me estás diciendo que nunca pensaste en tener nada serio conmigo después de muchos meses juntos!? —gritó Jules y Taly comenzó a retroceder al ver sus inten
—Lo sé —respondió la chica—, solo no entendí, pero tome su anillo, debería indemnizarme, por poco muero atragantada. Pedir matrimonio colocando la sortija en la comida debería estar penado, es peligroso y muy anticuado. Además, la comida es sagrada.—Vaya a su habitación antes de que… —dijo Lucien tratando de conservar la calma—. No estoy de humor para tratar personas imprudentes, salga de mi vista ahora mismo.Taly frunció el ceño, pero obedeció, después de todo, no tenía intenciones de provocar la ira del hombre. Ella era joven más no tonta, estaba segura de que el presidente no estaba en su mejor momento y sin duda provocarlo, no era una buena idea.«Quiero conservar mi trabajo. No voy a empezar con problemas justo ahora». Se dijo a sí misma.—Está bien, lo veré mañana —añadió la niñera antes de darse la vuelta, pero se detuvo unos segundos—. Si necesita una compañera de borrachera, me dice, no me voy a emborrachar, pero nunca he probado una cerveza.—¡Fuera de mi vista! —gritó el
Todas las miradas fueron hacia Taly, quien se removió incómoda sin saber qué era lo que estaban planeando. Les dio una sonrisa amable y nerviosa mientras retrocedía, pero se detuvo al chocar con algo.Se giró para encontrarse con un muro humano enorme que la miró desde su altura, tan feo que ella volvió a su sitio.—¿No creen que esto es demasiado? —inquirió el presidente—. Esto es muy riesgoso, podemos simplemente inventarnos algo, lo que sea para que todo esto salga bien.—Señor presidente —dijo el señor White—. La aprobación de la que ahora goza es… nunca vista, ni siquiera en campaña. Las mujeres allá afuera siguen soñando con historias de princesas y son los hombres los que ponen peros diciendo que ella está con usted por dinero.—Por supuesto que estoy por dinero —interrumpió Taly y todos se giraron a mirarla—. Quiero que me paguen por cuidar a las niñas. Me gustan los niños, pero no hago nada por amor al arte, no vivo de aplausos y gracias.—Señorita Haretton —habló Morgan empe
—No puede amenazar al presidente —le recordó el señor White—. Recuerde eso siempre y también recuerde que debe verse feliz a su lado mientras esté frente a la prensa.—Está bien —dijo la joven con una mirada comprensiva—. ¿Ahora, ya puedo ir con las niñas?—Sí, la señora Fremman te espera en el vestíbulo, para cumplir tu trabajo de hoy —remarcó el señor White y ella solo sonrió frustrada—. Y recuerda que no puedes decirle nada a nadie, ni a tu almohada.—No hablo cosas con mi almohada —declaró la mujer como si fuera obvio, pero los presentes rodaron los ojos.Salió de ahí y caminó hacia el vestíbulo donde se encontró con Tiffany, esta le dio una mirada de repugnancia pero se guardó su comentario y caminó directo a las habitaciones en donde encontró a las dos niñas, ambas se vestían para ir al colegio.—Niñas, he venido a ayudarles —declaró Taly, aplaudiendo para que ambas le miraran—. ¿Y tú quién eres?Miró al otro niño, quien luchaba por colocarse la ropa correctamente.—Es Frank, el
Taly carraspeó sin entender exactamente qué era lo que acababa de pasar. Miró al hombre a su lado, quien hablaba con una frialdad que le puso los pelos de punta. Se preguntó, cómo un hombre que la había besado de la manera que lo hizo, ahora estaba ahí como si nada cuando ella sentía que sus piernas se doblarían en cualquier momento.Se removió en su sitio y esperó a que todo terminara; no obstante, se sorprendió cuando una de las reporteras se dirigió hacia ella para hacer una pregunta.—Señorita Haretton, ¿dígame que se siente que después de ser una chica normal ahora es la inspiración de cientos de mujeres en el mundo? —inquirió y Taly solo guardó silencio durante unos segundos antes de mirar hacia el frente, donde Morgan le hizo un discreto asentimiento para que respondiera.—No sé si deba ser solo una inspiración para las mujeres por estar con el presidente, preferiría ser la inspiración de muchas chicas que desean superarse, incluso si no es con un novio presidencial —respondió y
—¿Es… tá todo bien? —inquirió Morgan al ver a Taly en cuatro patas en el piso y sobre todo al ver que el presidente estaba a punto de sacarle un ojo con su erección que tenía y que desde luego no se molestaba en ocultar, tal vez porque tampoco podía hacerlo, el falo enhiesto casi rompía el pantalón.—Sí, está todo perfecto —dijo el presidente y de inmediato se colocó la chaqueta, intentando disimular lo que estaba pasando y luego de eso, volvió al escritorio y tomó su lugar en el sillón ejecutivo desde donde fingió acomodar toda clase de documentos para evitar la mirada de la mujer. Carraspeó nervioso—. ¿Qué necesitas?—Nada, es solo que quería hablar con la señorita Haretton —dijo Morgan y estuvo conteniendo la risa para que no la reprendiera o peor aún la terminara despidiendo por su atrevimiento. Se giró hacia la joven, quien para entonces seguía a gatas en el piso con los ojos muy abiertos, incapaz de reaccionar—. Ya puedes pararte, Taly.La joven salió del estupor y se puso de pie