Hola, criaturas. Les dejo un capítulo y mañana subiré de ser posible dos. Espero que les esté gustando, así que agradecería sus reseñas, que me sigan y que disfruten la historia. Muchas gracias por su apoyo.
—¿Es… tá todo bien? —inquirió Morgan al ver a Taly en cuatro patas en el piso y sobre todo al ver que el presidente estaba a punto de sacarle un ojo con su erección que tenía y que desde luego no se molestaba en ocultar, tal vez porque tampoco podía hacerlo, el falo enhiesto casi rompía el pantalón.—Sí, está todo perfecto —dijo el presidente y de inmediato se colocó la chaqueta, intentando disimular lo que estaba pasando y luego de eso, volvió al escritorio y tomó su lugar en el sillón ejecutivo desde donde fingió acomodar toda clase de documentos para evitar la mirada de la mujer. Carraspeó nervioso—. ¿Qué necesitas?—Nada, es solo que quería hablar con la señorita Haretton —dijo Morgan y estuvo conteniendo la risa para que no la reprendiera o peor aún la terminara despidiendo por su atrevimiento. Se giró hacia la joven, quien para entonces seguía a gatas en el piso con los ojos muy abiertos, incapaz de reaccionar—. Ya puedes pararte, Taly.La joven salió del estupor y se puso de pie
Por un momento, todo alrededor de Taly desapareció. Nunca un hombre la había tocado más allá de las manos y no es que fuera una puritana, estaba bien versada en esos menesteres, no porque fuera una casquivana, sino porque odiaba ignorar algo y ella era muy curiosa.No estaba segura de que perder la virginidad con un hombre que como mínimo le duplicaba la edad fuera lo mejor, tampoco sabía si debía hacerse por amor o solo por placer.En ese momento, ella no pudo pensar con claridad, no cuando las calientes manos del hombre estaban recorriendo su piel y le provocaban sensaciones que no podía nombrar y tampoco quería detener.Le tomó apenas unos segundos entender que si lo hacía con él no tendría nada de malo. Ambos eran adultos, se dijo, así que sujetó su cuello y se aferró a Lucien con todas sus fuerzas.Escucharon el sonido de pasos en el pasillo y se apartaron unos segundos en los que solo se miraron.Lucien quería parar, pero estaba tan caliente que le resultaba imposible, así que cu
Taly respiró jadeante y miró a Lucien, quien no pudo evitar sonreírle antes de levantarla en volandas y llevarla a la cama.La dejó caer con sutileza y acarició su rostro, acomodando el desordenado cabello mientras ella solo le observaba expectante.Recorrió con sus nudillos las mejillas de la joven, despacio y comenzó un recorrido lascivo que partió desde el mentón, pasando por el cuello, atravesando el valle de los senos y se detuvo ahí, dando una caricia morbosa que la hizo suspirarLe observó y se aventuró a desvestirla con lentitud, quitando el veraniego vestido con tranquilidad pasmosa mientras la niñera solo veía con atención, sin saber qué debía hacer ella mientras Lucien quitaba su vestido. Pronto se vio desnuda y con solo su sostén cubriendo sus pechos, pero no tardó en verse sin la última prenda, cuando el presidente lo quitó sin mayor dificultad.La hizo acostarse de nuevo y acarició su cuerpo una vez más, recorriendo todo el costado y prestando especial atención a los fir
Un gemido emanó de la garganta del presidente, quien no pudo evitar sentirse enajenado de su propia consciencia mientras poseía a Taly, quien apenas tuvo que mirarlo para hacerlo sucumbir a la lujuria.Un pequeño quejido salió de sus labios, toda vez que apenas podía controlar sus latidos y la frescura de la que se veía contagiado.Un lascivo y morboso «Eres deliciosa», brotó de sus labios seguido de un lastimero gemido que llenó por completo la habitación.Se quedó quieto dentro de ella, esperando que se acostumbrara a la invasión y cuando la sintió removerse, supo que estaba lista.Comenzó a moverse dentro y fuera de ella, al principio lento, suave y aceleró los movimientos cada vez más, poco a poco hasta que escuchó los gimoteos de la mujer y las peticiones para que cada vez se volviera más intenso.Aceleró las penetraciones y se adentró en ella cada vez más fuerte y más rudo, provocando que la joven comenzara a emitir gritillos que resonaban por toda la habitación.El movimiento de
