¿Qué es ser Luna? (III)

Amira lo miraba en silencio, procesando la magnitud de lo que David le estaba explicando. Lo que antes parecía un cuento de fantasía se estaba transformando en una realidad palpable, una responsabilidad que no imaginaba asumir, pero que, de alguna manera, le emocionaba.

—¿Y cómo hago eso? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y asombro—. ¿Cómo me convierto en esa Luna que tú y la manada necesitan?

David sonrió suavemente, acariciando su mejilla.

—Ya lo eres. Desde el momento en que entraste en mi vida, sentí que algo en el equilibrio comenzaba a restaurarse. La manada lo siente también, aunque aún no lo sepan. Lo que has traído no es solo el deseo de estar a mi lado, sino un poder más profundo, uno que ya está despertando en ti. Ser mi Luna no es algo que se aprende, es algo que se siente, que se vive. Y cuando llegue el momento, todo fluirá naturalmente.

La cercanía entre ellos se hizo palpable. Amira comprendió que, aunque el papel de Luna venía con grandes responsabilidades, no tenía que enfrentarlas sola. Estaría junto a David, un Alfa poderoso y protector, pero también un compañero dispuesto a guiarla en ese viaje, y eso la llenaba de una confianza inesperada.

—Créeme Amira, eres más que capaz de ser la Luna que esta manada necesita —dijo David en un susurro—. Y cuando estemos listos, caminaremos juntos en este nuevo camino.

Amira sintió una oleada de confianza y calidez al escuchar las palabras de David. Su voz suave y sus ojos llenos de convicción hicieron que sus dudas se desvanecieran lentamente.

—Gracias, David —susurró ella, apretando su mano con firmeza—. Contigo a mi lado, siento que puedo enfrentar cualquier cosa.

David la atrajo más cerca, envolviéndola en un abrazo que transmitía seguridad y un profundo sentido de pertenencia.

—Nunca caminarás sola, Ami. Seremos un equipo, siempre. Juntos, traeremos la estabilidad y la fuerza que la manada necesita —dijo él con seriedad, pero con una sonrisa tierna.

Amira lo miró a los ojos y asintió. Sabía que estaba entrando en un mundo nuevo y desafiante, pero no podía imaginarse mejor compañero para recorrer ese camino.

—Caminaremos juntos —repitió ella, sintiendo cómo a cada minuto, su lugar a su lado como Luna se volvía una realidad que la llenaba de fuerza.

-Además Ami, también tendrás a Vanessa, - David sonrió al mencionarla, su mirada reflejaba el respeto y la confianza que sentía por ella.

—Vanessa será tu apoyo y consejera, tal como Román lo ha sido para mí durante todos estos años. Ella es inteligente, fuerte, y sabe exactamente lo que significa estar al lado de un Alfa —dijo David, con un tono tranquilizador—. Podrás contar con ella para todo lo que necesites, tanto en la manada como fuera de ella.

Amira asintió, sintiendo un alivio al saber que tendría a alguien como Vanessa a su lado en este nuevo rol.

—Será bueno tener a alguien con experiencia para guiarme en esto —respondió Amira, sintiendo que poco a poco las piezas encajaban—. No quiero fallarte ni a ti ni a la manada.

David la miró con ternura, acariciando su mejilla.

—Nunca podrías fallar, Ami. No con tu corazón y tu espíritu. Vanessa te ayudará, pero tú tienes todo lo que se necesita para ser la Luna que esta manada ha estado esperando.

Amira sonrió, sintiendo una mezcla de emoción y determinación crecer en su pecho. Con David a su lado, y el apoyo de Román y Vanessa, todo parecía posible. Sabía que el camino no sería fácil, pero estaba lista para enfrentarlo.

—Estoy lista —dijo con firmeza, sus ojos brillando con una nueva confianza—. Con ustedes a mi lado, no hay nada que no pueda lograr.

David la miró con orgullo, su mirada intensa y cálida.

—Sabía que lo estarías, mi Luna. Eres más fuerte de lo que te das cuenta, y con el tiempo verás lo que realmente eres capaz de hacer. —dijo, inclinándose para besarla suavemente—. Juntos, cambiaremos todo.

Amira se dejó llevar por la seguridad que David le transmitía, sintiendo que ya había comenzado a caminar por un nuevo y emocionante sendero. Con su mano entrelazada con la de él, sabía que no importaba cuán incierto fuera el futuro: estaban juntos, y eso era lo único que importaba.

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