—La verdad, Harry, es que esta pieza me la regaló alguien muy especial. —Su voz salió suave, pero segura—. No fue comprada, ni subastada. Es un detalle personal que me entregaron como... bueno, como un símbolo.
Harry ladeó la cabeza, visiblemente intrigado.
—Un símbolo, dices. ¿De qué?
Amira lo miró con una sonrisa que decía más de lo que las palabras podían expresar.
—De una conexión que no muchos podrían entender. —Respondió de manera enigmática, dejando la explicación flotando en el aire, sin revelar más de lo necesario. Sabía que esa respuesta dejaría a Harry insatisfecho, pero era todo lo que estaba dispuesta a decir en ese momento.
Ronny, viendo la intensidad del momento, decidió cambiar el tema antes de que las preguntas de Harry se volvieran demasiado personales.
—Bueno, Harry, creo que todos tenemos nuestras historias detrás de lo que usamos —dijo Ronny con una sonrisa—, pero lo importante es que cerramos el trato de esta noche y que Amira sigue siendo la reina del juego, como siempre.
Amira le lanzó una mirada agradecida a Ronny por rescatarla de una conversación que podía haber llegado a lugares incómodos.
De pronto Amira sintió cómo el ambiente cambió repentinamente, casi como si el aire mismo hubiera decidido detenerse. La energía que llenaba el lugar era inconfundible, y su piel se erizó al reconocer esa presencia. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras sus ojos buscaban inconscientemente a Ronny, quien también parecía haber notado algo inusual.
—Él está aquí. —susurró Amira, con palabras fueron una mezcla de anticipación y nerviosismo.
Ronny arqueó una ceja, claramente confundido, pero antes de que pudiera preguntar a quién se refería, la respuesta se materializó en forma de un hombre imponente que acababa de cruzar la entrada del restaurante.
David Stone. Su sola presencia dominaba la habitación, y no fue necesario que nadie lo presentara. El poderoso “Alfa de los negocios”, y más allá de eso. Era el hombre que había dejado una huella imborrable en Amira durante esas cuarenta y ocho horas en Seattle. El Sr. Stone, con su impecable traje oscuro y una mirada intensa, que irradiaba autoridad y algo más, miraba Amira, haciéndola sentir ese algo en lo más profundo de su ser, que ella todavía no lograba descifrar.
Harry Wood, sentado junto a Amira, también pareció sentir la energía que emanaba de David, y se puso alerta, aunque trató de disimularlo. Aun así, no pudo evitar observar cómo David se dirigía directamente hacia ellos, con una confianza y determinación que llenaba cada paso.
—Buenas noches —dijo David, su voz profunda resonando en el espacio, pero sus ojos, intensamente dorados, solo estaban fijos en Amira.
Ronny, siempre astuto, fue el primero en romper el silencio incómodo.
—Sr. Stone, qué sorpresa verle por aquí. —Sonrió, aunque con cierta incomodidad evidente—. ¿Qué le trae a Miami?
David, sin apartar la vista de Amira, respondió con una calma que solo aumentaba la tensión.
—Negocios, como siempre. —Finalmente, su mirada se suavizó al dirigirse a ella—. Pero también algo personal.
Amira tragó saliva, sintiendo que todo el restaurante se desvanecía a su alrededor, dejando sólo a David y a ella en ese momento cargado de electricidad.
—No esperaba verte aquí tan pronto —logró decir, su voz un poco más baja de lo que esperaba, pero manteniéndose firme.
David sonrió levemente, un gesto tan sutil que solo Amira pudo notar la intensidad detrás de él.
—Tampoco lo esperaba —admitió—. Pero algunas cosas no pueden esperar.
El ambiente entre ellos estaba cargado de algo indescriptible, una mezcla de atracción, tensión y promesas no dichas. Mientras tanto, Harry observaba la interacción con una expresión que variaba entre la curiosidad y la incomodidad, preguntándose qué rol jugaba David Stone en la vida de Amira.
