David se volvió para verla y le dijo:
- Este es mi pequeño taller Amira, aquí vengo cuando quiero pensar o simplemente cuando estoy inspirado. Hace mucho tiempo que no venía por inspiración. -hiso una pausa y continuo, -Los "hombres" de mi familia, todos debemos aprender una práctica que nos entrene en la paciencia y la voluntad de dominar nuestro espíritu, mi padre eligió la joyería, y yo la he amado con pasión.
-Amira, ¿Conoces la Casa oro rojo?
Amira quedó completamente pasmada, incapaz de ocultar su sorpresa. Había escuchado rumores sobre la "Casa oro rojo", una joyería legendaria cuyas piezas eran famosas por ser únicas en su tipo, forjadas con una maestría sin igual y valoradas, la más mínima en más de un millón de dólares. Sin embargo, la parte más fascinante de la leyenda era que nadie conocía al verdadero creador de esas joyas; las piezas se subastaban o eran encargadas de manera privada. Y ahora, aquí estaba ella, en el taller personal del hombre que, aparentemente, era el maestro detrás de aquellas codiciadas creaciones.
—¿Tú...? —Amira no pudo completar la frase, pero sus ojos hablaban por ella. David la observó con una pequeña sonrisa satisfecha. Disfrutaba el impacto que había causado, pero no por vanidad, sino porque en ese momento, ella estaba viendo más allá del empresario que el mundo conocía. Le estaba mostrando una parte de sí mismo que pocos, si es que alguno, llegaban a conocer.
—Sí, soy yo —confirmó David, su tono suave pero firme—. Mi padre me enseñó esta práctica cuando era niño. Aprendí a dominar mi espíritu, como él decía, a través de la creación de estas piezas. No es solo trabajo artesanal, es una forma de conectarme con algo más profundo dentro de mí.
Amira miró un anillo en la vitrina, la delicadeza de su diseño, la perfección de cada detalle. Eran obras maestras, sin duda, pero lo que más la intrigaba era la pasión que David ponía en su trabajo, algo que nunca habría imaginado de un hombre tan estoico y aparentemente frío en su rol como empresario.
—Es increíble... —murmuró Amira, aún maravillada—. No puedo creer que seas tú. ¿Por qué mantenerlo en secreto?
David se acercó más a la vitrina, observando el mismo anillo como si fuera una extensión de sí mismo.
—Porque es lo único que tengo que realmente es solo mío —respondió en voz baja—. En mi vida pública, todos me conocen por mi empresa, por mis negocios, por ser el Alfa... Pero esto, esto es algo que puedo hacer sin expectativas, sin miradas juzgándome. Es solo un espacio para mí.
Amira lo miró con nuevos ojos. Había algo profundamente íntimo en lo que David le estaba revelando. Este no era el hombre arrogante y distante que había conocido en la reunión de negocios; era alguien con profundidad, con capas que ella apenas estaba comenzando a explorar.
En el centro de la vitrina, en la que estaban las joyas, más exquisitas y hermosas. Había un anillo, hermoso, por supuesto, pero no tanto como las otras piezas que se exhibían. Era algo sencillo, sofisticado, sin piedras, era como un trozo de cuerda trenzada con fuerza, como si su creador hubiese puesto toda su fe, su amor y su esperanza, en cada una de las tres finas hebras de oro de diferentes tonos, que luego trenzo, para que su unión fuera inquebrantable. Era un símbolo de unión eterna.
—Es... hermoso —dijo finalmente, Amira, refiriéndose tanto al taller como al anillo—. No me esperaba esto de ti, David.
Él la miró intensamente, sus ojos dorados reflejando una mezcla de vulnerabilidad y determinación.
—Hay muchas cosas que no esperas de mí, Amira —respondió con una sonrisa suave, pero en sus palabras había una promesa implícita.
Amira seguía mirando el anillo, algo en él no le permitía mirar a otras joyas más llamativas de la vitrina, sólo ese aro trenzado tenía toda su atención. David lo notó y eso era su confirmación, por si tenía alguna duda, claro está de que a esas alturas ya no tenía ninguna. pero se sintió pleno cuando notó que el anillo por sí solo reconocía a su única dueña y la estaba reclamando.
David, abrió la vitrina y tomo el anillo en su mano y aparentando un acto descomplicado y sin mayor connotación le dijo Amira.
