Al llegar a su departamento, Amira abrió la puerta y lo invitó a pasar. La vista desde su balcón era impresionante: la ciudad iluminada brillaba como un océano de estrellas. David se acercó a la barandilla, maravillado por la belleza del lugar, pero su atención rápidamente se desvió hacia Amira, que lo observaba con una mezcla de nerviosismo y expectativa.
—Eres hermosa, —dijo él, sin apartar la vista de ella.
—No tanto como tú, —respondió Amira, dando un paso más cerca, restando el espacio entre ellos.
David se giró hacia ella, su corazón latiendo con fuerza. —¿Sabes? Desde el momento en que te vi, supe que había algo especial entre nosotros.
Amira sintió que una chispa de electricidad recorría su piel. Era el momento perfecto, y aunque la tensión era palpable, también había una tranquilidad que les permitía disfrutarlo.
—Quizás deberíamos descubrirlo juntos, —sugirió ella, con una sonrisa traviesa.
Con un movimiento casi imperceptible, David se inclinó hacia ella, el mundo a su alrededor desvaneciéndose mientras sus labios finalmente se encontraban. El beso era suave al principio, pero rápidamente se llenó de pasión, como si toda la energía contenida entre ellos finalmente se liberara. En ese instante, ambos supieron que estaban destinados a algo más grande.
Amira se dejó llevar por la intensidad del beso, sintiendo cómo cada caricia de David avivaba un fuego dentro de ella. Sus cuerpos se pegaban como si fueran imanes irresistiblemente atraídos. La dulzura del momento se transformó en una necesidad palpable, y ella correspondió con la misma pasión, dejando que sus lenguas se entrelazaran en un baile provocador.
David la sostuvo firmemente, como si temiera que ella pudiera desvanecerse. Cada roce de sus labios desataba un torrente de emociones que habían estado reprimidas, y en ese instante, el mundo exterior desapareció. Se olvidaron de las preocupaciones, de las expectativas y de todo lo que pudiera interponerse entre ellos.
—Eres increíble, —murmuró David contra sus labios, su voz cargada de deseo.
Amira sonrió entre besos, sintiendo cómo cada palabra resonaba en su interior. Era un momento de entrega total, donde cada roce y cada susurro tejían una conexión más profunda. A medida que la pasión aumentaba, David la acercó más a él, sus manos explorando su espalda y haciéndola sentir segura y deseada.
—Quiero más de esto, —dijo ella, su respiración entrecortada, sintiendo que cada palabra era un reflejo de su deseo.
David, aún atrapado en la magia del momento, solo pudo asentir, sabiendo que lo que habían comenzado no tenía límites, dejo la boca de Amira, para dejar un camino de besos desde la babilla hasta su cuello, mientras sus manos cumplían un deseo anelado acaricia, las nalgas de su Luna. Amira por su parte gemía, con sus manos en el cabello de David, hasta que, bajo una para tocarlo de manera más osada, acariciando su dura entrepierna, David sintió una oleada de deseo recorrerlo al sentir la mano de Amira explorando su virilidad, su cuerpo respondió instantáneamente, y un profundo suspiro escapó de sus labios mientras continuaba dejando suaves besos en su cuello, disfrutando de cada gemido que ella emitía.
—Amira, —murmuró, su voz cargada de deseo—. Eres un peligro para mi autocontrol.
Ella sonrió de manera pícara, disfrutando de la reacción que provocaba en él. La conexión entre ambos se intensificaba, y cada caricia parecía encender más la chispa entre ellos.
Amira, sintiéndose valiente, movió su mano de arriba abajo, sobre la dureza de David, sintiendo la tensión y la calidez de su cuerpo. David cerró los ojos un instante, disfrutando de la sensación, pero al mismo tiempo luchando con el deseo de llevar las cosas más allá.
—¿Estas seguras de esto? —preguntó, él, aunque en su mirada se veía que, a pesar de la duda, no quería detenerse.
Amira lo miró intensamente, con una mezcla de confianza y complicidad.
