11- David, estoy flotando por ti +18

Al llegar a su departamento, Amira abrió la puerta y lo invitó a pasar. La vista desde su balcón era impresionante: la ciudad iluminada brillaba como un océano de estrellas. David se acercó a la barandilla, maravillado por la belleza del lugar, pero su atención rápidamente se desvió hacia Amira, que lo observaba con una mezcla de nerviosismo y expectativa.

—Eres hermosa, —dijo él, sin apartar la vista de ella.

—No tanto como tú, —respondió Amira, dando un paso más cerca, restando el espacio entre ellos.

David se giró hacia ella, su corazón latiendo con fuerza. —¿Sabes? Desde el momento en que te vi, supe que había algo especial entre nosotros.

Amira sintió que una chispa de electricidad recorría su piel. Era el momento perfecto, y aunque la tensión era palpable, también había una tranquilidad que les permitía disfrutarlo.

—Quizás deberíamos descubrirlo juntos, —sugirió ella, con una sonrisa traviesa.

Con un movimiento casi imperceptible, David se inclinó hacia ella, el mundo a su alrededor desvaneciéndose mientras sus labios finalmente se encontraban. El beso era suave al principio, pero rápidamente se llenó de pasión, como si toda la energía contenida entre ellos finalmente se liberara. En ese instante, ambos supieron que estaban destinados a algo más grande.

Amira se dejó llevar por la intensidad del beso, sintiendo cómo cada caricia de David avivaba un fuego dentro de ella. Sus cuerpos se pegaban como si fueran imanes irresistiblemente atraídos. La dulzura del momento se transformó en una necesidad palpable, y ella correspondió con la misma pasión, dejando que sus lenguas se entrelazaran en un baile provocador.

David la sostuvo firmemente, como si temiera que ella pudiera desvanecerse. Cada roce de sus labios desataba un torrente de emociones que habían estado reprimidas, y en ese instante, el mundo exterior desapareció. Se olvidaron de las preocupaciones, de las expectativas y de todo lo que pudiera interponerse entre ellos.

—Eres increíble, —murmuró David contra sus labios, su voz cargada de deseo.

Amira sonrió entre besos, sintiendo cómo cada palabra resonaba en su interior. Era un momento de entrega total, donde cada roce y cada susurro tejían una conexión más profunda. A medida que la pasión aumentaba, David la acercó más a él, sus manos explorando su espalda y haciéndola sentir segura y deseada.

—Quiero más de esto, —dijo ella, su respiración entrecortada, sintiendo que cada palabra era un reflejo de su deseo.

David, aún atrapado en la magia del momento, solo pudo asentir, sabiendo que lo que habían comenzado no tenía límites, dejo la boca de Amira, para dejar un camino de besos desde la babilla hasta su cuello, mientras sus manos cumplían un deseo anelado acaricia, las nalgas de su Luna. Amira por su parte gemía, con sus manos en el cabello de David, hasta que, bajo una para tocarlo de manera más osada, acariciando su dura entrepierna, David sintió una oleada de deseo recorrerlo al sentir la mano de Amira explorando su virilidad, su cuerpo respondió instantáneamente, y un profundo suspiro escapó de sus labios mientras continuaba dejando suaves besos en su cuello, disfrutando de cada gemido que ella emitía.

—Amira, —murmuró, su voz cargada de deseo—. Eres un peligro para mi autocontrol.

Ella sonrió de manera pícara, disfrutando de la reacción que provocaba en él. La conexión entre ambos se intensificaba, y cada caricia parecía encender más la chispa entre ellos.

Amira, sintiéndose valiente, movió su mano de arriba abajo, sobre la dureza de David, sintiendo la tensión y la calidez de su cuerpo. David cerró los ojos un instante, disfrutando de la sensación, pero al mismo tiempo luchando con el deseo de llevar las cosas más allá.

—¿Estas seguras de esto? —preguntó, él, aunque en su mirada se veía que, a pesar de la duda, no quería detenerse.

Amira lo miró intensamente, con una mezcla de confianza y complicidad.

—Sí, quiero estar contigo, David. —respondió, su voz suave pero firme.

Esa afirmación fue suficiente para él, que de nuevo se perdió en ella, sintiendo que cada beso y cada caricia era un paso hacia algo más profundo, algo que ambos deseaban explorar juntos.

Amira se separó y caminó de nuevo al interior de su departamento, bajo la aténtenla mirada de David, en su recorrido, abrió la cremallera de su vestido, dejándolo caer, mostrando su redondo trasero adornado con una pequeñísima tanga de encaje negro que se perdía entre sus nalgas. Traviesa se volteó para que David la viera en toda su plenitud. David la miró con hambre y corrió tras de ella gritándole -Condenada, mujer, ¡ahora sí me voy a comer mi pedazo de carne y esta vez cruda! -Ven acá. -dijo con una sonora carcajada cundo la atrapó

Amira gritó sorprendida con la rección de David, riendo a carcajadas, ella también, cuando este la alcanzó, disfrutando de ese momento. La sensación de poder que le daba verlo tan ansioso por ella era electrizante.

—¿Cruda? —dijo, desafiándolo con la mirada—. Le va a costar Sr. Stone.

—Tienes que saber que nunca desprecio un buen desafío, —dijo mientras la envolvía en sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo.

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