- Toma pruébatelo, si te queda es tuyo, es un pequeño detalle de tu visita a mi secreto
Amira alzó la vista sorprendida al escuchar la oferta de David. Su primer instinto fue negarse; no podía aceptar algo tan valioso. Sin embargo, algo más poderoso la obligó a seguir mirando el anillo. Era sencillo, comparado con otras piezas en la galería, pero había algo en su diseño que la atraía de manera inexplicable. Como si el anillo, por sí mismo, la estuviera llamando.
—David, no puedo... —comenzó a decir, pero las palabras quedaron en el aire cuando él tomó suavemente su mano, guiándola hacia el anillo.
—Pruébatelo, Amira —repitió, con la misma seguridad que siempre mostraba, pero esta vez con una calidez en la voz que ella no había escuchado antes—. Si te queda, es porque está destinado a ser tuyo, créeme.
La respiración de Amira se aceleró ligeramente mientras permitía que él deslizara el anillo sobre su dedo anular. Encajaba a la perfección, como si hubiera sido creado especialmente para ella. Un cosquilleo recorrió su piel, y sintió una conexión inexplicable, casi mágica, con la joya. El peso del anillo era insignificante, pero la emoción que despertaba en ella era inmensa.
—Es hermoso... —susurró, con unas lagrima que caían de sus ojos de una emoción que para ella no tenía razón de ser, pero era inevitable no sentirla mientras admiraba cómo el anillo reflejaba la luz suavemente, casi brillando por sí solo.
David observaba su reacción con una sonrisa que reflejaba satisfacción, pero también algo más profundo. Sabía lo que este momento significaba. No era solo una pieza de joyería; era un símbolo. El anillo la había reconocido, y él también.
Ella tragó saliva, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Pero en ese momento, las palabras no parecían necesarias. Sabía que algo más grande que ambos estaba en juego, algo que los estaba uniendo de una manera que aún no entendía del todo.
—Gracias, David —fue lo único que pudo decir, con la voz cargada de emociones.
—No me agradezcas, Amira —respondió él con una sonrisa enigmática—. Este es para mi un placer que lo tengas.
Amira envuelta en tanta emoción, para ella sin sentido, pero super fuertes, trató de enfriar la atmosfera, con una pregunta.-Dime, David, dijiste cuando llegamos que hacía tiempo que no venias aquí por inspiración. -hizo una pausa para continuar, - Asumo entonces que hoy estas inspirado y que vas a comenzar algo.David observó a Amira con una sonrisa, apreciando su intento de aliviar la intensidad del momento. Sin embargo, sus ojos dorados seguían reflejando esa profundidad que parecía imposible de eludir.-Sí, Amira, tienes razón —respondió mientras caminaba hacia una mesa cercana, donde había herramientas y materiales esparcidos, claramente esperando ser usados—. Hoy me siento inspirado, aunque, para ser honesto, la inspiración no surgió hasta que llegaste tú.Sus palabras fueron directas, pero su tono era suave. No parecía querer
Amira:Eran las cinco de la mañana del sábado cuando un timbre que no puedo dejar de reconocer me despertó, -Dime Ronny que pasa, -le pregunto, porque sé que él no me llamaría a esta hora un sábado a menos que fuera vital.-Amira, -dijo el aludido- tienes reservado un vuelo de regreso a Miami, para las 8.30 de la mañana, el cliente de Londres llega a la 3 de la tarde de hoy y pido reunirse con nosotros a las 8 de la noche. Es para ayer, recoge tus cosas y muévete.Me quedé unos segundos en silencio en silencio, procesando la información mientras me desperezaba. El tono urgente de Ronny no dejaba lugar a dudas: esto era un asunto crítico.—Está bien, Ronny, no te preocupes, estaré en el aeropuerto a tiempo —respondí con determinación, aunque una pequeña parte de mi lamentaba tener que irse tan abruptamente.Colgué
Ambos estaban atados a una mujer que aún no comprendía la magnitud de su conexión, y el hecho de no poder explicarle lo que realmente sentían hacía que su partida y el vacío que dejo fueran insoportableAmira, llegó a su departamento de Miami Beach, triste y con la cabeza en otro lugar, sólo fueron cuarenta y ocho horas en Seattle, pero para ella era como si esa ciudad y David fueran su vida entera y esto un viaje de negocios que no quería hacer; se sentó en el sofá, mirando por la ventana hacia el mar. La brisa del mar no lograba aliviar la tristeza que sentía. A pesar de lo breve que había sido su estancia en Seattle, cada momento con David había dejado una huella en su corazón. Los recuerdos de su conexión, las risas y la complicidad, la perseguían mientras intentaba prepararse mentalmente para la reunión con su cliente esa noche. "¿Qué estaba pasando con ella?", se preguntó. ¿Era solo el encanto de un viaje de negocios o había algo más profundo en su conexión con él?Ronny, llegó