—Sí, quiero estar contigo, David. —respondió, su voz suave pero firme.
Esa afirmación fue suficiente para él, que de nuevo se perdió en ella, sintiendo que cada beso y cada caricia era un paso hacia algo más profundo, algo que ambos deseaban explorar juntos.
Amira se separó y caminó de nuevo al interior de su departamento, bajo la aténtenla mirada de David, en su recorrido, abrió la cremallera de su vestido, dejándolo caer, mostrando su redondo trasero adornado con una pequeñísima tanga de encaje negro que se perdía entre sus nalgas. Traviesa se volteó para que David la viera en toda su plenitud. David la miró con hambre y corrió tras de ella gritándole -Condenada, mujer, ¡ahora sí me voy a comer mi pedazo de carne y esta vez cruda! -Ven acá. -dijo con una sonora carcajada cundo la atrapó
Amira gritó sorprendida con la rección de David, riendo a carcajadas, ella también, cuando este la alcanzó, disfrutando de ese momento. La sensación de poder que le daba verlo tan ansioso por ella era electrizante.
—¿Cruda? —dijo, desafiándolo con la mirada—. Le va a costar Sr. Stone.
—Tienes que saber que nunca desprecio un buen desafío, —dijo mientras la envolvía en sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo.
El juego de seducción se intensificó mientras él la miraba a los ojos, lleno de deseo y determinación. Amira sintió que cada parte de ella respondía a su cercanía, y no había marcha atrás. Estaba lista para descubrir hasta dónde los llevaría esa noche.Amira siguió en su juego pasando sus uñas por el torso de Davis una vez que le quitó la camisa, quería gravar en su mente ese abdomen tipo tableta de chocolate blanco y eso pectorales de piedra, fue tanta su excitación que en un momento en que lo besaba mordió con fuerza su cuello. Él sintió un escalofrío recorrer su cuerpo cuando Amira lo mordió, la combinación de dolor y placer lo dejó aturdido y aún más ansioso. Su instinto alfa se activó, y sintió que la energía entre ellos se disparaba.—Esa fue una jugada arriesgada,
Sentir a David dentro de ella hizo que Amira se descontrolara y comenzara a mover sus caderas con frenesí, quería más, toda su polla dentro de ella,- si papi así todo métela toda, me gustas David, -, él alucinaba escuchándola hablar en español en sus momentos más íntimos, y la envestía con más fuerza y pasión, -Amira, Amira, -repetía su nombre con su vos ronca en cada movimiento,-si mi Alfa así- dijo ella, -esa frase que hacía alusión al sobre nombre de David en los negocios, provocó en él una excitación tal que por un momento sus ojo se enrojecieron y sus colmillos hicieron por salir. Justo en ese momento, David, salió de ella, y Amira gruñó, por el vacío que él dejo.David, la volteó, poniéndola en cuatro puntos, para seguir sus envestidas de manera circular, provocando que Amira gritara
David y Amira despertaron abrasados cuando el sol ya estaba en lo alto del cielo. Una sonrisa de satisfacción brillaba en sus rostros. David, safo suavemente la cadena del cuello de Amira y sacó el anillo volviéndolo a poner en su dedo, y con un beso en la mano y luego en sus labios le dijo, -no te lo vuelvas a quitar y si alguien te pregunta por él, por favor dile que tu novio David Stone te lo dio.Amira sonrió con ternura al sentir el anillo de nuevo en su dedo, y sus ojos se encontraron con los de David, cargados de promesas silenciosas. A pesar de lo rápido que todo había sucedido, algo en el gesto de él la hizo sentir segura, como si fuera el lugar al que siempre perteneció. Se acercó a él y, con un susurro suave pero firme, respondió:—David Stone, mi novio... —repitió con una leve risa, jugueteando con el anillo—. No suena nada mal, ¿sabes? Pero,