Taly despertó luego haber pasado una horrible noche, llorando hasta quedarse dormida. Se dijo que se lo tenía merecida por estúpida, por confiar en el primero que le hablaba bonito y que desde luego, no debía volver a caer en sus redes.Era demasiado noble para odiar, pero eso no significaba que no fuera humana, sentía rencor, enfado.Desde luego también sentía un insano deseo de cobrarse la afrenta, sin importar nada, algo dentro de ella le instaba a querer desquitarse.—Maldito mentiroso —dijo mientras se colocaba el listón en el cabello y se ponía su uniforme, aun cuando le indicaron que no debía llevarlo—. Total, si me despiden me lo tengo merecido, por confiada, por tonta y solo espero que consigan una niñera pronto, no quiero quedarme aquí.Sus ojos lucían inflamados y llorosos, así que al terminar corrió a la cocina y sacó un par de cubos de hielo para colocárselos encima antes de ir a despertar a los niños y tenerlos listos para el colegio.Fue así como Tiffany la encontró.—Se
Lucien permaneció parado unos segundos antes de lanzar una maldición e irse al despacho oval, a donde tanto Morgan como el señor White le siguieron y casi se vieron con la cara embarrada cuando el presidente cerró la puerta en sus narices.Tuvieron que tocar la puerta y esperar a que les dieran permiso de seguir antes de entrar. En cuanto escucharon la voz del mandatario, ambos cruzaron la puerta y se pararon frente a él, viendo cómo se paseaba de un extremo a otro de la habitación y se sujetaba el cabello con frustración.—¿Puedo preguntar qué ha pasado? —inquirió Morgan, un poco temerosa de recibir un estallido verbal del presidente—. Taly… —carraspeó—. La señorita Haretton estaba de acuerdo en todo el plan, al menos así fue la última vez que hablé con ella. Tal vez si nos explica qué ocurrió, podamos darle una solución práctica y desde luego conseguir que ella colabore.—Yo… eh… yo fui grosero con ella y aunque me he disculpado, no ha querido hablar conmigo —dijo mientras apretaba l
Morgan entornó los ojos cada que escuchaba un «auch» de la boca de Taly mientras la arreglaban para la cena de esa noche. Los maquillistas estaban divertidos con el comportamiento de la joven, quien luego de lo que ella llamó, una tortura medieval, terminó por dejarse caer en la cama del cansancio.—Niña, vas a destruir el cabello —dijo la peinadora.—Los niños deben estar por llegar —anunció la niñera y de inmediato se levantó para ir a trabajar; no obstante, la mujer negó y le dijo que estaba todo bien y se harían cargo de ellos por ese día.Taly frunció el ceño y durante las siguientes horas se sometió a faciales, masajes, torturas para quedar hermosa y dormitó un par de veces ante el aburrimiento.Finalmente y horas después, logró estar lista. Eran casi las ocho de la noche cuando pudo verse al espejo luego de que le ayudaran a colocarse el vestido de esa noche.Se paró frente al enorme espejo y se miró antes de boquear un par de veces y mirar a Morgan, quien parecía orgullosa de s
Conoció a algunos congresistas, a sus esposos, inclusive algunas celebridades y más pronto que tarde se vio encontrándose con el único hombre al que le dio una sonrisa genuina, el embajador Franklin, quien en cuanto la vio, se acercó a ella para saludarla.—Señorita Haretton, debo decirle que esta noche está particularmente hermosa —dijo el hombre con un deje adulador mientras las otras mujeres alrededor de ellas esperaban el mismo cumplido—. Damas, ustedes también lucen hermosas. Es claro que esta noche además de la fina porcelana y la cubertería carísima, ustedes son las joyas del lugar.Las mujeres se sintieron halagadas y le agradecieron sus hermosos cumplidos, entretanto, Taly soltó una risilla a sabiendas de que el hombre estaba dándoles lo que ellas deseaban oír.Mientras tanto y, luego de una amena charla, todos fueron llevados al comedor en donde desde luego, el presidente gozó de un asiento privilegiado junto a Taly, quien no tardó en darse cuenta de que estaban hablando de e