Amira y Ronny llegaron al elegante restaurante del JW Marriott, listos para su reunión con Harry Wood. Al entrar, Amira captó la atención del lugar con su impecable estilo y seguridad, y como siempre, Harry no pudo evitar quedarse maravillado por su presencia. Esta cena prometía ser mucho más que solo negocios, por las dinámicas de buenas relaciones que siempre han existido entre ellos.Esta vez hubo un detalle en Amira que Harry Wood no pudo evitar notar y fue el pequeño aro de tres tipos de oro que colgaba del cuello de la chica. Aunque para otros podría parecer una joya más, para él fue como una alarma silenciosa. Sus ojos se clavaron en el anillo, su ceño se frunció por un instante, conocía bien el simbolismo de ese tipo de pieza, aunque no quería admitirlo. El hombre que siempre había creído tener alguna oportunidad con Amira, ahora sentía una barrera qu
—La verdad, Harry, es que esta pieza me la regaló alguien muy especial. —Su voz salió suave, pero segura—. No fue comprada, ni subastada. Es un detalle personal que me entregaron como... bueno, como un símbolo.Harry ladeó la cabeza, visiblemente intrigado.—Un símbolo, dices. ¿De qué?Amira lo miró con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.—De una conexión que no muchos podrían entender. —Respondió de manera enigmática, dejando la explicación flotando en el aire, sin revelar más de lo necesario. Sabía que esa respuesta dejaría a Harry insatisfecho, pero era todo lo que estaba dispuesta a decir en ese momento.Ronny, viendo la intensidad del momento, decidió cambiar el tema antes de que las preguntas de Harry se volvieran demasiado personales.—Bueno, Harry, creo que todos tenemos nuestras historias detrás de lo que usamos —dijo Ronny con una sonrisa—, pero lo importante es que cerramos el trato de esta noche y qu
David sonrió con esa mezcla de arrogancia y vulnerabilidad que solo él sabía conjugar. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que Amira entendiera el verdadero significado del anillo. Pero por ahora, estaba dispuesto a esperar, porque, en el fondo, él también disfrutaba del juego.—Sabes que siempre será tuyo —murmuró, apenas audible, pero lo suficientemente claro para que sólo ella lo escuchara.Pero no fue solo Amira la única que la escucho. Esa frase hiso que Harry se pusiera alerta y David supo que el Sr. Wood era otro Alfa, no como él, pero fuerte también y si bien Amira no era su destinada, tanto el hombre como su lobo estaban alucinando con ella. David captó inmediatamente el cambio en el ambiente. La mirada de Harry Wood se endureció, su cuerpo se tensó casi imperceptiblemente. No era solo una reacción humana; su instinto alfa se
La emoción en la mesa se volvió palpable cuando Ronny preguntó dónde irían a bailar.—Salsa Mia —respondió Harry, con algo de escepticismo—. Dicen que es la mejor.Para sorpresa de David y Harry, Amira y Ronny coincidieron en un sonoro "¡Sí!", casi como dos adolescentes entusiasmados por una noche de fiesta. La energía era contagiosa, y David sintió un impulso de ser parte de esa alegría.—Bueno, entonces, parece que tenemos un plan —dijo David, intentando mantener la seriedad a pesar de la diversión que estaba empezando a emerger dentro de él.Harry, aunque un poco desconcertado por la unión casi instantánea de Amira y Ronny, decidió seguir el juego. La noche se volvía cada vez más interesante, y la idea de ver a Amira bailando lo llenaba de una mezcla de admiración y deseo.—Perfec
La pista de baile se llenó de energía, y todos los ojos estaban en ellos. Amira, con su vestido de un solo hombro y su cabello suelto, brillaba. Y David, con su encanto natural, era imposible de ignorar. La química entre ellos era palpable, y la forma en que se miraban hacía que el resto del mundo desapareciera.—¿Te gustaría bailar un poco más? —le preguntó David, su voz más profunda por la emoción.Amira asintió, sintiendo que la noche apenas comenzaba. Con cada acorde, se acercaban más el uno al otro, disfrutando no solo de la música, sino también de la promesa de lo que podría venir.Cuando, "Qué manera de quererte" llenó el aire, la música cubana envolvió la pista de baile. David, sintiendo cada nota, se entregó completamente al ritmo, moviéndose con Amira de manera sincronizada. Era como si cada acor