Todo en David gritaba no la miren es mía, ella como siempre estaba preciosa, regia elegante y muy muy sexy. Él hizo un esfuerzo consciente por suavizar su aura dominante, sabiendo que su mera presencia ya imponía bastante. Sin embargo, no pudo evitar que su lobo, Zeus, rugiera de satisfacción al ver el anillo, su anillo, colgando del cuello de su Luna. Aunque no estaba en su dedo, saber que ella lo llevaba cerca de su corazón significaba más de lo que él podía expresar en palabras. Era una señal, aunque inconsciente por parte de Amira, de que, de alguna manera, lo había aceptado.
Observó con detenimiento cada detalle de ella: su porte elegante, su vestido que acentuaba su figura de manera impecable, y esos labios rojo pasión que hacían que todo en él quisiera reclamarla allí mismo. Pero más allá de la atracción física, lo que realmente lo cautivaba era la fortaleza interior de Amira, esa mujer que podía desafiarlo y seguir siendo la más impresionante de la sala.
Se obligó a mantener la compostura mientras sus ojos se desviaban una vez más hacia el anillo. Para cualquiera más en la sala, era solo una joya hermosa, pero para él, era mucho más: era la prueba de que el destino estaba jugando su carta, un recordatorio de que ella le pertenecía, aunque aún no lo supiera del todo.
—Me alegra ver que lo llevas contigo —dijo David suavemente, su mirada fija en el anillo mientras inclinaba ligeramente la cabeza hacia Amira.
Ella se tocó el colgante de manera instintiva, consciente del poder que ejercía sobre David en ese momento, aunque sin saber completamente por qué. Sus ojos se encontraron nuevamente, y fue como si el resto del restaurante se desvaneciera a su alrededor, quedando solo ellos dos, atrapados en una burbuja de tensión ineludible.
—Es un detalle muy hermoso, no podía dejarlo en Seattle —respondió Amira, su voz más segura de lo que esperaba, a pesar de la electricidad que sentía recorrer su cuerpo.
David sonrió con esa mezcla de arrogancia y vulnerabilidad que solo él sabía conjugar. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que Amira entendiera el verdadero significado del anillo. Pero por ahora, estaba dispuesto a esperar, porque, en el fondo, él también disfrutaba del juego.—Sabes que siempre será tuyo —murmuró, apenas audible, pero lo suficientemente claro para que sólo ella lo escuchara.Pero no fue solo Amira la única que la escucho. Esa frase hiso que Harry se pusiera alerta y David supo que el Sr. Wood era otro Alfa, no como él, pero fuerte también y si bien Amira no era su destinada, tanto el hombre como su lobo estaban alucinando con ella. David captó inmediatamente el cambio en el ambiente. La mirada de Harry Wood se endureció, su cuerpo se tensó casi imperceptiblemente. No era solo una reacción humana; su instinto alfa se
La emoción en la mesa se volvió palpable cuando Ronny preguntó dónde irían a bailar.—Salsa Mia —respondió Harry, con algo de escepticismo—. Dicen que es la mejor.Para sorpresa de David y Harry, Amira y Ronny coincidieron en un sonoro "¡Sí!", casi como dos adolescentes entusiasmados por una noche de fiesta. La energía era contagiosa, y David sintió un impulso de ser parte de esa alegría.—Bueno, entonces, parece que tenemos un plan —dijo David, intentando mantener la seriedad a pesar de la diversión que estaba empezando a emerger dentro de él.Harry, aunque un poco desconcertado por la unión casi instantánea de Amira y Ronny, decidió seguir el juego. La noche se volvía cada vez más interesante, y la idea de ver a Amira bailando lo llenaba de una mezcla de admiración y deseo.—Perfec
La pista de baile se llenó de energía, y todos los ojos estaban en ellos. Amira, con su vestido de un solo hombro y su cabello suelto, brillaba. Y David, con su encanto natural, era imposible de ignorar. La química entre ellos era palpable, y la forma en que se miraban hacía que el resto del mundo desapareciera.—¿Te gustaría bailar un poco más? —le preguntó David, su voz más profunda por la emoción.Amira asintió, sintiendo que la noche apenas comenzaba. Con cada acorde, se acercaban más el uno al otro, disfrutando no solo de la música, sino también de la promesa de lo que podría venir.Cuando, "Qué manera de quererte" llenó el aire, la música cubana envolvió la pista de baile. David, sintiendo cada nota, se entregó completamente al ritmo, moviéndose con Amira de manera sincronizada. Era como si cada acor
