10- “Salsa Mía” y algo más

La emoción en la mesa se volvió palpable cuando Ronny preguntó dónde irían a bailar.

—Salsa Mia —respondió Harry, con algo de escepticismo—. Dicen que es la mejor.

Para sorpresa de David y Harry, Amira y Ronny coincidieron en un sonoro "¡Sí!", casi como dos adolescentes entusiasmados por una noche de fiesta. La energía era contagiosa, y David sintió un impulso de ser parte de esa alegría.

—Bueno, entonces, parece que tenemos un plan —dijo David, intentando mantener la seriedad a pesar de la diversión que estaba empezando a emerger dentro de él.

Harry, aunque un poco desconcertado por la unión casi instantánea de Amira y Ronny, decidió seguir el juego. La noche se volvía cada vez más interesante, y la idea de ver a Amira bailando lo llenaba de una mezcla de admiración y deseo.

—Perfecto, entonces, ¡a Salsa Mia! —exclamó Harry, levantando su copa como si celebrara el inicio de la aventura.

Ronny y Amira lo imitaron, y David, sin poder evitarlo, se unió a la celebración. En ese momento, la tensión que había estado en el aire comenzó a disiparse, reemplazada por la anticipación de lo que vendría.

Mientras se preparaban para salir, Amira sintió un escalofrío de emoción. Esa noche iba a ser mucho más que solo negocios; sería una oportunidad para mostrar su lado más divertido y auténtico.

Y con esa idea en mente, salió del restaurante con una sonrisa, lista para disfrutar de la música, el baile y quizás, algo más.

Al entrar a Salsa Mia, la energía del lugar era eléctrica. Las luces brillantes iluminaban la pista de baile, y la música pulsante de Gente de Zona ft Marc Anthony, llenaba el aire. Amira y Ronny se lanzaron a la pista como si hubieran estado esperando ese momento todo el día. La energía contagiante de la música los impulsó a moverse con fluidez, cada paso coordinado y lleno de ritmo. Los cuerpos en la pista de baile comenzaron a darles espacio, admirando cómo ambos se sincronizaban con la música, sus sonrisas radiantes y su confianza evidente.

David observaba desde su mesa, y aunque mantenía una actitud relajada, sus ojos nunca se despegaban de Amira. Verla moverse de esa manera, tan segura de sí misma, hacía que su pecho se hinchara de orgullo, pero también despertaba ese instinto protector. Sabía que todas las miradas estaban en ella, y aunque eso le irritaba, confiaba en que Amira era completamente suya.

Harry, sentado junto a él, no podía ocultar su admiración por la sensualidad y el carisma de Amira en la pista. -Ella es algo más, ¿eh?  - Comentó Harry, intentando mantener la conversación ligera, pero sin dejar de sentir ese inconfundible toque de rivalidad entre Alfas.

David simplemente asintió, sin apartar la vista de su Luna.

Las dos alfas intercambiaron miradas, cada uno tratando de descifrar las intenciones del otro. David, con su espíritu protector en modo máximo, se sentía ansioso al ver cómo otros hombres seguían mirando Amira. Por otro lado, Harry, a pesar de ser su amigo, no podía evitar sentirse atraído por la energía magnética de ella.

—¿Vas a dejar que Amira se divierta así sin intervenir? —preguntó Harry, medio en broma, medio en serio.

David apretó los dientes, consciente de que debía actuar, pero también de que quería que ella disfrutara su noche. Sin embargo, la idea de que otros hombres pudieran acercarse para invitarla a bailar lo irritaba.

Amira, sintiéndose viva en la pista, no podía dejar de sonreír. La música la envolvía, y mientras giraba en un movimiento seductor, notó las miradas de las dos alfas. Su corazón latía más rápido, no solo por la música, sino también por la tensión palpable entre ellos.

Con un guiño juguetón hacia David, que observaba con una mezcla de frustración y admiración, ella decidió llevar la noche a otro nivel. Se acercó a Ronny y le susurró algo al oído, y él, riendo, la llevó a un paso más enérgico. La pista se llenó de su risa y movimientos, dejando a los dos alfas casi desesperados por unirse a ella.

—Esto apenas comienza —murmuró David, sintiendo que la noche prometía ser inolvidable.

Cuando sonaron los acordes de "De mi enamórate" de Tito Nieves, el ambiente cambió instantáneamente. David, con una sonrisa segura, se acercó a Amira y la tomó de la mano, llevándola hacia el centro de la pista. Ella no podía creer lo que veía, el presidente de ALFA CORPORATION, imponente y serio, se había transformado en un salsero apasionado.

David no bailaba como un profesional de academia, sino con el ritmo crudo y sincero de alguien que había aprendido en las calles, lleno de sentimiento y gozo, él cantó para Amira el estribillo de la canción mientras bailaban. Sus movimientos eran fluidos y naturales, y Amira se sintió completamente atrapada por su energía. Cada paso que daba estaba impregnado de una conexión que la hizo derretirse.

—¿Quién lo diría? —dijo Amira, riendo mientras se dejaba llevar por el ritmo—. ¡Eres un salsero nato!

David sonrió, disfrutando del momento tanto como ella. Era como si la música hubiera desatado algo en él, liberándolo de las presiones y responsabilidades que normalmente lo rodeaban. Su conexión con Amira se intensificaba con cada giro y cada vuelta, como si la música estuviera narrando su historia.

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