David sonrió al escuchar la curiosidad en la voz de Amira. Sabía que, a pesar de lo inusual que podría parecer para ella, su mundo ya había comenzado a mezclarse con el de los lobos.—Se llama Zeus —respondió, su tono era suave, pero con una pizca de orgullo—. Es fuerte y poderoso, protector, y también muy testarudo. —se rió un poco al decir esto último—. Es de un color n***o intenso, como una noche sin estrella ni luna. Sus ojos son rojos brillantes.Amira lo miró fascinada, tratando de imaginar lo que él describía.—¿Puedo... conocerlo? —preguntó ella, un poco nerviosa, pero intrigada.David la miró a los ojos, sus dedos jugando suavemente con su cabello.—Zeus está aquí, dentro de mí, siempre. Pero no es el momento de que salga para ti, aunque él te conoce y te amó de
Esa noche, sin saberlo, la unión de Amira y David desató una fuerza ancestral que resonó en toda la manada Luna Dorada. El vínculo entre el Alfa y su Luna estaba sellado, y esa energía poderosa viajó por el territorio de la manada, alineando los destinos de todos sus miembros. Lo que antes había sido un estancamiento de dos siglos, donde la manada no había conocido el nacimiento de nuevos lobos, cambió en un solo instante.El sello de poder que David portaba como Alfa se expandió de forma súbita e imponente, irradiando su fuerza ancestral como un eco que resonó a lo largo y ancho del territorio de la manada Luna Dorada. La energía se sintió primero como un calor sutil, apenas perceptible, pero pronto comenzó a intensificarse, envolviendo a cada lobo con una oleada de poder que no solo avivó su instinto primario, sino que los conectó a una fuente de energ&iacu
David sonrió al ver la curiosidad brillando en los ojos de Amira. Era un contraste adorable verla así, tan intrigada como una niña escuchando un cuento fantástico, y él disfrutaba cada segundo de su atención.—La marca, mi Luna —dijo suavemente, acariciando con ternura, el lugar donde iba su maraca en la clavícula de Amira—, es visible para todos, pero se manifiesta de manera diferente dependiendo de quién la mire. Para los humanos, podría parecer un tatuaje delicado, casi como si tu piel hubiera sido besada por una tinta antigua y mágica. Un diseño que refleja quién eres, pero que nadie más entendería.Hizo una pausa, su mirada recorriendo la piel de Amira, imaginando cómo se vería su marca en ella.—Para los lobos, sin embargo —continuó—, será mucho más que eso. Verán la marca como un s&
Amira lo miraba en silencio, procesando la magnitud de lo que David le estaba explicando. Lo que antes parecía un cuento de fantasía se estaba transformando en una realidad palpable, una responsabilidad que no imaginaba asumir, pero que, de alguna manera, le emocionaba.—¿Y cómo hago eso? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y asombro—. ¿Cómo me convierto en esa Luna que tú y la manada necesitan?David sonrió suavemente, acariciando su mejilla.—Ya lo eres. Desde el momento en que entraste en mi vida, sentí que algo en el equilibrio comenzaba a restaurarse. La manada lo siente también, aunque aún no lo sepan. Lo que has traído no es solo el deseo de estar a mi lado, sino un poder más profundo, uno que ya está despertando en ti. Ser mi Luna no es algo que se aprende, es algo que se siente, que se vive. Y cuando llegue el momento, tod
David y Amira pasaron juntos el domingo, prácticamente sin salir de la cama, pidieron comida a domicilio y David, se comunicó con el hotel para que enviaran sus maletas a la dirección de Amira, su dinámica de pareja no necesitó adaptación, todas las piezas encajaron a la medida, tenían una conexión profunda que iba más allá de lo físico, haciendo que su relación fluya de manera natural y sin complicaciones. Lo que llenaba de felicidad a Amira.Pero como hasta en el Paraíso se rompe de vez en cuando un plato, el lunes en la mañana cuando Amira se tomó un tiempo para leer la propuesta de ALFA CORPORATION S.A., aprovechando que David aun dormía, descubrió que la oferta era para comprar su empresa, no para hacer negocios juntos, si bien el valor de adquisición era muy generoso, para ella era como tirar todo su trabajo de años a la basura, porque al