Al llegar a su departamento, Amira abrió la puerta y lo invitó a pasar. La vista desde su balcón era impresionante: la ciudad iluminada brillaba como un océano de estrellas. David se acercó a la barandilla, maravillado por la belleza del lugar, pero su atención rápidamente se desvió hacia Amira, que lo observaba con una mezcla de nerviosismo y expectativa.—Eres hermosa, —dijo él, sin apartar la vista de ella.—No tanto como tú, —respondió Amira, dando un paso más cerca, restando el espacio entre ellos.David se giró hacia ella, su corazón latiendo con fuerza. —¿Sabes? Desde el momento en que te vi, supe que había algo especial entre nosotros.Amira sintió que una chispa de electricidad recorría su piel. Era el momento perfecto, y aunque la tensión era palpable, también había una t
El juego de seducción se intensificó mientras él la miraba a los ojos, lleno de deseo y determinación. Amira sintió que cada parte de ella respondía a su cercanía, y no había marcha atrás. Estaba lista para descubrir hasta dónde los llevaría esa noche.Amira siguió en su juego pasando sus uñas por el torso de Davis una vez que le quitó la camisa, quería gravar en su mente ese abdomen tipo tableta de chocolate blanco y eso pectorales de piedra, fue tanta su excitación que en un momento en que lo besaba mordió con fuerza su cuello. Él sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando Amira lo mordió, la combinación de dolor y placer lo dejó aturdido y aún más ansioso. Su instinto alfa se activó, y sintió que la energía entre ellos se disparaba.—Esa fue una jugada arriesgada,
Sentir a David dentro de ella hizo que Amira se descontrolara y comenzara a mover sus caderas con frenesí, quería más, toda su polla dentro de ella,- si papi así todo métela toda, me gustas David, -, él alucinaba escuchándola hablar en español en sus momentos más íntimos, y la envestía con más fuerza y pasión, -Amira, Amira, -repetía su nombre con su vos ronca en cada movimiento,-si mi Alfa así- dijo ella, -esa frase que hacía alusión al sobre nombre de David en los negocios, provocó en él una excitación tal que por un momento sus ojo se enrojecieron y sus colmillos hicieron por salir. Justo en ese momento, David, salió de ella, y Amira gruñó, por el vacío que él dejo.David, la volteó, poniéndola en cuatro puntos, para seguir sus envestidas de manera circular, provocando que Amira gritara
David y Amira despertaron abrasados cuando el sol ya estaba en lo alto del cielo. Una sonrisa de satisfacción brillaba en sus rostros. David, safo suavemente la cadena del cuello de Amira y sacó el anillo volviéndolo a poner en su dedo, y con un beso en la mano y luego en sus labios le dijo, -no te lo vuelvas a quitar y si alguien te pregunta por él, por favor dile que tu novio David Stone te lo dio.Amira sonrió con ternura al sentir el anillo de nuevo en su dedo, y sus ojos se encontraron con los de David, cargados de promesas silenciosas. A pesar de lo rápido que todo había sucedido, algo en el gesto de él la hizo sentir segura, como si fuera el lugar al que siempre perteneció. Se acercó a él y, con un susurro suave pero firme, respondió:—David Stone, mi novio... —repitió con una leve risa, jugueteando con el anillo—. No suena nada mal, ¿sabes? Pero,
David sonrió al escuchar la curiosidad en la voz de Amira. Sabía que, a pesar de lo inusual que podría parecer para ella, su mundo ya había comenzado a mezclarse con el de los lobos.—Se llama Zeus —respondió, su tono era suave, pero con una pizca de orgullo—. Es fuerte y poderoso, protector, y también muy testarudo. —se rió un poco al decir esto último—. Es de un color n***o intenso, como una noche sin estrella ni luna. Sus ojos son rojos brillantes.Amira lo miró fascinada, tratando de imaginar lo que él describía.—¿Puedo... conocerlo? —preguntó ella, un poco nerviosa, pero intrigada.David la miró a los ojos, sus dedos jugando suavemente con su cabello.—Zeus está aquí, dentro de mí, siempre. Pero no es el momento de que salga para ti, aunque él te conoce y te amó de